Los problemas de Perú siguen estando presentes. Más aún la agudización de contradicciones que llevó a un “pez fuera del agua” como era Castillo a la presidencia se han ido acuciando cada vez más
Por Carmen Parejo / La Comuna
El gobierno de Pedro Castillo siempre tuvo una sentencia de muerte firmada
El día en que lo iban a matar (entiéndase políticamente) Pedro Castillo se levantó para asistir a una nueva intentona de destitución por parte del parlamento peruano.
Realmente, desde el inicio hemos visto como el gobierno de Castillo era inestable: internamente, en el seno del propio partido que le encumbró hasta la presidencia; y externamente, por la propia inercia autodestructiva en la que está inserta desde hace ya bastante tiempo el legislativo peruano.
Antes que él vimos como ese mismo parlamento destituía en el plazo de una semana hasta tres presidentes. Perú en los últimos cinco años ha visto pasar seis presidentes distintos.
La ingobernabilidad del país se ha manifestado desde lo coyuntural a lo profundo. Desde el no poder habilitar a tiempo subsidios por el precio del combustible a no poder concretar acciones de gobierno que ahondasen en cuestiones más estructurales o profundas, incluido el proceso constituyente que el pueblo había exigido en las calles en la víspera de los cambios electorales.
Se ha acusado a Pedro Castillo de tibieza y probablemente esto es cierto. Sin embargo, bajo mi punto de vista el problema es mucho más profundo y personalizar no nos ayuda a comprenderlo.
Cuando en las pasadas elecciones Perú Libre venció, recordemos en segunda vuelta y contra Keiko Fujimori, muchos nos entusiasmamos bajo la idea de que Perú había conseguido sobrepasar a Lima.
Siguiendo las lecturas de los libros de juventud del actual referente de la extrema derecha latinoamericana y española, Mario Vargas Llosa, nos podemos hacer una idea sobre qué significa la burguesía limeña y que papel juega en el desarrollo del país. Por tanto, esa síntesis, quizás simplista o quizás no, que oponía Perú y Lima cobra significación en el desarrollo de los acontecimientos. Una lucha de clases más allá del territorio pero escenificada por una diferencias sociales, económicas y políticas profundas.
Los problemas de Perú siguen estando presentes. Más aún la agudización de contradicciones que llevó a un “pez fuera del agua” como era Castillo a la presidencia se han ido acuciando cada vez más.
Perú es un país en proceso y desgraciadamente de momento solo estamos viviendo una pequeña parte de ese proceso.
Perú Libre de por sí era una combinación de sentires políticos que, además, tras la necesidad de pasar a segunda vuelta se le sumó el apoyo anti fujimorista que no necesariamente compartía un sentimiento de cambio profundo para el país.
Hemos visto como Castillo acudía a la OEA a pedir amparo. Ahí no fue tibio sino totalmente inocente. Es impensable creer después de distintas experiencias, la más reciente el caso de Bolivia, que semejante organismo no vaya a ayudar a caer a todo aquel que no le sea útil. Y esto es importante: Castillo no era útil para absolutamente nadie. Esto quedo claro cuando tras el anuncio de la disolución del parlamento y la convocatoria de elecciones, tanto la OEA, como EEUU, al unísono con Keiko Fujimori y algunos miembros del gobierno de Castillo acusaron al presidente de estar llevando a cabo nada menos que un golpe de estado.
¿De nuevo Castillo pecó de inocente?
Lo cierto es que es un extraño golpe de estado ese que lo que busca es solventar una crisis política y de gobernabilidad más que evidente con unas elecciones. Sin embargo, al parecer esta forma de resolución de conflictos no estaba entre sus competencias y es en este momento donde se produce el auténtico golpe de estado.
Dina Boluarte, vicepresidenta por accidente, pasa a ser la nueva presidenta interina del país. Reconocida inmediatamente por los actores que habían acusado a Castillo de golpista. El presidente es detenido y acusado de “incapacidad moral”.
Es difícil saber hacia donde se dirige Perú en estos momentos. Como dije inicialmente todas las contradicciones que nos han llevado al actual escenario siguen vigentes y aun reactivadas. En las calles se protestó por una nueva constitución, quizás esta pueda ser una de las consignas que unifiquen las fuerzas populares del Perú. Algo de suma importancia y más en el actual e impredecible contexto en el que nos encontramos.
En Perú no ocurrió nada diferente a lo que siguiendo el hilo de los hechos iba a acabar ocurriendo tarde o temprano. El gobierno de Pedro Castillo siempre tuvo una sentencia de muerte firmada.
DESESPERADO POR LAS REVELACIONES DE SUS AMIGOS QUE DENUNCIABAN LOS ACTOS DE CORRUPCION EN SU GESTIÓN EL IDIOTA PEDRO CASTILLO MAL ASESORADO DA UN DISCURSO EN SU CONDICION DE JEFE DE LAS FUERZAS ARMADAS Y PRSIDENTE DE LA REPUBLICA CERRANDO EL CONGRESO, LA FISCALIA, EL PODER JUDICIAL Y EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL. LO QUE NO ESPERABA EL CORRUPTO PRESIDENTE ES QUYE LAS FUERZAS ARMADAS Y LA POLICIA NACIONAL DEL PERU NO RESPALDARÍAN SU LOCA Y ESTUDIPIDA DECISIÓN, ACABANDO UN PAR DE HORAS DESPUÉS DETENIDO. LOS MIEMBROS DE SU ORGANIZACIÓN CRIMINAL HOY SALEN A DEFENDERLO MEDIANTE FALACIAS Y LEVANTANDO GENTE BAJO PREVENDAS. LA DEMOCRACIA SE DEFIENDE NO SE ENSUCIA CON EL CUENTO QUE ES UN POBRE CAMPESINO.