Podemos, nunca doblegado, nunca roto

Por Daniel Seijo

“Hay puñales en las sonrisas de los hombres; cuanto más cercanos son, más sangrientos.” 

William Shakespeare

«Lo que se llama «opinión pública» está estrechamente vinculado con la hegemonía política, o sea que es el punto de contacto entre la «sociedad civil» y la «sociedad política», entre el consenso y la fuerza. El Estado, cuando quiere iniciar una acción poco popular, crea preventivamente la opinión pública adecuada, esto es, organiza y centraliza ciertos elementos de la sociedad civil.»

Antonio Gramsci

Como si del tenebre sonido de Las Lluvias de Castamere se tratase, resulta cuanto menos curioso que la apertura de negociaciones de Carolina Bescansa, tras la propuesta de Iñigo Errejón destinada a forjar una candidatura unitaria de cara a las primarias de Podemos en la CAM, comience precisamente hablando de recuperar una cultura organizativa dentro del partido basada en la confianza, la cooperación, el respeto y la democracia interna. Negando de facto con sus pretensiones dichas cualidades a la dirección de Pablo Iglesias, Carolina Bescansa –y con ella todos los implicados en esta «trama»– abren paso definitivamente a la hora de los puñales, el estupor político y el juego de tronos tanto tiempo pospuesto en la nueva izquierda política.

Nadie debe dudar que la metedura de pata de la cofundadora y diputada Podemos está destinada a ser uno de esos momentos grabados a fuego en la retina y el corazón de todos los votantes de la formación morada. En apenas cuatro años la cabeza de Pablo Iglesias ha pasado de suponer un reclamo electoral, presente incluso en las papeletas de su partido, a transformarse en un objetivo político hostigado por sectores muy concretos en el interior de la formación de las sonrisas. Hace ya demasiado tiempo que el Errejonismo venía dando sobradas muestras de que su estrategia para lograr asaltar el cielo pasa ineludiblemente por una toma del poder político en Podemos, una situación que hace que a día de hoy Pablo Iglesias y sus planteamientos de futuro en el partido sigan suponiendo un duro escollo para todos los valedores de esta corriente interna.

Aún tras el rotundo respaldo de las bases sociales a la candidatura del secretario general de Podemos en Vistalegre 2, Iñigo Errejón y su equipo de confianza parecen haberse negado en todo momento a aceptar el mandato directo transmitido por unas bases del partido situadas más a la izquierda de lo que seguramente el errejonismo pudiese intuir o desear.  El abrazo de Iglesias y Errejón al finalizar la segunda Asamblea Ciudadana de Podemos supuso simplemente una tregua, un paso atrás en la retórica del populismo progresista de Íñigo Errejón a la espera de conocer los primeros pasos de Pablo Iglesias tras hacerse con la mayoría absoluta en la dirección del partido, que sumada a sus amplios poderes como secretario general, permitía al líder de Podemos tener en sus manos gran parte del futuro político de los que hasta esa hora habían sido sus contrincantes más directos dentro de la formación morada. Pese a una leve purga o reestructuración política –cada uno deberá aplicarle el adjetivo que quiera– el destino de Iñigo Errejón, que no tanto del errejonismo, parecía sin embargo acomodarse finalmente en los últimos meses en vistas a una futura candidatura a las elecciones autonómicas de 2019 en la Comunidad de Madrid.

La toma de decisiones importantes parece ahora ineludible en el seno de Podemos, quizás sea este el momento de apostar por una alternativa clara pese a que un movimiento de esa magnitud pueda causar fisuras internas, puede que haya llegado el momento de escapar en cierta medida de la indefinición de la transversalidad y afianzar de una vez por todas una línea política e ideológica clara en la formación morada

Con el aparente respaldo forzado de Pablo Iglesias y el fuerte impulso a una candidatura alternativa tras los últimos escándalos políticos del gobierno de Cifuentes, todo parecía apuntar a un camino cómodo para una candidatura de Iñigo Errejón destinada a aunar fuerzas con el supuesto rédito administrativo obtenido por Manuel Carmena en la gestión del ayuntamiento de Madrid. Pero una vez más, cuando incluso la inacción parecía una estrategia válida, la izquierda española ha vuelto a dispararse sola en un pie. A las constantes tensiones entre Iñigo Errejón y Pablo Iglesias a tenor de los acontecimientos en Catalunya, en las últimas semanas habían comenzado a sumarse constantes tensiones y discrepancias a cuenta de un sistema de primarias que enfrentaba claramente a Iñigo Errejón con Ramón Espinar. Una vez más y pese a enfrentarse a un Espinar con mayoría en el Consejo, la amenaza directa con dar un paso atrás de Errejón, hizó que un Pablo Iglesias harto de disputas públicas en redes sociales y medios de comunicación, saliese al paso exigiendo seriedad y respeto a un proceso que se había tornado vital de cara al futuro político de la formación morada tras la imagen dada por el Partido Popular en su gestión en el caso Cifuentes.

Pese a conseguir que el partido liderado por Pablo Iglesias accediese a que el control del futuro grupo parlamentario resida en la Asamblea de Madrid -siempre previa ratificación de los inscritos– y las primarias para la lista y candidato sean simultáneas, las amenazas de estar dispuestos a librar una nueva batalla interna en el momento menos oportuno y los continuos vaivenes de «la gente de Errejón» parecieron molestar profundamente al pablismo. En un contexto muy delicado con sus confluencias en Galiza y Catalunya, la excesiva insistencia de Iñigo Errejón en su petición de «capacidad jurídica» ante la Junta Electoral, no hizo sino acrecentar la desconfianza de una dirección de partido que ve en la petición de autonomía plena en la candidatura de Errejón una clara intención de cara a poseer independencia absoluta ante el Podemos de Pablo Iglesias. Un detalle jurídico no menor, que podría a su vez desencadenar una oleada de peticiones similares a lo largo de todo el territorio. Una situación que la dirección estatal se niega a afrontar, no al menos en este momento.

«¿Y tu quién eres, dijo el orgulloso señor, que debo inclinarme tanto?»

Y con las espadas en todo lo alto, tan solo faltaba un giro de guión inesperado en forma de cambio de alianzas y traiciones insospechadas. Tras sus continuas meteduras de pata y una actividad política ya muy venida a menos, pocos podíamos llegar a imaginar que fuese finalmente Carolina Bescansa la encargada de hacer estallar la tensa calma en Podemos entre errejonistas y pablistas. En un documento que de forma oportuna o inoportuna –vaya usted a saber– terminaría en manos de la prensa, la cofundadora de la formación morada proponía abiertamente a Íñigo Errejón la posibilidad de trazar un plan con el que hacerse con el control político y orgánico de Podemos. En medio de las continuas tensiones con Pablo Iglesias en su búsqueda de una mayor autonomía de cara a una candidatura y un proyecto de futuro con su equipo de confianza, una vez más un intento de ruptura de la línea imperante en Podemos apuntaba a Errejón como eje vertebrador del mismo. Cierto es que Iñigo Errejón se ha apresurado a negar rotundamente ser conocedor de los planes reflejados en dicho documento y que en el hipotético acuerdo era Carolina Bescansa quien en última instancia se presentaría como candidata a la Presidencia del Gobierno y a la secretaría general de la formación, pero no debemos perder de vista que son de nuevo los titubeos y los excesivos pulsos destinados a mantener distancias con la línea del partido, los que han propiciado que Carolina Bescansa llegase a ver factible forjar un pacto con la línea errejonista de cara traicionar a Iglesias.

Con las puertas cerradas y la música sonando en el salón,  las flechas lanzadas por la tropa, las espadas en posición tras la espalda de los cargos políticos de Podemos y los suspiros agonizantes de una formación que puede dirigirse sin remedio al abismo tras no dominar sus equilibrios de poder internos, parecen augurar un radical cambio de trama en el futuro inmediato de Unidos Podemos. Quizás sobrepasado en la búsqueda del equilibrio entre las relaciones personales y políticas, parece que Pablo Iglesias ha sido el único que no ha podido prever la boda roja en Podemos. La toma de decisiones importantes parece ahora ineludible en el seno de Podemos, quizás sea este el momento de apostar por una alternativa clara pese a que un movimiento de esa magnitud pueda causar fisuras internas, puede que haya llegado el momento de escapar en cierta medida de la indefinición de la transversalidad y afianzar de una vez por todas una línea política e ideológica clara en la formación morada. Después de todo, cuando juegas al Juego de Tronos, ganas o mueres. No hay término medio.

“…pero ahora las lluvias lloran en sus salones,

y nadie oírlas puede.

Sí, ahora las lluvias lloran en sus salones,

y ni un alma oírlas puede….”

herido en su orgullo

3 Comments

  1. Fue un error pactar con Errejón su candidatura para la presidencia de la Comunidad de Madrid.
    Él representa más a un PSOE aseadito y que se aleja cada día más de planteamientos de una izquierda que busca la unidad con el resto de la izquierda, en la que por supuesto el PSOE nunca debería contemplarse como tal.
    Iñigo ha hecho una propuesta para él y su gente prescindiendo de lo que la mayoría ha votado en Vistalegre y en Madrid, pero necesita el paraguas de Podemos.
    Una pena que se le hayan dado tantas alas

  2. Podemos sin Pablo Iglesias y Monedero no es nada así que el que intente desestavilizarlo a ,la calle las bases están de acuerdo en la decisión que tome su secretario Pablo Iglesias a estas alturas ya no puede estar dudaditivo sobre el comportamiento de su Ejecutivo se juega el futuro de podemos una advertencia Pablo como tantas de las que te he hecho y siempre han sido certeras

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