Opinión | CorruPPción regional

Por Juan Manuel Vidal

Cuando creíamos que ya habíamos visto y oído todo lo imaginable sobre corrupción política en algunos políticos populares, donde brillarían con luz propia delitos como la malversación de caudales públicos, prevaricación, apropiación indebida, organización criminal, fraude en la contratación y a la Administración, falsedad documental, blanqueo y evasión de capitales, tráfico de influencias, estafa… y alguno más que se está perpetrando ahora mismo y del que aún no tenemos conocimiento, pero la UCO y la UDEF sí y ya lo están investigando, recibimos las guindas del pastel.

Dicen que las malas noticias nunca vienen solas y por más llenos de orgullo y satisfacción que se sientan algunos campechanos populares sacando pectorales por las cifras de nuevo empleo y presunto crecimiento económico, no pueden sustraerse de todo el bagaje que les acompaña y cada vez menos justificable como “casos aislados”, falso mantra muy “trillado” que han repetido hasta la saciedad, como dejando ver que son “manzanas podridas” cuando es la raíz, el tronco, las ramas, los frutos, el cesto, el huerto y hasta el propietario del mismo los podridos.

Resulta hediondo, pestilente, nauseabundo, pensar que, en la noble lid del combate electoral regional, perfectamente pautado, reglado, normativizado, que obliga a las partes a competir en las mismas circunstancias, dentro de las respectivas posibilidades, pero sin poder superar ciertas barreras, tengamos que enterarnos de que algunos participaron dopados, es decir, con exceso de fuerza financiera que lo que buscaba era la contraprestación a posteriori de contratos públicos.

Pero es insoportable, mefítico, insalubre, saber que todo forma parte de una trama criminal perfectamente urdida de empresas, donde una fundación vinculada al partido de siempre actuaba de núcleo para focalizar los fondos dirigidos a gastos electorales y obrar de pantalla de la verdadera naturaleza y destino de los servicios de campaña y así ocultar presuntamente la financiación irregular durante las campañas regionales de 2007 y 2011, según consta en el informe de la Unidad Central Operativa (UCO) dentro del sumario de la trama Púnica.

El procedimiento para hacer efectivo el cobro de fondos se basaba en un mecanismo donde las empresas afines materializaban y ocultaban los gastos electorales no declarados, “formando parte integral de la estrategia del partido en este ámbito”, evitando que el partido apareciese como receptor de dichos fondos. Estas empresas “no sólo se lucraban del volumen de negocio generado por la campaña sino también de los contratos y fondos públicos en administraciones controladas por el Partido Popular”.

Gracias a la labor ingrata de funcionarios policiales y periodistas que han seguido las líneas de investigación oportunas, nos hemos enterado del grado de afectación a políticos y responsables públicos que inicialmente se han mostrado muy dignos hasta que finalmente lucen esposados en la parte de atrás de un coche policial y recorren la invisible alfombra roja que les lleva hasta el talego, donde ya se les soltará la lengua si consideran que han rebasado su nivel de resistencia.

Indefensión, rabia, impotencia, furia, desazón, ira, son algunas de las sensaciones que pasan por la cabezas de los afectados contribuyentes, a los que se les ha repetido cobardemente que han vivido por encima de sus posibilidades

Lo malo es que otra perversión del sistema es el grado de penetración en las instituciones judiciales por parte de las políticas, porque la separación de poderes es tan fina como el papel cebolla y a la luz de ciertas informaciones parece que resultara muy fácil filtrar, chivar, soplar… toda clase de actuaciones, poniendo sino en fuga sí en alerta a los investigados, que cambian sus hábitos y conductas delictivas y destructivas por sobreactuaciones y maniobras de distracción.

Si pese a todo, la investigación sigue adelante, queda aún un peldaño más: los cambalaches para desprestigiar los procedimientos, deslegitimar las pruebas por fallos en su recogida o custodia, e incluso desacreditar al juez con banalidades y trasladarle por el procedimiento de urgencia por caducidad en su permiso de rotación…Todo para que al final las causas resulten castillos de naipes que se desmoronan al menor soplido.

Muy de vez en cuando estas trapacerías se cobran alguna pieza política en forma de declaraciones ante el juez, dimisiones, las menos por destituciones, que tratan de obturar los desagües a fin de salvaguardar pellejos más elevados, pero igualmente infectados. En entonces cuando tiran de 2 comodines: uno, el de sus afines en el TS; o dos, el del socio parlamentario habitual u oportunista; y salvan su escasa dignidad, para que luego las encuestas les confirmen para sorpresa colectiva, porque los peligrosos “son los otros”.

Indefensión, rabia, impotencia, furia, desazón, ira, son algunas de las sensaciones que pasan por la cabezas de los afectados contribuyentes, a los que se les ha repetido cobardemente que han vivido por encima de sus posibilidades y que se merecían esta y otras diez crisis por ser unos derrochones vividores, por gastar sanidad a raudales, por abusar de la educación pública (casualmente ambas privatizadas), por hacer sentadas de protesta, por ser perroflautas…mientras ellos eran un ejemplo de rectitud, honradez y dignidad.

¡En qué gran mentira hemos vivido los madrileños desde el Tamayazo, la mayor estafa democrática hasta la fecha, y lo que nos quedará por ver!

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