Poesía política | Rafa Hernando, el «gran machito» marca España

Por Javier DG | Ilustración de Bezerradas Nocturnas

Diputados de longeva actividad

refugiados

en el fondo de un volcán dormido

desde la Transición, ahora escupen lava

en una sola dirección.

Algunos de ellos, ya sin la máscara,

al ver peligrar su cómoda posición

promueven la intervención de un Estado

que en lugar de rescatar personas

les pagará el sueldo cada mes,

cada año, cada taxi, casa desayuno

cada comida, cada sesión de maquillaje

y peluquería, cada paso seguro que dan

hacia puestos de paja guardados

para cobrar la factura del revés.

Como Rafa Hernando,

el “gran machito” marca España.

Ese adalid de vocación política dudosa

y clase escurridiza, que inocula ponzoña

en un ambiente donde las palabras flotan

y a él le sobran, se nota.

Se viste de tipo malo cuando sube a la tribuna.

Con gesto corvo y un balanceo corporal

propio de otros tiempos, grita frases prefabricadas

en un recóndito rincón de la inteligencia

que, en su caso, parece en camino de huida.

No parece normal que la envidia

corrompa una sociedad que desea madurar.

No parece justo romper proyectos sociales

frustrados sólo por el afán de entregar

el patrimonio educativo, natural, sanitario

y cultural

a los marchantes de elitista formación

que reciben instrucciones desde púlpitos

levantados antaño, blanqueados hoy,

para cumplir con su oficio: hacer que la mentira…

…se admita como verdad.

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