Según la ONG Caminando Fronteras, la ruta Canaria se cobró la vida de al menos 4.016 personas muertas o desaparecidas, de ellas 628 eran mujeres y 205 niños en el año 2021
Por Pepe Aguza / Colectivo Prometeo
Durante la última semana hemos estado asistiendo al lamentable bombardeo informativo de la desaparición del sumergible turístico de lujo Titán de la empresa OceanGate, en el que perdieron la vida cinco caprichosos aventureros millonarios por ver los restos del Titanic. Sin embargo, poco importa al mundo la muerte y desaparición de miles de criaturas, que huyendo de la miseria, la hambruna y la guerra, intentan cruzar el Mediterráneo, en precarias y desastrosas pateras atestadas de personas, sin que los países intenten poner remedio eficaz a este triste éxodo, mientras estos magnates no saben en qué despilfarrar sus riqueza.
Tres países, Estados Unidos, Canadá y Francia, han desplegado todos los medios, recursos humanos, militares y económicos para intentar encontrar a estas personas, mientras cuando se trata de inmigrantes africanos poco se hace, llegando incluso a rechazarlo en algunos casos al llegar a ciertas costas europeas, salvo por la ayuda proporcionada por parte de pescadores en muchos casos, ONG igualmente presionadas en ocasiones o embarcaciones privadas.
Es lamentable la pérdida de cualquier vida humana, pero mucho más triste es comprobar como su valor es diferente dependiendo de su origen o situación económica.
La aventura de los cinco tripulantes del Titán, les costaba a cada uno 250.000 dólares y la infructuosa operación de rescate con barcos, robots submarinos y aviones, se calcula que superan los seis millones de euros.
Realmente no se sabe exactamente cómo ni cuando se produjo la tragedia que costó la vida de Stockton Rush, director ejecutivo y fundador de OceanGate, la empresa del Titán, al empresario paquistaní, nacionalizado británico, Shahzada Dawood y su hijo Suleman, al millonario británico Hamish Hardin y al ex-comandante de la Armada Francesa Paul-Henry Nargeolet, miembro del Instituto Francés para la Explotación del Mar.
Lo cierto es que esta curiosidad personal, que poco a nada contribuye al bienestar humano, bien podría dirigirse en otro sentido, que sin eludir la aventura, podría aportar inversiones y beneficios en países desfavorecidos del tercer mundo, lo que de alguna manera mejorarían las condiciones de vida de sus gentes.
Durante más de una semana, todas las páginas de la prensa escrita, informativos y programas de las diferentes cadenas de radio y televisión, ocupaban gran parte de su tiempo, dando prioridad para ofrecer imágenes y entrevistas sobre la desconocida situación del submarino y sus tripulantes. Sin embargo, raro es el día en que no se produce algún desembarco o hundimiento de alguna patera en aguas del Mediterráneo o intento de llegar a Canarias o costas europeas, sin que el viejo continente tome medidas eficaces para evitar la situación, así como mejorar las condiciones de vida en sus países de origen.
Según Frontex, la agencia fronteriza de la Unión Europea, los tres principales países de origen de los emigrantes que llegan a través del Mediterráneo, son Costa de Marfil, Guinea o Pakistán, seguidas en menor medida de Líbia o Marruecos, entre otros.
Según la ONG Caminando Fronteras, la ruta Canaria se cobró la vida de al menos 4.016 personas muertas o desaparecidas, de ellas 628 eran mujeres y 205 niños en el año 2021.
A ello deberíamos añadir los naufragios de otras muchas rutas, tanto en España por el Estrecho, como el Mar de Alborán o la ruta de Argelia, donde se producirían en el mismo año más de 388 víctimas mortales, en los más de cincuenta naufragios de estas zonas, todo ello sin tener en cuenta en menor medida las llegadas a Baleares.
La tensión con Marruecos supondrían la desaparición de 481 víctimas desaparecidas en el mes de mayo, llegando a ser el más trágico el de agosto con 657 víctimas en hundimientos de cayucos y pateras.
Pero más lamentable son las informaciones del primer trimestre de 2023, considerado el más mortífero en el Mediterráneo central desde 2017, según datos de la Organización de la ONU para las Migraciones, registrándose 441 muertes entre enero y marzo de 2023, lo que se debe en parte a la falta de respuesta efectiva por parte de Europa, así como a los obstáculos que se imprimen a las ONG colaboradoras en la zona.
Según Antonio Vitorino, director general de la Organización Internacional para las Migraciones, en estas rutas del Mediterráneo central, se han producido desde 2014 más de 21.300 muertes, algo totalmente intolerable.
La falta de respuesta o la intimidación a embarcaciones privadas y ONG, han supuesto este mismo año, aproximadamente una decena de incidentes, ocasionando más de 130 muertes de inmigrantes.
En febrero el barco Geo Barents de Médicos sin Fronteras, fue abordado y detenido por las autoridades italianas, siendo liberado posteriormente tras presiones sociales y el pago de una fuerte multa, por prestar asistencia humanitaria de salvamento marítimo, en aplicación de la reciente legislación del Senado italiano, lo que para Naciones Unidas es algo muy peligroso y preocupante. El 25 de marzo pasado se producían algunos hechos más que deleznables, como cuando guardacostas libios disparaban al aire para evitar que el barco de la ONG Ocean Viking respondiera al aviso de una embarcación de goma, o al día siguiente, el domingo 26 el buque Louise Michel sería detenido en Italia, tras haber rescatado a 180 personas en el mar.
Según datos oficiales, en lo que va de año han llegado a Italia alrededor de 57.000 inmigrantes y refugiados, en los tres primeros meses de 2023 llegaron a España 4287 inmigrantes de forma irregular.
Otro de los bochornosos espectáculos podíamos verlo hace solo unos días, cuando en una pequeña embarcación, viajaban unas 800 personas, que acabaría volcando y naufragando frente a las costas de Pylos, desapareciendo alrededor de 500 personas, muriendo 81 y siendo rescatadas 105, que habían pagado entre 4000 y 6000 euros por el viaje a las mafias, hipotecando por muchos años sus vidas y las de sus familias.
También en estos días, las autoridades italianas registraron unas 1100 llegadas de inmigrantes en menos de 24 horas a la isla de Lampedusa, arribando más de veinte embarcaciones el pasado domingo 18 de junio.
Los Estados Europeos no pueden seguir mirando para otro lado e ignorar esta permanente tragedia humana, debiendo poner todos los medios para socorrer y evitar este permanente crimen.
Recientemente, los abogados Juan Branco y Omer Shatz, han presentado una denuncia en cuya redacción han colaborado grupos de abogados, asociaciones y decenas de estudiantes, ante la Fiscalía del Tribunal Internacional contra la Unión Europea y sus estados miembros, por crímenes contra la Humanidad por su política migratoria.
El trabajo detalla la situación geopolítica del Mediterráneo central y en Libia, tras haber establecido los elementos del crimen bajo el Estatuto de Roma y acusan desde funcionarios y comisarios de la Unión Europea hasta la participación de miembros de la Guardia Costera de Libia en el contrabando y tráfico de inmigrantes.
En definitiva, por no extenderme más, creo necesaria una reflexión sobre las actividades de ocio y las necesidades vitales humanas: el lujo y el derroche frente a la miseria, la pobreza, el hambre y la represión.
Los grandes poderes económicos y la Unión Europea, han de ponerse a trabajar para evitar estos desequilibrios, que por otra parte evitarían la inmigración, el desarraigo social y familiar, mejorando la calidad de vida en aquellos países pobres.
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