Otra vez las pensiones

Bajo el anuncio del colapso del sistema se trata de abrir una vía en la que cada vez más vayan fluyendo los fondos a manos privadas.

Kike Parra

Es difícil prever el futuro inmediato del sistema público de pensiones si en el análisis de la cuestión solo atendemos a las reformas parciales inmediatas aislando otros elementos que son fundamentales para entender hacia dónde caminamos en este aspecto.

Bajo esta perspectiva, el aumento de las cotizaciones sociales en un 0,6 pareciera una apuesta decidida a la consolidación, refuerzo  y garantía por la sostenibilidad del sistema público de pensiones. Máxime cuando el problema prácticamente había tenido hasta la fecha, la única vía de actuar trasladando la cuestión al gasto y no atendiendo al ingreso.

La salida de la mesa de negociación de la patronal, todavía escenifica mejor esa visión progresista de los acuerdos adoptados.

Aquí la cuestión es si la patronal, sumida en esta crisis estructural y profunda del capitalismo, no puede asumir realmente esa miserable subida de las cotizaciones, impidiéndole por tanto remontar la caída tendencial de la tasa de ganancia en un momento que ha tocado arrebato para lograrlo; o bien, es un paripé y un gesto retórico o de postureo, sabiendo que en la recámara hay medidas de sobra que compensarán esa preocupante pérdida de “capacidad competitiva”.

La repercusión sobre el salario para aquellas cotizaciones mínimas será de un descenso de 12,6 euros menos al año, algo que parece poco, pero que añade sal y pimienta a un deterioro (ya bastante aderezado en los últimos años) de los salarios; mientras que para las empresas representará 63 euros al año, algo que a las claras es un dispendio por “encima de nuestras posibilidades”.

La voluntad real de garantizar y reforzar el futuro de las pensiones y dar un retiro digno, no a las personas mayores, que ya lo tienen, aunque no como debieran, sino a nuestros y nuestras ahora jóvenes, pasaría por colocar medidas decididas a garantizarlas. Herramientas para ello hay muchas y variadas, que no han subido las pensiones y los sueldos a la par que la productividad, pero claro, eso no es en  ningún caso del agrado empresarial.

La mayoría de los autodenominados politólogos, en el mejor de los casos,  yerran en sus análisis o repiten consignas sin tener presente lo certero o no de los elementos hipotéticos considerados para dar conclusiones fatales, convirtiendo la falacia, en un arte al servicio de la ideología.

Un estudio de la realidad bajo el entendimiento del problema en clave de lucha de clases, sin duda nos puede dar conclusiones distintas a las que se expresan habitualmente.

La reforma de las pensiones se produce por mandato expreso de la Unión Europea. Forma parte de las contraprestaciones por los Fondos de Recuperación, Transformación y Resiliencia; es decir, el último rescate a la economía española, por muchos ropajes que le quieran poner a este afer y que están hipotecando la  toma de decisiones políticas, económicas o sociales que el Estado Español, en sus funciones soberanas, debiera reservarse. Y lo que es más preocupante, pone en jaque el futuro de las “Next Generations” de jóvenes que tendrán que devolver unas prebendas bien cargadas de intereses.

¿Y qué quiere la Unión Europea de nuestro sistema de pensiones? ¿Realmente velan por nuestro futuro?

Cada vez parece más claro el papel imperialista y garante de los intereses monopolísticos que la Unión Europea representa. Es una estructura enemiga de los intereses de la clase obrera y de los pueblos.

Europa camina decidida hacia la capitalización. La toma de medidas a implementar en los estados miembro es clara en esa línea. Bajo el anuncio del colapso del sistema, se justifica continuamente la necesidad de imponer la individualización como complemento del reparto, pero en el fondo se trata de abrir una vía en la que cada vez más vayan fluyendo los fondos a manos privadas.

Fruto del Reglamento (UE) 2019/1238, que entrará en vigor en el tercer trimestre de 2022, nacerá el producto paneuropeo de pensiones individuales. En la exposición de motivos de esta normativa se expresa a las claras su necesidad, apuntando, ¡cómo no!, al desafío demográfico provocado por el envejecimiento para la sostenibilidad de los sistemas de pensiones públicos y que la implementación de la capitalización garantiza así, el disfrute de una vida digna tras el retiro.

Las desgravaciones fiscales y otras hierbas gravitan en torno al fomento promocional de su paulatina implantación que creará una pequeña élite de jubilados con pensión digna, mientras se deja deteriorar un sistema público que obstaculiza un mayor enriquecimiento de las élites financieras.

Algunas medidas pendientes, como la revisión del sistema de indexación, los incentivos a la jubilación tardía y los cambios normativos relativos a la jubilación anticipada, deberán debatirse en el contexto del diálogo social y pondrán negro sobre blanco rumbo al cumplimiento de los objetivos estratégicos del bloque de dominación oligárquico burgués y pondrán de manifiesto la utilidad que para ello, tiene contar con un gobierno de apariencia progresista pero entregado a muerte a la causa de la salvación y reformulación de un capitalismo agonizante.

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