No hay conversación. No hay debate.
No hay intercambio de opiniones.
No hay posiciones contrapuestas
para progresar con otras ideas (nos dicen).
En la venta mediática
el bálsamo de la verdad parece agotado.
Sobrecogedor crepúsculo de una sociedad
que se deja bazuquear en silencio.
Ahora está de moda la ignorancia
reconvertida en imbecilidad
junto a resignaciones esquivas.
Las cosas que vemos nos atenazan
y crean facciones peligrosas.
Amenazantes sujetos aferrados
al tótem de una bandera.
Entronizados reyes con rostro, pero sin trono.
Parásitos y edecanes de la mano.
Regio emérito depone la corona
pero conserva el privilegio y la aureola.
Partidos viejos y su descarada pleitesía.
Las raíces de un país
no pueden ser sus Borbones,
no pueden nacer del contrasentido
entre monarquía y democracia.
Deben gestar su contrato social
en una nación de naciones,
en una democracia (no la nuestra)
de ciudadanos libres e iguales.
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