¿Por qué seguimos hablando de Etiopía?

Ahora mismo, en 2022, el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, ha alertado de que otra sequía amenaza a nueve millones de personas, que desde principio de año están padeciendo una hambruna que está asolando, una vez más, a Kenia, Somalia y Etiopía. 

Por Angelo Nero

A principios de la década de los setenta, una pertinaz sequía azotó a uno de los países más pobres del mundo, Etiopía, gobernada por el emperador Haile Selassie, y generó una tremenda hambruna que se llevó por delante la vida de 300.000, afectando especialmente a las provincias de Welo y Tigray. Esta fue una de las causas que precipitó el final del largo reinado del León de Judá, con un golpe militar de izquierdas, del que saldría el gobierno marxista-leninista del Dreg.

A mediados de la década de los ochenta, durante el régimen del Dreg, dirigido por Mengistu Haile Mariam, la escasez de lluvias, la erróneas políticas de planificación agrícola, y la gestión de recursos del gobierno en las luchas contra las insurgencias de Tigray y Oromía, provocaron dos hambrunas sin precedentes. La primera afectó al sureste del país, y la segunda volvió a golpear Welo y Tigray, y se extendió a otras zonas del país, donde se agravó por una plaga de langostas. Aunque la magnitud de la tragedia es difícil de cuantificar, se estima que pudieron morir de hambre un millón de personas.

En 2011, durante el último gobierno de Meles Zenawi, que con el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope había derrotado al Dreg, en 1991, la sequía azotó no solo a Etiopía, sino a todo el Cuerno de África, siendo especialmente severa en este país, en Somalia y Kenia, y extendiéndose a Yibuti, Sudán y Uganda. Se habló entonces del riesgo de muerte por inanición de un millón de personas, aunque la ayuda internacional logró rebajar esta amenaza. Aún así murieron decenas de miles por la hambruna.

Ahora mismo, en 2022, el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, ha alertado de que otra sequía amenaza a nueve millones de personas, que desde principio de año están padeciendo una hambruna que está asolando, una vez más, a Kenia, Somalia y Etiopía. En Somalia se estima que la mitad de la población está sufriendo por la falta de alimentos, y el PMA pide urgentemente una respuesta internacional, para impedir que se produzca una catástrofe humanitaria como la de los años ochenta.

La UNICEF alertaba de que la situación es especialmente alarmante en Tigray, devastada por la guerra iniciada, en noviembre de 2020, por el gobierno de Abiy Ahmed Ali, decidido a hacer saltar por los aires el particular federalismo étnico que, hasta entonces, había mantenido un cierto equilibrio entre las distintas nacionalidades de Etiopía.

Cerca de cuatro millones y medios de niños están en un riesgo severo, debido a que a la sequía hay que sumarle los efectos de la guerra, los desplazamientos, las infraestructuras dañadas, la falta de agua potable. Estos niños, según el informe de este organismo del Naciones Unidas, “se ven obligados a caminar kilómetros en busca de comida y agua y, a menudo, tienen que beber de fuentes de agua contaminada. Esto conduce a la desnutrición y otras enfermedades mortales prevenibles como la diarrea.”

La sequía, que afecta principalmente a cuatro Kililoch o regiones de Etiopía: Afar, Oromia, Somalí y a la denominada Pueblos del Sur, se une a la alarmante situación de Tigray, donde se han reanudado las hostilidades. El gobierno del flamante Premio Nobel de la Paz, Abiy Ahmed, en vez de combatir a la sequía y al hambre que está poniendo en riesgo a millones de sus compatriotas, ha decidido una ofensiva a gran escala sobre la región rebelde, rompiendo la tregua decretada en marzo de este año. Con la ayuda de su aliado eritreo, Isaías Afewerki, ha abierto cuatro frente para golpear al Frente Popular de Liberación de Tigray (TPLF).

El portavoz del TPLF, Getachew Reda, ha denunciado el bombardeo de áreas residenciales, que el pasado día 26 afectaron a una guardería en la capital tigriña, Mekelle: “Matan a niños y mujeres inocentes. Si disparar no funcionó la primera vez, hay razones mucho más poderosas para que no funcione esta vez. Ejerced presión sobre el régimen para dar un empujón a las negociaciones, de buena fe, y no dejéis que la comunidad internacional mime a Abiy.” El ataque ha recibido una dura condena por parte de la directora de UNICEF, Catherine Russell, “Durante dos años, los niños y las familias de la región han soportado la agonía de este conflicto. Esto tiene que terminar.”

Mientras el mundo sigue con el foco puesto en Ucrania, el destino de millones de hombres, mujeres y niños en esta parte del Cuerno de África parece no despertar el interés de una opinión pública que sigue mirando solo a donde le indican, a través de los medios de (des)información masiva. Para nosotros es necesario seguir poniendo el foco en estas zonas de sombra informativa, donde millones de seres humanos, cuya vida es tan valiosa como la nuestra, están en un riesgo real de morirse de hambre.

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