Pedro Sánchez anuncia un ‘gran plan nacional’ de militarización: la industria bélica se frota las manos

El gobierno de Sánchez se ha convertido en un títere de Bruselas, incapaz de articular una postura independiente que priorice las necesidades de la población sobre las demandas de las élites económicas y militares.

Por Javier Guijarro | 26/03/2025

El Presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, ha anunciado este 26 de marzo un ambicioso «gran plan nacional» para aumentar el gasto militar, alineándose con las exigencias de la OTAN y las directrices belicistas que emanan de Bruselas. En su discurso, Sánchez ha intentado tranquilizar a la población asegurando que esta militarización se llevará a cabo «sin tocar ni un céntimo del gasto social». Sin embargo, esta promesa no es más que una falacia destinada a ocultar la cruda realidad: un incremento en las partidas militares inevitablemente implicará recortes en el gasto social y un mayor endeudamiento público, una carga que recaerá, como siempre, sobre los hombros de la clase trabajadora.

La mentira de Sánchez: recortes sociales y deuda pública

Es un hecho económico elemental que los recursos de un país son finitos. España, con una deuda pública que supera el 104% de su PIB, no está en condiciones de financiar un aumento significativo del gasto militar sin comprometer otras áreas esenciales. La afirmación de Sánchez de que no se tocará el gasto social es insostenible: o bien se recortan partidas destinadas a sanidad, educación o pensiones, o bien se incrementa el endeudamiento para sostener esta deriva militarista. En ambos casos, el resultado es el mismo: un empeoramiento de las condiciones de vida del pueblo trabajador. Los hospitales seguirán desbordados, las escuelas continuarán deteriorándose y las pensiones perderán poder adquisitivo, mientras los fondos públicos se destinan
a tanques, misiles y contratos multimillonarios con la industria armamentística.

La historia reciente lo demuestra. En 2023, el gobierno de Sánchez ya aprobó incrementos extraordinarios en el presupuesto militar por valor de 8.700 millones de euros, mientras los trabajadores enfrentaban subidas salariales por debajo de la inflación y una reforma laboral que precarizaba aún más sus condiciones. Este patrón se repetirá con el nuevo «gran plan nacional», y la clase trabajadora será quien pague el precio de las ambiciones bélicas de la élite capitalista.

Una campaña mediática para justificar la guerra

No es casualidad que, junto al anuncio de Sánchez, haya surgido una campaña mediática sensacionalista orquestada por el gobierno y respaldada por una mayoría de medios de comunicación alineados con los postulados de Bruselas.

Esta ofensiva busca generar miedo e inseguridad en la sociedad, amplificando amenazas externas y pintando un panorama de caos global que justifique los créditos millonarios destinados a la guerra. Se nos habla de «rearme necesario» y de «solidaridad con Europa», pero tras estas palabras vacías se esconde un objetivo claro: beneficiar a la industria armamentística y a la burguesía que la controla. Empresas como Airbus, Navantia o Indra, vinculadas al gran capital, se frotan las manos ante la perspectiva de jugosos contratos, mientras el pueblo ve cómo sus recursos se desvían hacia la maquinaria de la muerte.

España: un Estado sin soberanía

Esta deriva militarista pone en evidencia una verdad incómoda: España carece de soberanía. Su política de defensa no responde a los intereses de su pueblo, sino a las órdenes de la OTAN y la Unión Europea, instituciones que sirven como herramientas del gran capital transnacional. El gobierno de Sánchez se ha convertido en un títere de Bruselas, incapaz de articular una postura independiente que priorice las necesidades de la población sobre las demandas de las élites económicas y militares.

La sumisión de España a estos intereses externos no es nueva, pero el «gran plan nacional» de Sánchez marca un punto de inflexión: el Estado español se entrega plenamente a la agenda belicista del imperialismo occidental, sacrificando cualquier atisbo de autonomía.

La necesidad de resistencia y la salida de la UE

Frente a esta locura sin sentido, es imperativo que la clase trabajadora se organice y oponga resistencia. Debemos denunciar al gobierno de Sánchez por su papel de marioneta al servicio de Bruselas y rechazar este «gran plan nacional» que solo traerá miseria y conflicto. Pero no basta con criticar al Ejecutivo: es indispensable salir de la Unión Europea, una estructura supranacional que no responde a los intereses del pueblo trabajador, sino a los de las grandes corporaciones y los poderes financieros. La UE, lejos de ser un proyecto de paz y solidaridad, se ha convertido en un instrumento de militarización y explotación, y permanecer en ella equivale a condenarnos a un futuro de recortes, deuda y guerras ajenas.

Ha llegado el momento de poner fin a esta deriva militarista. La clase trabajadora no puede seguir sosteniendo con su sudor y su sufrimiento las ambiciones de una burguesía que lucra con la destrucción. Es hora de decir basta, de romper con las cadenas de Bruselas y de construir un futuro basado en la justicia social, no en los tambores de la guerra. La lucha contra el plan de Sánchez y la salida de la UE son pasos ineludibles para recuperar la soberanía y terminar con esta locura sin sentido.

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