Opinión | Samanta Villar y la nueva moda de las “malas madres”

Por Carmen sereno

Nunca me ha gustado su estilo de contar las cosas. Para mí, lo que hace Samanta Villar se resume básicamente en un concepto que me he sacado de la manga para la ocasión: antiperiodismo irresponsable. Y aunque me encantaría detenerme a destripar todos los insustanciales 21 días con los que ha banalizado aún más la parrilla televisiva en los últimos años -no se me quita de la cabeza ese programa en el que jugó a ser anoréxica para demostrar no sé qué, la muy inconsciente-, me voy a centrar en sus recientes y controvertidas declaraciones acerca de la maternidad.

Os pondré en antecedentes. Resulta que a Samanta Villar, cuyo leitmotiv es aquello de que “no es lo mismo contarlo que vivirlo”, se le ocurrió relatar en primera persona los nueve meses de su embarazo gemelar, parto incluido. Un embarazo que, como ella misma reconoce, tuvo lugar finalmente gracias a la donación de óvulos, luego de 4 años intentándolo sin éxito. Hasta aquí, todo más o menos correcto. Lo que ocurre es que la susodicha aprovechó la experiencia para escribir un libro -y me aventuro a imaginar el suculento anticipo que habrá recibido por él- con el que pretende, según dice, desmontar el mito de la maternidad idílica. Y claro, algunas de sus afirmaciones no están exentas de polémica, precisamente. “Un bebé destruye tu vida”, “Tuve hijos porque me dijeron que era todo maravilloso”, o “Tomé una decisión engañada” son una muestra de los titulares que acompañan a la promoción de su Madre hay más que una.

Y yo me pregunto: ¿Pero en qué mundo vivías tú antes de parir, alma de cántaro?

Yo todavía no soy madre, pero no hace falta serlo a efectos prácticos para opinar sobre la realidad de la maternidad. Algunos probablemente quieran lapidarme por lo que acabo de decir, pero la realidad es que puedo hacerlo con conocimiento de causa porque tengo una madre. Sí, así de claro. Y la mía, como la vuestra, y como todas las madres a lo largo de siglos de historia, ha tenido que hacer ingeniería de todo tipo y muchos, muchísimos ajustes en su vida para sacar a sus hijos adelante. Por eso sé, sabemos, que la maternidad no es ningún camino de rosas; al contrario, ser madre lleva implícito un sufrimiento que se manifiesta desde poco después de saberse embarazada y se termina sólo con la última exhalación vital. Nadie dijo que fuera fácil, pero tampoco una condena.

Es por eso que me fastidia tanto esta nueva moda de las “malas madres” que, igual que la Villar, se creen que van a descubrirnos no sé qué verdad sobre lo jodida que es en realidad la maternidad, como si las demás hubiéramos estado engañadas por los siglos de los siglos. Como si forzosamente fuéramos más débiles o, incluso, tuviéramos menos conciencia de género porque no nos sale del alma lamentarnos. Sí, ya sabemos que tener un hijo conlleva una gran responsabilidad y que desgasta en muchos sentidos, pero no necesitamos que ninguna mamá arrepentida nos adoctrine con un manual de supervivencia pensado para hacer caja.

2 Comments

  1. Estupenda argumentación, pero además, no sé que estupenda vida tenía ella antes de tener sus bebes, porque por mi trabajo, tengo que tratar con mucha gente, y cuando alguien se queja de que los críos son inaguantables, yo digo: «Yo te diré quienes son inaguantables, te vas a venir conmigo a aguantar clientes». Estoy de acuerdo en que esto es una moda, porque me parece que hay muchas cosas más duras que cuidar de los niños, y si esta periodista dice que lo lleva fatal, puede probar a cuidar de sus hijos con 400 €.
    Además, esta moda me parece muestra del machismo latente que persiste en la sociedad, porque uno de los motivos que aluden estas «malas madres» es que no duermen, y los padres, ¿duermen?.

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