Por Javier Delgado Gallego | Ilustración de Javier F. Ferrero
Monte de espinos coronado
con hidalga barba.
Montero que otea la caza
para dar cuenta a un jefe
que añora las armas.
Ras con ras de Caín.
Sepulcros blanqueados en el
escenario de algunos medios.
Élite de inmaculada concepción,
supremacistas preconcebidos
con intelectual supremacía.
Martillo americano de Thor
fraguado en el pilón de los siglos
y la Inquisición.
Glorioso Geyperman occidentalizador
de este inframundo orientalizado.
Pícaro castellano sabedor
de aseos, modas y don Pelayos.
Comulgante de Bergman.
Apolíneo amigo de Dafne.
Ahora comprendo la huida
de la ninfa hija de dioses
y la urgencia por convertirse
en laurel para el arte.
Ahora me cuadra ese bello
bien perfilado en la cara,
incólume diseño ICADE y semiótica
usada para depurar la raza.
Ahora vislumbro el terrible resultado
del Surco del santo Escrivá
y su Camino oscuro, iluminando
los pasos del más macho, limpio
y pulcro entre los tipos duros.
Por fin sale a la luz
la justificación baldía de un tiñoso
que viste tintura por dentro
y por fuera, resplandeciente,
un cíngulo de odio puro.
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