Por Javier DG
No se puede apagar la luz del sol
desde un pequeño interruptor.
No se puede pedir al león
que arrulle en su regazo
la cría de una gacela
que se mueve tan despacio.
No se puede empujar
una estrella del firmamento
para que se desplace de sitio
justo hacia donde queremos.
No se puede evitar que el terror
provoque miedo.
No.
Y a pesar de Trump, Orbán,
la unión de Estados en Europa
y algunos ideólogos patrios
de pensamiento aislado en conserva,
no se puede poner puertas al campo.
No debemos encuadrar en la misma idea
a todo el que huye del terror y la miseria,
se llame Bahssin, Cahib, Hadou
o cualquier otro nombre
hundido en la sinrazón y un lago de tristeza.
Y no podemos porque en ese caso,
el odio será el gobierno de nuestros pasos,
como fino papel de calco.
Haremos la historia hacia atrás
si distinguimos entre “nosotros” y “ellos”.
La Reconquista de los prejuicios
se lanzará desde algunos medios
que se dicen periodistas “de los buenos”.
Foto en las Azores. Alimento
de mentes criminales para financiar
la industria armamentística,
control geoestratégico y fomento
de muros y concertinas
para mantener a salvo el capital
sin gritar a los cuatro vientos
que el peligro, escondido,
lo llevamos dentro.
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