¿Por qué la escalada de violencia? Esto es reflejo de la reconfiguración del sistema mundial. Por eso debemos realizar un enfoque sistémico desde el punto de vista geopolítico, económico y mediático por las múltiples formas que adquiere esta confrontación mundial.
Por Martín A. Martinelli
Esa geografía resulta controvertida para explicarla solo tomando una foto del presente. ¿Qué relación particular tienen con esta porción de territorio, relativamente escueta, que no posee grandes yacimientos, o riquezas en materias primas? Es un sitio nuclear a nivel geoestratégico y geopolítico.
¿Por qué la nueva escalada de violencia? Esto es reflejo de la reconfiguración del sistema mundial. Tres factores del tablero global contextualizan este nuevo derramamiento de sangre. La influencia de EE.UU. y su declive relativo en Medio Oriente, más el desgaste del conflicto en Ucrania, el poderío de China y su alianza con Rusia. influencia de EE.UU. y su declive relativo en la región y en Medio Oriente. Por eso es crucial comprender la importancia de analizar el contexto regional y las implicaciones geopolíticas de esta cuestión.
Si bien esta violencia es cíclica, muestra cómo cambió el mundo sobre todo desde 2013-2014. Estamos ante una crisis de largo plazo de Estados Unidos, un declive relativo en varios aspectos económicos, así como mantiene primacía financiera y en tecnología, está siendo puesta en cuestionamiento su hegemonía mundial. Se orienta con el “pivot asiático” desde Obama en 2011, previo al 2013 de la Franja y la Ruta, y al freno de Rusia y China a la inminente destrucción de Siria que hubiese sido el corolario de las destrucciones de Iraq (1991 y 2003), Afganistán (2001), Libia (2011). Entonces, retrocede en algunos lugares clave como Medio Oriente, donde China y Rusia avanzan.
Estados Unidos en su estrategia de no ceder aún más su primacía, viene usando su expansión e intervención militar. Tres zonas de tensión se erigen como principales y una cuarta, Europa del este con Ucrania-Rusia y el llamado Medio Oriente, Israel-Irán, y Taiwán en el Asia Pacífico con China, además la zona del Sahel muy revolucionada por movimientos emancipadores o de una “segunda oleada de independencias” podríamos catalogar, al menos en el África atlántica.
El esquema de violencia simbólica y material a nivel mundial, desde 1945 sobre todo, se acrecentó en el 2001, con lo que ellos denominaron la “guerra contra el terrorismo”. Ahora se está tratando de renovar en esta reconfiguración del sistema mundial, con el ascenso del poder chino acompañado de la alianza estratégica con Rusia, a los que se suma Irán.
Ucrania como eje confrontativo está más erosionado. Se añade un proceso de desdolarización incipiente por la planificación al respecto de los grandes poderes emergentes que buscan de esa manera equilibrar el poder mundial, y sortear el arma de las sanciones económicas estadounidenses como sucedió con Rusia o Irán. Se reconfigura el sistema mundial también por los diez años de la “Franja y la Ruta”. Tenemos ejes de tensión en esas rutas y la reconciliación entre Arabia Saudita e Irán. Es un error analítico observar sólo lo que sucede en Palestina-Israel y disociarlo de su contexto regional y mundial.
El BRICS+ lo cambia todo, o casi
La clave es la ampliación del BRICS+ (más las elecciones de Estados Unidos en 2024) a once países: Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita e Irán (más Argentina). Conforman un nuevo eje de acercamiento a Eurasia, de aumento de la producción del petróleo y los pasos geoestratégicos a nivel mundial que surcan la región como el Canal de Suez, los Estrechos de Bab el-Mandeb y el de Ormuz. A excepción de Rusia, son países colonizados o semicolonias de las potencias del G7 en los siglos recientes.
Es un cambio trascendental que abre nuevas posibilidades de relación, intercambio, a nivel simbólico, pero más que nada a nivel geoestratégico, geopolítico y geoeconómico. Con la posibilidad de equilibrar en varios sentidos el tablero mundial dado que con el mayor dominio occidental de las organizaciones internacionales, económicas y financieras, además de las militares, (OTAN, FMI, Banco Mundial, el uso del dólar) el escenario cambió al menos en ese sentido y un grupo de países defiende de manera organizada y conjunta.
Representa “una explosión sistémica en el orden internacional” según Fiori. Genera expectativa no solo entre sus once miembros, sino en lo que contagia hacia el resto. Adquiere un matiz planetario, se ensambla con la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) (China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Pakistán, India e Irán), con la OPEP+ y la UEEA (Unión Económica Euroasiática). Se entretejen nuevos vínculos mundiales con una óptica que desafía a la Tríada.
Estos organismos socavan el poder hegemónico de los fomentados por Estados Unidos desde Bretton Woods, como el FMI, Banco Mundial y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN 1949-continúa). Podrían gestarse así un abanico de posibilidades con más dimensiones y una oportunidad de unificar las políticas de Nuestra América o Medio Oriente para tratar con las potencias.
Una alianza de tal magnitud refleja los desplazamientos geoeconómicos y tectónicos que implican un rebalanceo hegemónico del sistema capitalista. Entre ellos la posibilidad de que no se tase o comercialicen el gas y el petróleo bajo la égida del dólar. Un cambio sistémico en aumento desde la crisis capitalista del 2008, luego con el anuncio de la BRI de 2013 del que se cumple su primer decenio. Las relaciones tanto culturales, económicas e incluso en tecnología, incluyendo la energía nuclear, serán favorecidas por sus incorporaciones en este proyecto multipolar. Podría a mediano plazo establecer un nuevo paradigma de transición energética hacia las energías renovables desde esos mismos países. Pese a ello, sigue aumentando la desigualdad al interior de las sociedades tanto de los países al interior del BRICS+ como al exterior, y esa es la cuestión a resolver.
El BRICS+ o BRICS 11 implica el rediseño de políticas económicas y financieras que abarcan varios continentes y por lo tanto adquieren una relevancia mundial. Las nuevas incorporaciones indican la sumatoria de recursos estratégicos en la actualidad energéticos, territoriales, de población y de ubicaciones geoestratégicas. Por lo cual la organización de estos países con una visión colectiva y establecer otro tipo de relaciones entre los países respecto a las que hemos presenciado sobre todo desde la caída del muro y el desarrollo del llamado neoliberalismo, genera una expectativa cierta de cambiar “el orden basado en reglas”. Y eso se evidencia, por ejemplo, en el pago de Argentina al FMI en yuanes, y en equiparar la dependencia del dólar en muchos otros países.
Palestina-Israel uno de los epicentros de la nueva guerra fría o híbrida
El ejército de Israel es un bastión del sistema imperial de Estados Unidos y la OTAN que posee armas nucleares y la tecnología destructiva más moderna, con las cuales enfrenta a una guerrilla y a una población civil. Si bien ambos pueblos sufren, la asimetría del poder entre los contendientes y la situación de avance colonial israelí, muestra quién debería frenar su postura bélica. Se sostiene gracias a su rol coimperial de apéndice del sistema imperial (Katz, 2023) liderado por Estados Unidos. En esa región, en esta continuidad de más de dos décadas llamada guerra contra el terror, los costos humanos están siendo terribles, millones de refugiados, de muertos y de afectados en toda la región.
Joe Biden en el Congreso, en 1986, afirmó: “Israel es la mejor inversión de 3.000 millones de dólares anuales que hacemos. Si no existiera Israel, Estados Unidos tendría que inventar un Israel para proteger nuestros intereses en la región.” La mayor ayuda militar exterior en un escenario de disputa como Medio Oriente que acelera o anticipa los cambios sistémicos a nivel mundial.
El pequeño país de la costa Mediterránea dirige tres políticas hacia Palestina. Primero, un Master Plan de judaización, de desarabización, de generar una mayoría de población judía por una cuestión de mayoría política y basados en un racismo estructural. Podemos diferenciar entre la forma utilizada en Jerusalén, declarada capital única, indivisible y eterna en 1980 de manera unilateral y con la intención de minar (hace cuarenta años) la posibilidad de que los palestinos logren su autodeterminación, su autogobierno. La Colonia Maale Adunim tiene como objetivo diseccionar a Cisjordania en dos, o lo que queda de ella.
El plan para el territorio se cumple en Al-Quds/Jerusalén de manera exponencial. Una ciudad “corpus separatum” internacional según la injusta recomendación de partición de la Declaración 181 de 1947 de la ONU, dada su condición de sacralidad para tres religiones monoteístas que consideran emplazamientos como la Explanada de la Mezquita para los musulmanes –1600 millones de creyentes–, el Muro de los Lamentos para los judíos –15 millones– y el Santo Sepulcro para los cristianos –2400 millones–.
Segundo, en Cisjordania, donde también se pretende una anexión territorial, que quiso legitimarse en 2020. La expulsión por goteo sucede a las deportaciones masivas de 1948 y 1967, y las de este año. Las colonias de asentamiento (colonialismo del siglo XXI), el órgano de conquista territorial israelí, crecieron al doble de la tasa de crecimiento de las demás zonas de Israel. Lo antedicho se complementa con la estrategia para la denominada “Judea y Samaria” (nombres de la Torá) Cisjordania, una serie de carreteras, puestos de control, colonos armados y preparados ideológicamente para avanzar contra sus vecinos palestinos, y una presencia cotidiana del ejército israelí a todo nivel, o sea, de un ocupante contra un pueblo impedido de ejercer su soberanía.
Tercero, Israel, único poseedor de armas nucleares en la región y de las más sofisticadas, irrumpe con asesinatos masivos sobre la Franja de Gaza en 2023, tras lo hecho en 2008-2009, 2012, 2014, 2021, 2021. Este territorio bloqueado por tierra, mar y aire, recibe bombardeos a poblaciones enteras, que intentan resistir con lanzamientos de cohetes, cuyo poder es diametralmente opuesto. En síntesis, Israel pretende colonizar y arrebatar estas tierras, controlar mediante sus fuerzas militares de ocupación, el resultado es una serie de poblaciones inconexas o bantustanes al estilo sudafricano.
Terrorismo, apartheid, resistencia, BDS
Las microviolencias cotidianas se hacen menos perceptible para los medios, o más bien, estos eligen no mostrarlas. ¿Cuál es la intención detrás del término terrorismo? Se trata de un concepto tergiversado hasta la pérdida de su posible significado, a la vez que usado con una intencionalidad acrítica, para luego incursionar contra un país en particular. Cuando no cabe duda alguna de que el capitalismo es el eje de todas las disyuntivas de los últimos cinco siglos, y sobre todo de estos los últimos dos, acentuada aún más por la la disolución de la Unión Soviética. Promediando estas últimas tres décadas, la “Guerra Global contra el Terrorismo” (GWOT) fue virando hacia la “Competencia entre los Principales Poderes” (GPC). La GWOT es la denominación que busca ocultar el dispositivo de destrucción y reconfiguración del Medio Oriente.
Diferentes organizaciones han comprobado que Israel ha establecido un régimen del apartheid que oprime al pueblo palestino. En derechos humanos la israelí B’Tselem (2021) manifestó: “El régimen israelí promulga en todo el territorio que controla (territorio soberano de Israel, Jerusalén Este, Cisjordania y la Franja de Gaza) un régimen de apartheid. Las políticas israelíes pretenden perpetuar la supremacía de un grupo, los judíos, sobre otro, los palestinos. Rechaza la percepción de Israel como una democracia (dentro de la Línea Verde) que defiende una ocupación militar temporal (más allá)”. Además, concluyó: “… la divisoria para definir al régimen israelí como un régimen de apartheid se ha cumplido después de considerar la acumulación de políticas y leyes que Israel diseñó para afianzar su control sobre los palestinos.”
La Cuarta Convención de Ginebra prohíbe de manera explícita la transferencia de la población civil de la Potencia ocupante al territorio que invade. Y tanto el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como la Corte Internacional de Justicia (CIJ) decretaron la ilegalidad de los asentamientos israelíes en Cisjordania.
La Franja de Gaza es la prisión a cielo abierto más grande del mundo. Esto fue beneficiado por recursos israelíes, en los inicios, a fines de los ´80, Israel apoyó a Hamas para dividir al movimiento palestino. La intención fue fragmentarlos como movimiento político, nacional, en lo geográfico y en la jugada estratégica de derribar los regímenes nacionalistas laicos de la región. Hamas es un movimiento político que tiene un brazo armado, las Brigadas Izzedin Al-Qassam, como Israel tiene un ejército, que por la disparidad de poder usan ambas formas diferentes pero criticables de violencia. El contraste es el contexto y la circunstancia previa, más allá de los resultados desiguales y de la manipulación mediática.
Existe resistencia palestina al apartheid, pacífica (como el Boicot, Desinversión y Sanciones BDS) y a veces violenta, a través de los reclamos de los derechos humanos y de formas de resistencia armada. La situación de invasiones previas trastoca el escenario territorial y la población de ambos países paga las consecuencias, desiguales también, como todo lo que allí sucede.
La incursión palestina en territorio israelí está relacionada con un largo período de opresión previa, a diario, de los palestinos en general, tanto en Cisjordania como en Gaza. Aunque eso no la justifique, la contextualiza en las espirales de violencia de ese territorio. La Franja de Gaza es uno de los lugares más densamente poblados del mundo. Tienen muy pocas horas de luz diaria y escasa disponibilidad de agua potable.
Los Acuerdos de Oslo de 1993 buscaron no volver a sufrir intifadas –que igualmente ocurrieron–, o que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) controlara a los palestinos más revolucionarios. ¿En qué difiere esto de cualquier monopolio del ejercicio de la violencia de otros Estados? Los israelíes buscan conquistar más tierras, pero el dispositivo falla al no considerar una población palestina. Continúan con sus planes de anexión y desde 1967 cada vez más, la población palestina queda engullida en una telaraña de poblados israelíes, pero sin tener los derechos que le proporcionaría esa ciudadanía.
La disputa, desigual en la mayoría de los aspectos, se produce en aristas como la geográfica, la histórica, la lingüística, la arqueológica, la artística y uno que quiebra el balance, como es y ha sido la mediática. Sin embargo, el poderío tecnológico y militar israelí es garantizado por la máxima potencia histórica en ese sentido que le promete abiertamente una “ventaja militar cualitativa” en la región, el Pentágono, el gran maestro de las marionetas.
Martín A. Martinelli es Doctor en Ciencias Sociales, Historiador. Universidad Nacional de Luján (Argentina). Coordinador del Grupo Especial Revista Al-Zeytun / CLACSO «Palestina y América Latina» (2019-2022) por el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (Universidad de Buenos Aires). Director del Observatorio Geohistórico (UNLu). Autor del libro “Palestina (e Israel). Entre intifadas, revoluciones y resistencias (2022)”. https://www.researchgate.net/
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