Pablo Hasel en la cárcel y el padre de Felipe VI contra Revilla

Cada día que renuncian a una victoria segura a favor de la libertad y la democracia contribuyen a su degradación porque todo autoritario de verdad se siente por encima de la ley.

Por Domingo Sanz | 8/05/2025

El padre de Felipe VI ha presentado una demanda contra Revilla porque no le gusta lo que ahora opina de él. “El ‘fugao’ ha sido mi mayor decepción” acaba de pregonar en la Festa de Troita de A Pontenova.

El de Cantabria no es tonto y, además, lleva décadas en política, detalles que confirman lo muy eficaces que, hasta el elefante de 2012, fueron todos los gobiernos a la hora de ocultar a la sociedad el indecente comportamiento del padre de Felipe VI durante su reinado, algo que conocían perfectamente, pues nunca olvidaré el “no me arrepiento” del ex ministro Narcís Serra tras desvelar, en 2022, que “autorizó al CESID (hoy CNI) para ocultar los devaneos de Juan Carlos I cuando era rey”.

Traduzco lo de “autorizar al CESID” por “dar órdenes al CESID” porque las jerarquías no funcionaban al revés durante los gobiernos del PSOE felipista, y quedo a la espera de que alguien ponga una encuesta en Internet para preguntar quién nos merece más confianza, si el expresidente de Cantabria o el padre de Felipe VI.

Y mientras Felipe VI mira para otro lado por si así nos olvidamos de que su padre es su padre, una pose que me recuerda la tan imposible como cutre “renuncia” a la herencia que comunicó en 2020 aprovechando que nos gobernaba el estado de shock provocado por el COVID, resulta que Pablo Hasel, otro “ciudadano de a pie” cuyo mayor delito también fue hablar, a veces rapeando, lleva más de tres años en prisión, y allí seguirá hasta 2027 si nadie lo remedia, siendo «nadie» los dos o tres diputados de la mayoría de la investidura que, tan valientes como inexistentes hasta la fecha, se atrevan a fortalecer la democracia llamando a Sánchez para decirle que se olvide de aprobar nada con sus votos en el Congreso, sea lo que sea, mientras Hasel siga en la cárcel, que las libertades proclamadas en la Constitución son lo más importante.

Descartando a todos los que están a la derecha del PSOE, incluyendo a los del PSOE, me avergüenza afirmar que, hasta hoy, los de SUMAR, Podemos, ERC, Junts, PNV, EH Bildu, BNG y quizás algún otro son los responsables de la situación de Pablo Hasel.

En cambio, el también condenado Valtonyc eligió el exilio y, mira por dónde, consiguió en Bélgica que su Tribunal Constitucional anulara una ley de 1847 que, aunque ya se habían olvidado de su existencia de tanto no usarla, castigaba las injurias a la Corona, un “delito” que se dieron cuenta que era contrario a su actual Constitución y que, de paso, sirvió para rechazar la extradición del rapero que se reclamaba desde el Reino de España y que, además, le permitió ahorrarse una justicia europea que le salió mal a Hasel, pero cuyas sentencias la española respeta al ritmo que le interesa en cada caso, véase la que favoreció a un tal Otegui..

¿Acaso les hacen falta más pistas a los miembros del Congreso español para que comprendan que, si quieren, pueden?

Cada día que renuncian a una victoria segura a favor de la libertad y la democracia contribuyen a su degradación porque todo autoritario de verdad se siente por encima de la ley.

Entonces vuelvo al Revilla diciendo que es “mezquino que un rey inviolable demande a un ciudadano de a pie” y recuerdo también que el próximo 9 de mayo se cumplirán tres años desde que Carmen Calvo informó que, unos meses antes, la “Casa Real”, a la que llamaré Felipe VI porque quien manda, manda, no quiso renunciar al privilegio que le permite cometer delitos.

Lo reveló en un instante inolvidable durante ese paréntesis de libertad que la convirtió en valiente porque ni era la vicepresidenta del Gobierno que había sido, ni la presidenta del Consejo de Estado que es ahora.

Por tanto, nada sabemos de Felipe VI, tal como durante tanto tiempo nada supimos de las fechorías de su padre, tan protegido durante tantos años por las instituciones y los espías del Gobierno.

Pero lo que sí sabemos de él es que, al igual que su padre consiguió acabar, en los años 90, con el programa de humor de Mikimoto en la televisión catalana, a Felipe VI la libertad de expresión de un rapero le importa un bledo, pues, a falta de dos diputados valientes, un solo gesto que le hiciera a Pedro Sánchez sería suficiente para que Pablo Hasel saliera de la cárcel.

¿O acaso Felipe VI no se mete nunca en política?

Que le pregunten a un tal Rajoy como se llama el rey que un 3 de octubre y más MASUFA que nunca (art. 62.h de la C.E.), le dejó muertas para siempre las ganas de enfrentarse al Pedro Sánchez que decidió presentar una moción de censura menos de un año después.

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