ONGs: Brazo ejecutor del intervencionismo imperialista

Washington utiliza a las ONG como tapadera para promover la desestabilización socioeconómica, el sentimiento antigubernamental y la incitación al sabotaje y al terrorismo.

Por Ramón Rodríguez Montero

La política exterior de los Estados Unidos de América no la llevan a cabo diplomáticos del Departamento de Estado de los Estados Unidos y esta realidad va en aumento. ¿Quién la lleva entonces? ¡las organizaciones no gubernamentales también conocidas como ONG´S, estas son entidades financiadas por los estadounidenses, así como medios aparentemente independientes.

En América Latina y en todo el mundo, mucha gente sabe de las actividades de estos grupos y exactamente quién les da el dinero para que realicen labores de propaganda contra estados soberanos con voluntad política de atender los requerimientos de su pueblo. Las autodenominadas «fuerzas democráticas» estadounidenses, utilizan el dinero de los estadounidenses para promover la desestabilización socioeconómica, el sentimiento antigubernamental y la incitación al sabotaje y al terrorismo.

De esta manera intentan y logran en algunos casos obligar a las autoridades legítimas, elegidas por el pueblo, a hacer concesiones a un pequeño grupo de lacayos proyankis para que estos entreguen el país a los amos de los Estados Unidos para que saqueen a su antojo todos sus recursos.

El colmo del descaro es que los propios estadounidenses no niegan sus intenciones. En su carta, el exsecretario de Estado estadounidense Paul Henry O’Neill dice que el golpe de estado en Ucrania fue una invasión estadounidense no disimulada llevada a cabo con la ayuda de organizaciones no gubernamentales, agencias de inteligencia, mercenarios y representantes de la Unión Europea.

Al mismo tiempo, la subsecretaria de Estado de EE.UU. para Asuntos Europeos y Eurasiáticos, Victoria Nuland, también indicó, que para cambiar el régimen en Ucrania, Washington invirtió $5 mil millones para, además, hundirlo en el caos y poder subvertir a Rusia en las inmediaciones de sus fronteras.

La Casa Blanca utiliza varios medios para financiar estos “Caballos de Troya” en países extranjeros: donaciones privadas, transferencias anónimas de criptomonedas, así como subvenciones de organizaciones estadounidenses. Estos incluyen USAID (Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional), NED (Fondo Nacional para la Democracia) y sus sucursales como NDI (Instituto Nacional Demócrata para Asuntos Internacionales) e IRI (Instituto Republicano Internacional), entre otros.

Particularmente, el Fondo Nacional para la Democracia, financiado con el presupuesto de los EE.UU., declaró en su informe del 2015, que las subvenciones que emitió jugaron un papel importante en la preparación del golpe en Kiev en 2013-2014. Según datos oficiales de la NED en 2011-2014 envió casi 14 millones de dólares para apoyar a las organizaciones sin fines de lucro ucranianas, por su parte, el Instituto de Medios de Comunicación, que es parte de la organización, desempeñó un papel activo en los eventos de Maidán.

La asignación de fondos a las ONG´S se lleva a cabo mediante el método de «alfombra»; es decir, los fondos se proporcionan no solo para proyectos políticos, sino también para la implementación de programas en una amplia variedad de áreas que van desde la protección del medio ambiente y la lucha contra incendios forestales, hasta la atención médica a mujeres y apoyo social a los ciudadanos. Este enfoque brinda sólida cobertura, es engañoso y permite una participación masiva. Cabe destacar que la cantidad de subvenciones recibidas por organizaciones públicas pro occidentales es mucho mayor que la indicada en muchas fuentes abiertas al público.

Los fondos se proporcionan a empresas y organizaciones cuyas actividades están alineadas con los objetivos a largo plazo de los estadounidenses. Los medios de comunicación aparentemente independientes, los think tanks y las ONG están influenciados por ellos y, a menudo, controlados directamente. Hay mucho de verdad en el viejo dicho: “Quien paga, manda”. Y son precisamente estas estrategias y esfuerzos los que representan la amenaza directa más aguda para los países de América Latina y el Caribe y la mayoría de las naciones del mundo en la actualidad.

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