Periodista encarcelado: en Rusia importa, en Polonia no

Foto: Juan Teixeira

Para Pablo González no hay una sola palabra de apoyo desde el gobierno, tampoco de exigencia de cumplimiento de los Derechos Humanos hacia su persona por parte de las autoridades polacas que le siguen dispensando un trato que se salta todos los protocolos

Por Iñaki Alrui / LQSomos

Cuesta mantener la cabeza fría a la hora de escribir sobre el periodista secuestrado en Polonia Pablo González, y es que es casi imposible no toparse, un día tras otro, con un ejercicio de hipocresía por parte del gobierno de mi país, que es el mismo que el de Pablo González, y precisamente por ello, por lo de mi país, España, paso de la indignación a la vergüenza, del pavor a la rabia.

A la cabeza de la falsedad verborreica e institucional, siempre el Ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares Bueno, pura contradicción entre sus declaraciones a los medios o entre sus compromisos institucionales: “España es un país profundamente comprometido con los Derechos Humanos, cuya protección y promoción constituye un eje prioritario de nuestra política exterior. La libertad, la justicia y la paz se fundan en el respeto a la dignidad y a los derechos inalienables de todas las personas. España quiere contribuir a un mundo más libre, justo y en paz”. (Declaración en la web del ministerio, política exterior – derechos humanos)

Para Pablo González no hay una sola palabra de apoyo desde el gobierno, tampoco de exigencia de cumplimiento de los Derechos Humanos hacia su persona por parte de las autoridades polacas que le siguen dispensando un trato que se salta todos los protocolos y convenciones existentes sobre personas detenidas, y sí, en la Unión Europea, en un estado que también firma y practica la verborrea (bastante menos) sobre los tratados de Justicia y Derechos.

La chispa, el subidón de indignación asciende como el mercurio en el termómetro, a raíz de las declaraciones, firma, apoyo… para el periodista Evan Gershkovich, del diario estadounidense The Wall Street Journal, encarcelado en Moscú por supuesto espionaje. Bien, está bien que el gobierno se sume a estas peticiones. Y aunque desconozco el caso, no soy el único: les aviso de que la información sobre este tema que nos llega (igual que sobre todo lo relacionado con Rusia o la guerra de Ucrania) viene toda desde la máquina de propaganda yanqui, y los tenderos de la comunicación patrios se dedican a repetir tal cual.

Sería grotesco abrir una comparativa entre ambos casos, pero hay algunos datos de peso que son imposibles de obviar. Evan Gershkovich detenido a finales de marzo por parte de los “malotes” rusos ha tenido la audiencia ante el Tribunal de Moscú por su primer recurso interpuesto en solo 15 días, según declaraciones de su abogada, Tatiana Nozhkina, con la que cuenta desde el primer día, el periodista se pasa el día leyendo “Guerra y paz” de León Tolstói (Qué buen gusto!), ejercitando su cuerpo para estar en buena forma y viendo la televisión en sus ratos muertos… Se sabe que deberá permanecer por lo menos hasta el 29 de mayo en un régimen de prisión preventiva en el centro penitenciario de Lefórtovo, en la capital rusa, y se le acusa de espionaje y de trabajar con la inteligencia estadounidense. El mundo entero ha podido ver sus imágenes durante la vista en el Tribunal de Moscú, al que ha podido acceder la prensa internacional sin ningún impedimento, y poco más que decir, salvo desear que le pongan en libertad y pueda seguir ejerciendo su trabajo. Además, me congratula la asistencia y difusión sobre el caso contando con el apoyo incondicional que le presta su gobierno, y destaco la iniciativa de la carta de Declaración conjunta en la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la represión rusa de la libertad de prensa, firmada por cincuenta países pidiendo su libertad, entre ellos mi país, y el de Pablo González.

Ahora lo propio seria hablar de Pablo González, volver a contar, nunca es poco, las violaciones de derechos e incumplimientos hacia su persona. Pablo fue detenido por los “buenotes” de este conflicto bélico, Polonia. Desde el primer momento de su detención, 28 de febrero 2022, ha permanecido en aislamiento, 23 horas al día en una celda sin luz natural, la otra hora es un paseo en un patio de 7 m2, prácticamente sin comunicación con el exterior, esposado cada vez que sale de su celda, ya sea para hablar por teléfono (muy pocas veces) o para entrevistarse con el equipo jurídico que lleva su caso en Polonia. Clasificado como “preso peligroso” desde el primer día, estas condiciones resumen los catorce meses que lleva “secuestrado”.

En su caso, la prensa internacional no ha podido asistir al juicio, por el simple hecho de que no ha habido juicio, y eso después de más de un año encarcelado, ni siquiera acusación formal.

En todo este tiempo solo ha tenido el mínimo apoyo consular español, lo básico fuera de nuestras fronteras por parte del estado español, es decir: unas pocas visitas del cónsul, pero cero negociación o presión de nuestro gobierno. No solo es que el gobierno no ha mostrado ningún interés, o que ha guardado un silencio cómplice con esta surrealista e inhumana situación, es que además el Ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, declaraba ante el programa líder de las cloacas de la información que las acusaciones contra Pablo “son muy graves” (todavía seguimos esperando saber cuáles son, 14 meses después…). Por lo demás, fueran leves o graves, tiene el mismo derecho a ser juzgado. El ministro, además, mintió descaradamente sobre la situación de Pablo en prisión, con pedradas al estilo de “Yo he verificado que sus derechos fundamentales están siendo respetados”.

Copio y pego las palabras de mi admirada Teresa Aranguren, que escribía recientemente: “Pasó el verano, pasó la Navidad, entró un nuevo año, llegaron las vacaciones de Semana Santa, asoma la primavera… Y Pablo González continúa encerrado en una cárcel polaca. Lleva encarcelado un año y casi dos meses y no hay ninguna garantía de que el próximo 24 de mayo, fecha en la que supuestamente se revisará el mantenimiento de la prisión preventiva, ésta no sea prorrogada una vez más.”

Y todo en medio de un clamoroso silencio mediático, roto a cuenta gotas por poquísimos medios. Y todo en medio de un clamoroso silencio político, roto a cuenta gotas por muy escasas voces.

Termino con una coletilla que hago habitual y no puedo evitar añadir cada vez que entro en este tema: “Si a Pablo González le hubieran detenido en Venezuela, Cuba, China, Corea del Norte o Rusia, no habría día que no fuera noticia en los informativos, columna en periódicos, crónica en radios, de protestas diplomáticas, de visitas de estado… pero a Pablo le han detenido en Polonia, un país que desde el inicio del conflicto bélico ha pasado de ser criticado por sus socios europeos a estar bendecido por la hipócrita política común”.

PS: Se acaban de cumplir veinte años del asesinato del cámara José Couso cuando cubría la guerra de Iraq, después de ser alcanzado por un proyectil estadounidense lanzado de forma premeditada desde uno de los tanques que paseaban por Bagdad. El asesinato de José Couso ha sido ignorado por los respectivos gobiernos españoles desde 2003, sigue sin Justicia.

Y ya puesto mencionar, recordar a Julian Assange, el peligroso informador que abrió al mundo cuatrocientos mil reportes sobre la guerra de Irak, 90.000 sobre la guerra en Afganistán, 800 desde la prisión de Guantánamo y más de 250.000 cables diplomáticos redactados en varias partes del mundo, con un fondo común: la violación constante de los Derechos Humanos por parte de Estados Unidos. Encarcelado y pendiente de extradición.

¿Dónde están las garantías de DERECHO de un estado europeo?
#DerechosHumanos #LibertadDeComunicación #FreePablo #PabloGonzálezLibertad #PavelAskatu

– Libertad para Pablo – Free Pablo

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