Feminismo o barbarie

Por Daniel Seijo | Ilustración de Iñaki y Frenchy

feminismo

1. m. Ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres. 

No existe una alternativa al feminismo, que no sea la de la opresión a la mujer. La de una mundo patriarcal, en donde la dominación de la sociedad por un sexo; el masculino, se cimenta sobre la represión y la barbarie, contra la libertad individual y colectiva de las mujeres. La única alternativa al feminismo, supone aceptar el machismo. Un sometimiento de género, dibujado culturalmente en la subordinación cultural y productiva, el adoctrinamiento educativo o en el propio ocio; pero también, en  las violaciones grupales, la trata de blancas o el matrimonio infantil. Una triste realidad, la de la desigualdad y la violencia, que día a día, limita el desarrollo personal y profesional, de mujeres alrededor de todo el mundo.

Para una sociedad como la española, en donde la violencia patriarcal; todavía hoy, continua acrecentando un reguero de sangre, fruto de la parálisis institucional y la escaso calado de las iniciativas sociales, no pueden existir excusas para no encarar de forma definitiva, una revolución, en en la forma de entender la relación entre sexos. Resulta no solo necesario, sino exigible, una mayor dotación económica para políticas de género. De igual modo, resulta apremiante, la implantación de una nueva ley educativa, que determine y promueva, una línea de actuación para fomentar los valores de libertad productiva, sexual y reproductiva para todas las mujeres. Para una democracia avanzada, una educación a la altura; en materia de género, sin duda debe representar, la mejor solución ante las problemáticas, presentes en nuestras sociedades, fruto de la estructura patriarcal. La situación, es ya insostenible, humana y políticamente. Basta ya de coacciones y debates reaccionarios, propugnados desde los sectores eclesiásticos más arcaicos y apoyados políticamente, por los últimos bastiones del franquismo sociológico. No existe un colectivo que haya aguantado tanto sufrimiento como el de las mujeres, no existe un colectivo que haya soportado tanta discriminación en silencio; y nunca más, esa será la respuesta ante el machismo y su violencia.

No hace falta ser mujer para ser feminista, pero si resulta necesario que los hombres sean feministas, para que al fin las mujeres puedan llegar a ser libres

El 8 de marzo, las calles de nuestras ciudades, se llenarán con gritos de justicia, solidaridad y especialmente, gritos que reclamen, de una vez por todas, la implementación de una igualdad real. No se trata de odio, ni de libertinaje, como muchos quieren hacer ver. El libertinaje, como tantos otros aspectos que desde el tradicionalismo patrio, se quieren relacionar con la emancipación de la mujer, no guarda relación alguna con el feminismo. No, al menos, en mayor medida de la que podría guardar con el mundo de los hombres. Es hora de poner fin a estereotipos simplones y rancios, fruto de las mismas voces que en ya en la guerra civil, tildaban de putas o zorras,a aquellas mujeres que en muchas ocasiones; incluso con el fusil en la mano, se atrevieron a levantar su voz, para reclamar sus derechos en un mundo todavía en aquel momento, exclusivamente de hombres.

Si algo caracteriza al feminismo, es la lucha por la igualdad, la solidaridad y la búsqueda de la libertad individual que dote a las mujeres de las herramientas necesarios, para lograr una toma de decisiones libres, en campos como la sexualidad, la maternidad o la vida laboral y política. El feminismo, supone la mayor expresión de responsabilidad de una sociedad y unos individuos, que de una vez por todas, se comprometen a la supresión de la distinción de géneros, como una medida de sometimiento sexual, laboral o de cualquier otro tipo. La distinción sexual, no debe otorgar ningún derecho sobre las personas. Nuestro pene, no nos otorga ningún puñetero derecho sobre la mujer. Si en pleno siglo XXI, las calles deben volver a llenarse para recordarlo, así será.

No existe una alternativa al feminismo, que no sea la de la opresión a la mujer. La de una mundo patriarcal, en donde la dominación de la sociedad por un sexo; el masculino, se cimenta sobre la represión y la barbarie, contra la libertad individual y colectiva de las mujeres

La libertad sexual, la libertad reproductiva, los derechos laborales y especialmente el derecho a la vida. Son nuevamente, las banderas que el 8 de marzo, todo el colectivo feminista, mujeres y hombres; codo con codo, enarbolaremos una vez más, frente a aquellos que quieren hacer de la imposición sexual su derecho.

Este miércoles, recordaremos a Susan B. Anthony y al movimiento sufragista, Sojourner Truth y la lucha por los derechos civiles, Simone de Beauvoir y  su Segundo Sexo, Virginia Woolf, Clara Campoamor, Emilia Pardo Bazan, Rosalia de Castro, Frida Kahlo…figuras de mujeres que lucharon e hicieron posible, que en un mundo de hombres, la voz del feminismo, se elevase por encima de una sociedad profundamente machista. Pagando, en numerosas ocasiones, un precio demasiado alto para una persona, pero nunca para todo un colectivo. A aquellas voces, hoy se suman, las de mujeres como Rosa Cobo, Petra Collins, Emma Watson, Bell Hooks y tantas otras compañeras, que de manera pública o anónima no tienen miedo a dar un paso al frente para gritar basta. Basta de una sociedad y un mundo, en donde, sobre la mujer recae el peso del cuidado de la familia desde su más tierna infancia, hasta la muerte; y en donde esa labor, es vista en numerosas ocasiones, como una barrera a la hora de desarrollar su actividad profesional. Basta de impunidad ante los continuas vejaciones a la mujer vertidas desde las instituciones que dicen representarnos a todos y basta ya, sin más dilación de asesinatos. No podemos esperar más por la política, no podemos respetar sus tiempos, ni esperanzarnos ante promesas que nunca terminan de llegar. Son ya demasiadas las que faltan cada 8 de marzo, demasiado dolor, demasiada injusticia y demasiada rabia. Si el parlamento no puede poner fin a la barbarie, tendrán que ser las calles las que lo hagan. Ni una muerte más, ni una mujer menos por el terrorismo machista. Ningún país, puede considerarse democrático, mientras sus mujeres mueren por el simple hecho de ser mujeres.

No hace falta ser mujer para ser feminista, pero si resulta necesario que los hombres sean feministas, para que al fin las mujeres puedan llegar a ser libres. Este 8 de marzo, el feminismo tienen que volver a ser radical, sin miedo, sin ambages, sin pudor. Cuando te están matando, cuando las cadenas reprimen tu vida laboral, tu sexualidad, tu ocio, tu futuro…es hora de volver a reivindicar el papel de la mujer, es hora de una vez por todas, de librar la batalla más antigua de todas las revoluciones sociales.

“La construcción patriarcal de la diferencia entre la masculinidad y la feminidad es la diferencia política entre la libertad y el sometimiento”

Carole Pateman

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