Chega es un partido racista y xenófobo (aunque lo niegue) y siempre es muy difícil saber qué defiende en otros ámbitos, porque sólo intenta decir lo que sabe que la gente quiere oír.
Por Luís Leiria | 5/03/2024
A diez días de las elecciones legislativas, y tras una campaña electoral más larga de lo habitual, se acumulan las incógnitas sobre quién ganará y formará el nuevo gobierno de Portugal. Adelantar conjeturas es muy arriesgado. Pero la campaña electoral ya ha demostrado que es posible frenar el avance aparentemente imparable de la extrema derecha.
Una de las encuestas más recientes (publicadas el 28 de febrero) mostró un aumento de los votantes indecisos hasta el 20 % del electorado (la anterior registraba el 17 %) en las elecciones del 10 de marzo. La encuesta de la Universidad Católica prevé una victoria de la Alianza Democrática (AD, derecha) con un 33 %, seguida del Partido Socialista (PS), con un 27 %, y de Chega (extrema derecha), con un 17 %. Le siguen la Intervención Liberal (derecha ultraliberal) con un 6 %, el Bloco (5 %), Livre (4 %), el Partido Comunista (3 %) y el Partido Animalista (2 %). La suma de AD e IL, es decir los partidos de derecha, asciende al 39 %. Lo que significa un empate con la suma de los resultados de PS, Bloco, Livre, CDU.
¿Y Chega? No está incluido en estas cuentas porque tanto AD como IL han garantizado que no harán ningún acuerdo gubernamental o parlamentario con la extrema derecha. ¿Pero cumplirán su promesa? El líder del PSD, Luís Montenegro, descartó tajantemente la posibilidad de cualquier acuerdo con Chega. Se hizo famosa una de sus frases: “No es no”. Dar marcha atrás manteniendo cierta credibilidad será muy difícil, pero también parece ilusorio que la derecha se prive del poder a causa de promesas electorales. En estos cálculos aún falta el PAN, que se vanagloria de ser “ni de derechas ni de izquierdas”. Si su 2% le diese el poder de inclinar la balanza en un sentido u otro, venderá caro su apoyo.
El mismo día, el ICS y el ISCTE publicaron resultados diferentes en su encuesta: la derecha también estaba por delante, pero con un porcentaje menor (21 %), seguida por el PS (20 %) y Chega (12 %). De hecho, existe un empate técnico entre AD y PS, ya que el margen de error de la encuesta es superior al 3 %. En esta, la suma de la derecha, sin Chega, da el 23 %, y la de la izquierda el 27 %. El escaso 1% del PAN lo aleja de la posición de poder decidir hacia dónde se inclina la balanza. Al igual que la encuesta de la Universidad Católica, la del ICS/ISCTE también registra un enorme número de indecisos: 18%. Una cosa parece segura: la última semana de campaña será decisiva para el resultado final. Los dados ya se han tirado, pero aún no han dejado de rodar.
Crisis política e investigación judicial en el origen de las elecciones
Para comprender cómo llegó Portugal a estas elecciones y los resultados esperados, en particular el crecimiento de la extrema derecha, es útil recordar que estas elecciones fueron provocadas por la dimisión del Primer Ministro, António Costa, el 7 de noviembre del año pasado, de forma completamente inesperada, al final de una mañana impactante en la que la Policía Judicial realizó 42 registros, incluyendo varios ministerios, y también el despacho del Primer Ministro. La operación tenía como objetivo aclarar las sospechas de corrupción que involucran a grandes empresas vinculadas al litio y al hidrógeno verde.
Al final de la mañana, la policía ya había detenido al jefe de gabinete del primer ministro y a un empresario, considerado el mejor amigo de António Costa, y había declarado acusados a varios sospechosos, entre ellos dos ministros y un ex ministro. La policía también descubrió 75 800 euros en efectivo en la habitación del jefe de gabinete detenido, divididos en varios sobres que estaban escondidos en libros y cajas de vino.
Finalmente, el Ministerio Público informó que el propio Primer Ministro era objeto de una investigación independiente, lo que llevó a António Costa a dimitir inmediatamente, afirmando que “cualquier acto ilegal o reprobable” no pesaba en su conciencia, pero que la dignidad del cargo de jefe de Gobierno era incompatible con el hecho de ser objeto de una investigación.
Las mayorías absolutas también caen
Fue el fin del gobierno que se había presentado como garantía de estabilidad política durante su mandato de cuatro años, pero que acabó cumpliendo sólo 19 meses en pleno desempeño. Sin embargo, las investigaciones por posible tráfico de influencias, pago de mordidas y otros delitos que caracterizan los procesos de corrupción no fueron las únicas causas de la caída de un gobierno que aparentemente no tenía por qué caer, ya que el PS contaba con la mayoría absoluta de los votos en la Asamblea de la República. De hecho, han sido pocos los días en los que, desde su toma de posesión, el gobierno de mayoría absoluta no ha tenido una o más crisis. En su corta vida, el gobierno que se presentaba como garante de la estabilidad política acumuló quince renuncias de ministros y secretarios de Estado, mientras se multiplicaban las polémicas entre ministros.
El origen de los conflictos no tuvo que ver sólo con las características personales de los miembros del gobierno, sino –y principalmente– con las políticas gubernamentales que profundizaban los problemas. La crisis de falta de médicos, el cierre de urgencias, los retrasos en las cirugías, el incumplimiento de promesas hechas anteriormente, como la de garantizar que todas las personas que vivan en Portugal tengan una o un médico de familia, confirmaron que las crecientes restricciones presupuestarias impuestas por el gobierno estaban destruyendo el Servicio Nacional de Salud.
Al mismo tiempo, la política de atraer inmigrantes ricos con visas oro para comprar propiedades por encima de 500 000 euros y la negativa a controlar el alojamiento local y el aumento de los alquileres de las viviendas crearon la mayor crisis residencial que recuerda el país, una de las más graves de Europa y “una garantía de empobrecimiento para varias generaciones”, según denunció la líder del Bloco de Esquerda, Mariana Mortágua.
Desde cualquier ángulo que se mire, en la política del gobierno de António Costa hay una constante: facilitar las cosas a los intereses más influyentes, que son declarados de interés nacional, sin responder satisfactoriamente a las necesidades de la mayoría de las personas. Y aquí es donde aparecen esos mismos nombres que circulan entre cargos públicos e intereses privados, beneficiando a estos últimos, debilitando al Estado y al interés público, de los cuales el jefe de gabinete y el mejor amigo de António Costa son ejemplo flagrante.
El crecimiento de la extrema derecha a 50 años de la Revolución de los Claveles
André Ventura, líder omnipresente de Chega, procedente del PSD, fundó el partido en 2019. Antes de involucrarse en el debate político, hizo una especie de prácticas en un programa televisivo semanal de debate, dedicado a hablar de fútbol. De ahí su forma de intervenir, siempre brutal, dedicada a provocar a su oponente y aplastarlo a la primera oportunidad. Comenzó a llamar la atención cuando era candidato del PSD al Ayuntamiento de Loures (periferia de Lisboa) y centró su candidatura en una campaña xenófoba y mentirosa contra la etnia gitana. Al salir del PSD, fundó Chega y se presentó por primera vez a las elecciones parlamentarias en 2019, obteniendo el 1,29 % de los votos. Solo obtuvo un diputado que, por supuesto, fue el propio Ventura. En 2021 se postuló para Presidente de la República y obtuvo el 11,9 % de los votos, quedando en tercer lugar.
En las últimas elecciones parlamentarias, Chega obtuvo el 7,38 % de los votos, lo que le dio un grupo parlamentario de 12 diputados, la tercera fuerza política. En estas elecciones su objetivo es superar a AD, y hubo una encuesta que le dio el 19 % de los votos, muy cerca de lograr su objetivo. Pero luego, parece haber perdido gas. A 10 días de las elecciones alcanza entre el 12 y el 15 %. Aun así, es el mayor crecimiento de todos los partidos en una fecha significativa: un mes y medio antes del 25 de abril, la Revolución de los Claveles que derrocó a una dictadura de 48 años. El 25 de abril todo el país, excepto Chega, celebrará los 50 años de aquel día memorable.
¿Qué da alas a Ventura?
Chega es un partido racista y xenófobo (aunque lo niegue) y siempre es muy difícil saber qué defiende en otros ámbitos, porque sólo intenta decir lo que sabe que la gente quiere oír. No sorprende que el primer programa del partido, que defendía la privatización de la salud, la educación y la seguridad social fuera escondido para el olvido.
Entonces, ¿qué explica el crecimiento de Chega? En primer lugar, se beneficia de la ola de extrema derecha que está azotando a Europa y al mundo. Ventura mantiene estrechos contactos con la familia Bolsonaro, con Trump y la AfD en Alemania, o con Viktor Orbán en Hungría.
En segundo lugar, Chega se aprovecha del justo descontento de la gente, frustrada con un gobierno que sistemáticamente incumple las promesas hechas, como en el tema de la Salud Pública o la crisis de la Vivienda.
En tercer lugar, la sucesión de crisis políticas provocadas por sospechas de corrupción que afectaron al gobierno de Lisboa y, también, al gobierno regional de Madeira, no puede sino favorecer a Chega, un partido que siempre ha elegido la lucha contra la corrupción como su bandera principal.
Cuando la policía descubre 75 800 euros en efectivo escondidos en el despacho del jefe de gabinete de António Costa, ¿quién saca más provecho del descubrimiento? André Ventura, por supuesto.
¿Quién lucha realmente contra la corrupción?
Pero no debería ser así. A André Ventura le gusta presentarse como el campeón de la lucha contra la corrupción, pero ante la fragilidad de sus propuestas no sabe qué decir. Esto es lo que ocurrió en el cara a cara entre Ventura y Mariana Mortágua, en el que la líder del Bloco derrotó claramente al truculento líder de la extrema derecha. Las propuestas anticorrupción de Chega se limitan a proponer mayores penas, plazos de prescripción más prolongados y la incautación de los bienes de los corruptos.
Pero aumentar las penas es inútil porque hay muy pocas condenas por corrupción. Sólo 25 en 2021. “El problema es que no se puede condenar”, dijo Mariana Mortágua, «porque el dinero está escondido en el extranjero». ¿Y cómo van a embargar el dinero de la corrupción si no solo están en contra de cualquier medida para combatir las sociedades offshore, sino que, por el contrario, las defienden? Para incautar el patrimonio es necesario saber dónde está, explica la líder del Bloco.
¿Quién financia a Chega?
Ventura, por el contrario, quiere reintroducir las visas oro, que aumentan la especulación inmobiliaria y sirven para facilitar la entrada de dinero, y no quiere medidas para impedir la promiscuidad entre la política y los grandes intereses y grupos económicos. ¿Por qué no lo quiere? Porque Chega tiene en su lista de financiadores a representantes del gran capital inmobiliario.
Por eso, en su actividad política, defiende propuestas que respondan a los intereses de ese grupo, que incluye, por ejemplo, a ex administradores del Banco Espírito Santo para el sector inmobiliario. El Banco Espírito Santo es el ejemplo más reciente de fraude financiero, corrupción en todas sus formas, infiltración de sus agentes en los gobiernos y una larga lista de delitos financieros. Quebró en 2014.
Mariana Mortágua siempre lleva consigo una lista de los financiadores de Chega. Ventura no tiene forma de negarlo. Esta es también una manera de desenmascararlo cuando quiere presentarse como antisistema. No sólo es parte del sistema, sino que también representa los intereses de su sector más asentado, el de los grandes intereses. El de la gran burguesía.
“Hacer lo que nunca se ha hecho»
Éste es el lema de campaña del Bloco de Esquerda, que revela la ambición del partido de desempeñar un papel decisivo en la política del país. En el 50º aniversario de la Revolución de los Claveles, el lema recuerda también a un país que “se atrevió a hacer lo que nunca se había hecho y ganó” por medio de “una generación que construyó el Servicio Nacional de Salud y las escuelas públicas de la nada”.
En estas elecciones, las prioridades del Bloco son el acceso a la salud, la garantía de escuelas de calidad y el derecho a una vivienda, con el objetivo de “garantizar hospitales abiertos y equipos de medicina familiar”, “dar a la escuela pública la atención que merece”, “bajar los precios de las viviendas”. En un momento en el que la tendencia parece apuntar más a la derecha, la ambición de crear una geringonça 2.0, con un programa más avanzado y explícito, parece estar en peligro. Pero sólo aquellos y aquellas que no luchan son derrotados. Aunque haya una mayoría de derechas, el Bloco espera aumentar su grupo parlamentario, que actualmente cuenta con cinco escaños. Para ello, tendría que poder neutralizar los llamamientos del PS a un voto útil, que tanto daño ha hecho al país y que regaló al mismo PS una mayoría absoluta en 2022. Con un 20 % de personas indecisas y las encuestas bailando, la última semana de campaña no será apta para cardíacos.
Luis Leiria es redactor de esquerda.net. Este artículo fue traducido del portugués al castellano por Manuel Fortes para Viento Sur.
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