Populismo Deluxe

Por Daniel Seixo

«Cualquier partido político tiene que ofrecer una estructura o un proyecto socio-político para la ordenación de la sociedad sobre la que opera, que no entre en contradicción con la estructuración que se da a sí mismo como Partido.«

Felipe González 

«La política como la democracia son correlaciones de fuerzas, es negociar y ceder, es cierto, pero sin caer en trampas«

Irene Montero

Julio Anguita: “La gente se inhibe. Estamos castrados intelectualmente”.

Lunes 24 de agosto, cuando parecía que la política no podía degenerar más durante este verano y que la estrategia electoral de Unidas Podemos no lograría sorprenderme, Irene Montero, ministra de Igualdad del gobierno de España, decide inexplicablemente conceder una entrevista a Diez Minutos, esa revista del corazón con claros tintes amarillistas. Perdonen ustedes la redundancia.

El mismo muladar en el que Carmen Lomana y Enrique Ponce airean sus desavenencias por sus nuevos romances, Rosa Benito y Rosario Mohedano compiten por lo afortunado de sus estilismos y Jaime Peñafiel se dedica a «destapar» todo lo ocurrido entre Julio Iglesias e Isabel Preysler, ha servido a Irene Montero para encarar un coloquio con escasa carga política y especial atención a temas tan «sumamente importantes» para el público al que va dirigido como lo son el amor por sus padres, por sus hijos o por su pareja. Y es que para comenzar con buen pie la entrevista y prepararnos para lo que nos espera en la misma, tras el titular:

Irene Montero: Pablo asume una parte de las tareas de la casa, como yo las mías

Diez Minutos pasa a presentarnos a Irene Montero como «la ministra de Igualdad y pareja de Pablo Iglesias». Y en esas lindes se mueve toda la conversación entre Rosa Villacastín e Irene Montero, un trabajo periodístico en el que uno parece inmiscuirse en la presentación de una amenaza política enjaulada y puntualmente desactivada, ante un mundo ajeno al feminismo o a la política fruto del 15 M. No existe en el transcurrir de las páginas carga alguna de ideológica, ni tampoco a la actualidad política parece otorgársele un espacio mayor de lo que podría ocupar la lidia en una hipotética entrevista a Enrique Ponce en este mismo espacio tan propicio para el cotilleo y la frivolidad. No nos equivoquemos, si bien la posible visibilidad de la conversación con la ministra dependerá de la tirada de la revista y de la publicidad que en los medios esta consiga, la propagación de los valores y las políticas del feminismo o la izquierda dista mucho de encontrarse situada en esos parámetros en los que únicamente encontraremos la propia imagen de Irene Montero como un nuevo personaje digerible y consumible para el papel couche.

Lejos quedan por tanto los tiempos en los que el economista Juan Torres abandonaba el plató de La Sexta Noche, negándose a participar como académico en las dinámicas amarillistas en las que personajes como Inda pretendían sumergir al debate político en el estado español. Poco a poco y con la complicidad de unos y otros, el clima social y la circunspección en el debate político ha dado paso a un delirante sainete de kafkianos personajes en el que la muerte de toda ideología nos ha abandonado ante el populismo más indolente y en última instancia dañino para la clase trabajadora. La algarada partidista en la que se ha transformado la política en nuestro país deja poco espacio para el debate, la voz crítica o la reflexión. Frente a la bufanda y el canchismo de uno u otro color, no existe posibilidad alguna de reflexión y es en este guirigay de indolentes propuestas políticas en el que un partido que surgió para asaltar los cielos y cambiarlo todo, puede encontrar su espacio en las dinámicas del chisme y la habladuría más rancia. No se trata de que Podemos haya logrado trasladar sus propuestas a esos espacios, lo que sucede es más bien lo contrario, es el sistema el que ha logrado poco a poco incrustar sus dinámicas y sus disfunciones sociales en el partido de Pablo Iglesias.

Se comienza normalizando la política en las revistas del corazón y se termina con personajes como Trump o Kanye West postulándose a la presidencia del gobierno

A nadie parece ya extrañarle ver a una feminista ocupando los titulares de una rancia y patriarcal revista del corazón, ni tan siquiera cuando es presentada como la pareja de Pablo Iglesias. No nos extrañan sus declaraciones vacías de contenido sobre la Corona, los debates en el seno del feminismo o la crisis del Covid-19, ni tampoco logramos ver las claras incongruencias de rehuir esos mismos debates con la prensa política o las organizaciones feministas de nuestro estado, mientras se concede una entrevista a Diez Minutos o se programan reuniones con influencers para dirimir leyes que marcarán el futuro de nuestro país. Irene Montero podría haber aprovechado la reciente polémica de su partido con Vicente Vallés y programar una entrevista en horario de máxima audiencia en un informativo hostil, pero que le serviría para plantar cara a las críticas y transmitir fielmente su mensaje, podría haber otorgado un balón de oxígeno en forma de entrevista a muchos medios alternativos que lo necesitan urgentemente para lograr atraer a la audiencia en tiempos de crisis o incluso decidirse a abrir el melón de un debate muy necesario en el feminismo acudiendo a alguno de los espacios históricos y representativos de este movimiento social. Eso sería lo que se le pediría en sus inicios a Podemos.

Irene Montero podría haber hecho muchas de estas cosas, pero finalmente se ha decidido a conceder una entrevista a uno de los medios más casposos, superfluos y desechables del mundo del corazón español. Sin duda se encuentra la ministra en plena libertad de hacerlo, faltaría más, pero de igual modo nos encontramos en la clase trabajadora con la total libertad de señalar la hipocresía y el cinismo de un partido que nació denunciando la manipulación y la sumisión al poder de los grandes grupos de comunicación, pero que no ha querido o no ha sabido nunca renunciar a ellos. No creo que desvele en este texto ningún secreto cuando aseguro que la relación de Unidas Podemos con muchos medios alternativos o cercanos a la izquierda es tensa o directamente mala por su escasa disposición a encajar las críticas con cierta humildad o elegancia. Por esta razón y no por otra nacen precisamente proyectos como La Última Hora.

A nadie parece ya extrañarle ver a una feminista ocupando los titulares de una rancia y patriarcal revista del corazón, ni tan siquiera cuando es presentada como la pareja de Pablo Iglesias

Las batallitas del «Merlos Places» en las que los líos de faldas del triángulo amoroso de Alfonso Merlos, Marta López y Alexia Rivas llegaron a confundirse en más ocasiones de las debidas con la arena política real o el delirio de transformar un espacio tan mezquino y clasista como Sálvame en un supuesto programa de «rojos y maricones», nos ha llevado a una dinámica sumamente peligrosa en la que la política parece inmiscuirse en los paradigmas de la mera popularidad vacía de ideario o contenido racional alguno. Hemos llegado a un punto en el que se criminaliza por sus críticas fundadas a profesionales de la talla de Patricia López de Público, pero se sacralizan como rebeldes o contestatarios los programas del retrógrado Óscar Cornejo.

Sin apenas percatarse, se comienza normalizando la política en las revistas del corazón y se termina con personajes como Trump o Kanye West postulándose a la presidencia del gobierno. Supongo que en la lógica de nuestra imparable y decadente asimilación con el estilo político y social estadounidense, todo esto encuentra sentido alguno por delirante que lo sigan vislumbrando mis ojos. La lógica del consumo, lo chic de lo superfluo y lo cómodo de enmarcarse en el blanco o negro, todo ello ha llegado al parecer para quedarse y no ha sido posible sin la asimilación y traición a nuestros más firmes principios políticos y éticos. Termina Irene Montero su entrevista reconociendo que «ha aprendido a que le guste la moda, procurando adecuar la ropa al cargo que tiene, sabiendo que su vestuario es parte de lo que transmite«. Y esa sin duda es la parte más real e interesante de toda la entrevista, esa en la que inconscientemente la ministra reconoce primar la apariencia política frente a la esencia, la asimilación de los valores institucionales y clasistas frente al desafío a los mismos. En definitiva, reconoce como ya antes otros lo hicieron, que no resulta posible ocupar ciertos espacios con una chaqueta de pana.

1 Trackback / Pingback

  1. Curioso: los escándalos del corazón siempre son dirigentes de izquierdas - Mediterraneo Diario16

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo no será publicada.




 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.