Por Javier DG | Ilistración ElKoko
Con el disfraz de constitucionalista
hecho a medida tras la modélica Transición
de clase,
adecuado atuendo en nuestros días
para visitar Catalunya y olvidar
la igualdad de oportunidades.
Con Carlos Marx -y Hegel-
en huida despavorida de Suresnes.
Con una buena ración de periodistas
sin escrúpulos, reclutados en tus filas.
Con algún empresario puesto de perfil
que se asome a tu ventana,
resultará sencillo, amigo neoliberal,
podar las ramas de un árbol
pensadas para cobijar al más desprotegido
de nuestros hermanos sin techo, sin sanidad,
sin ocupación laboral o educación
en barracones de hielo y fuego.
Si cuentas con el permiso de la autoridad
competente, el Kempis o Camino.
Si antaño aplaudías el régimen franquista
y hoy te pliegas a los mercados.
Si acudes fiel a los oficios, en la cripta
del Valle de los Caídos.
Si encuentras y te asiste algún capataz
que te guie por un camino de acequias
a medio perforar, lleno de larvas
que devoren derechos
como si el mañana fuese ayer, entonces,
amigo mío, entre quiebros y derrotes,
serás capaz de esquivar el espíritu de la letra
y sostener parásitos caballeros, tan inútiles,
como un decorado de atrezo.
Serás orgulloso promotor de una educación
financiada sin reglas,
una educación concertada a la carta
para unos pocos. Para el resto,
muestras de laboratorio
en probetas.
Querida Constitución, pilar en que se asienta
el Estado Social sobre arenas movedizas,
la última noche que te leí,
pude colocar tus páginas en una cesta
entrelazada con nudos de seda.
Desperté al amanecer de un lejano
quince de mayo, y al dirigir la mirada
junto al mullido lugar
en que hace un instante, dormías serena,
encontré 135 estrellas fuera de sitio,
la cesta vacía, y los nudos,
con la Soberanía desecha.
Querida Constitución inacabada y pequeña,
¿no te dejan crecer los mercados, los políticos,
los presidentes retirados
o sus edecanes de campo?
Querida hija de los padres que te pensaron
en corto,
querido texto que, para mi asombro,
invocan hoy los eructos franquistas
de la derecha más rancia y fascista.
Querida Constitución,
guárdate de quien se ponga el disfraz
de caballero constitucional
y en la primera subasta, te venda
al gestor alemán.
Querida mía, guárdate del jinete taurino
y su discurso inhumano, tan feo, amargo,
y nada cristiano.
Y guárdate de un jefe de estado
que irrumpió en la democracia
de la mano de esas élites añejas
a las que mi voto,
como tu mandato imperativo,
les importa un carajo.
Guárdate, amiga mía,
de los Idus de marzo.
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