¿Por qué trabajar por los animales destinados a consumo?

Por María Villaluenga

El hecho de plantearse esta pregunta ya pone de manifiesto el nivel en el que hemos situado a los animales usados en las granjas industriales.

Empecemos con un dato: cada segundo, en el mundo se sacrifican 3000 animales para consumo humano. Un número tan elevado no puede pasar desapercibido a la hora de tratar temas de máxima actualidad, como el bienestar animal, el cambio climático, la destrucción de la biodiversidad o la seguridad alimentaria.

Volviendo a la pregunta: ¿por qué? Porque el objetivo de Equalia es que nuestro trabajo impacte en el mayor número posible de animales. Tan solo en España, más de 900 millones de animales son sacrificados anualmente en los 520 mataderos que hay en nuestro país. Con estas cifras, nuestro objeto de trabajo es mejorar las condiciones de vida de estos animales destinados a consumo, con peores estándares de bienestar animal. Desde hace casi dos años, en Equalia hemos evidenciado que las medidas de control en los mataderos no son suficientes. Por medio de seis reportajes de investigación, la opinión pública ha podido ver graves irregularidades, algunas repetidas en los distintos mataderos investigados. Las más comunes afectan al bienestar animal: desde el incumplimiento de la normativa que obliga a aturdir al animal antes de ser sacrificado, hasta el maltrato gratuito, con patadas, golpes y otras vejaciones. No podemos generalizar, porque no hemos estado en cada uno de esos 520 mataderos, pero sí podemos afirmar que se necesita una herramienta de apoyo al trabajo de los veterinarios: en ningún informe oficial, entre los años 2018 y 2020, se constataron irregularidades en la estabulación, el aturdimiento o el desangrado en mataderos españoles. Las cámaras de videovigilancia desempeñarían el trabajo que han hecho las cámaras ocultas de estos seis vídeos que hemos publicado hasta ahora.

Porque estas situaciones de maltrato suelen ir acompañadas de irregularidades en la seguridad alimentaria y la higiene (como hemos comprobado también en esos seis mataderos). La seguridad alimentaria es un tema que cada vez preocupa más al consumidor, que demanda saber cómo se produce lo que consume. Esta reclamación de transparencia está provocando que la industria alimentaria lleve a cabo cambios que contribuyan a la tranquilidad del consumidor. Incluso la propia industria cárnica, a través de ANICE (Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España), se ha mostrado a favor de iniciativas en esta dirección, como la propuesta de Equalia de instalar cámaras de videovigilancia en los mataderos. Pero queda camino por recorrer, porque sin un control exhaustivo y riguroso, la seguridad alimentaria se ve amenazada. En Equalia hemos sido testigos de graves irregularidades en este aspecto, como animales que llegan al matadero sin crotal, de manera que su trazabilidad es nula, o suciedad extrema en los corrales. Se vuelve a evidenciar que hay que mejorar las medidas de control en los mataderos.

Porque las negligencias no solo se dan dentro de los mataderos, afectando a un número elevado de animales y al consumidor de esos productos, sino que alcanza de lleno a la salud y la seguridad del planeta. Son muchos los estudios publicados sobre la relación de la ganadería intensiva y la crisis climática. Los cambios en la biodiversidad por parte del ser humano, la deforestación de bosques para implantar cultivos intensivos que alimenten a los animales de las granjas industriales, ha provocado que se destruya el «muro de contención» natural que mantenía controlados los virus de las especies salvajes. No podemos mantener durante muchas más décadas el consumo insostenible de carne que tenemos ahora. Este consumo desaforado va unido a la destrucción de hábitats para desarrollar monocultivos, que alimentarán exclusivamente a los animales de consumo. Por tanto, la reducción del consumo de carne tendría consecuencias muy favorables para la crisis climática y la biodiversidad, así como en la prevención de pandemias futuras, que serán inevitables si seguimos con este ritmo de producción, consumo y uso de los recursos naturales.

Porque, como conclusión, el marco de la pandemia que nos asola está propiciando numerosos estudios que demuestran que estos temas no son aislados, sino transversales, desembocando, repetidamente a lo largo de la historia, en zoonosis y pandemias. El último análisis a este respecto lo ha presentado el Panel Intergubernamental de la ONU sobre biodiversidad, el IPBES. En este instante, estamos viviendo un claro ejemplo llamado COVID-19.

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