Política de contacto

Por Luis Díaz Allegue

Tras lo ocurrido en los últimos meses no creo que pueda sorprender a nadie la percepción de que estamos ante un riesgo de involución conservadora de la sociedad. Según el último CIS, los ciudadanos valoran que la economía va a ir mejorando. No creen que mejore para ellos mismos, pero son optimistas con el avance de la economía y pesimistas con el avance de la política. Un caldo de cultivo perfecto para que se consoliden regresiones de las conquistas sociales.

La única forma de revertir esta situación es ofrecer a la ciudadanía garantías y certezas, las mismas que están ofreciendo las alcaldías del cambio por todo el territorio. Los municipios en España, siempre han sido la vanguardia de la transformación política y democrática de este país, y ahora mismo lideran esta lucha, contra grupos mediáticos implacables y una derecha sin ningún pudor.

Esto no significa que no cometan errores, yo mismo me he sentido decepcionado con algunas medidas tomadas en los ayuntamientos del cambio. Pero debemos tener una mirada de largo alcance, que nos permita no dividirnos y caer en errores del pasado, ya que, como dice el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Lineras, la política es cabalgar contradicciones.

Karl Polanyi escribió sobre la economía en su libro La gran transformación, teorizando sobre el peligro del “desarraigo” económico de la sociedad. Polanyi logró abandonar el enfoque teórico ortodoxo de los sistemas que interpretan la crisis capitalista como un “colapso”, objetivo del sistema, para abordarla desde la teoría de la acción. Sus postulados permiten elaborar una crítica de la crisis que no rechaza los mercados como tales, solo su variante peligrosa, desarraigada, idea que, consecuentemente, permite albergar la posibilidad de una alternativa progresista.

El mercado exige la subordinación de la sociedad y de la política, pero esta dinámica se puede cambiar desde los municipios. Es un cambio de paradigma poder elegir mediante votación los proyectos que va a realizar un ayuntamiento, dando voz a todo el que quiera participar activamente en la construcción de la ciudad donde vive, sintiéndola suya.

Los municipios son política de proximidad, que permite mayor pedagogía con el ciudadano. Es la próxima batalla que deben de librar los movimientos transformadores para que no cristalice la involución conservadora. Polanyi nos enseñó el camino: si un ciudadano es partícipe social y económico, ya sea del agua con la que se ducha y cocina, de la comida que come, de la energía que consume, o forma parte de una cooperativa, tendrá un “arraigo” mayor con respecto al mundo que le rodea. Será menos propenso al engaño, a la desidia y al consumo irresponsable. Participará mas activamente en la sociedad.

La crisis de régimen de 78 no fue el deseo mayoritario de un proceso constituyente, sino la constatación de la ruptura del pacto social establecido. Este pacto se puede comenzar a recuperar desde los ayuntamientos, con vivienda social, empleo público, democratización energética, aire limpio, movilidad sostenible y servicios sociales a los más pequeños y a los más mayores.

Esta batalla es la que se debe de luchar con mayor fuerza en el próximo año y medio. Las fuerzas progresistas deben de garantizar estos derechos, ofreciendo certezas como buenos gestores a la ciudadanía. Se debe de luchar para mantener los ayuntamientos ya ganados, y formar a mucha gente que pueda ganar los que se quedaron a medio camino.

Es una tarea titánica, con todo en contra. Y por desgracia detecto poca voluntad política, pocos recursos y menos unión con los movimientos sociales que hace 3 años. Pero, como dice Boaventura de Sousa Santos, hay que acudir al optimismo de la voluntad para frenar el pesimismo de la inteligencia. Queda tiempo.

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