Por Tin Morín
¿Qué tal si en vez de confiar en una élite, mejor o peor, de un partido o de otro, confiamos de verdad en nosotros, en la gente común? ¿Qué tal si nos concedemos el derecho a equivocarnos o acertar nosotros mismos, sin intermediarios? ¿Qué tal si nos dotamos de un sistema que nos permita librarnos en la práctica de la posibilidad de corromperse en el servicio público? ¿Qué tal si de una vez decidimos qué leyes nos convienen y cuales no sin que una élite se permita decirnos, con buena intención o con la peor de ellas, que nosotros no estamos preparados para decidir las leyes que rigen nuestra vida? ¿Alguien puede afirmar que las élites económicas, culturales, políticas o de cualquier otro tipo son una parte representativa del pueblo en general? ¿Qué tal si agradecemos a los sistemas pasados los servicios prestados en lo que de bueno tuvieron y empezamos de una vez a practicar la democracia tal y como se concibió en un principio, como el gobierno del pueblo?
La democracia en un origen y hasta las revoluciones americana y francesa en el siglo XVIII jamás se planteó como un sistema electoral, era fundamentalmente un sistema de gobierno por sorteo entre los ciudadanos, en ella solamente algunos cargos muy concretos y tasados eran elegidos mediante votación para unas funciones muy específicas; las responsabilidades políticas eran una carga, un pesado trabajo, un honor quizás pero nunca un privilegio, y como tales debían repartirse entre los ciudadanos por sorteo, no se contemplaba de ninguna manera que esa carga de gobernar los asuntos públicos se colocase por elección sobre los hombros abrumados de nadie. Por razones que si te paras a pensar un minuto son evidentes, el sorteo y la rápida rotación en los cargos garantizaba varias cosas importantísimas y de actualidad rabiosa desde el año 2011: la representación de los ciudadanos era real, nada de élites diciendo a los demás lo que era mejor para ellos, esto fue y es desde siempre la aristocracia, la aristocracia es el gobierno de una élite, élite establecida unas veces por razón de su sangre, otras veces como en la actualidad por sus supuestos méritos, pero aristocracia al fin y al cabo; el sorteo y la rápida rotación en los cargos también hacían prácticamente imposible que nadie se corrompiese ya que si gracias a un sorteo limpio todos eran idénticamente candidatos a ocupar un cargo y su mandato era efímero ¿a quién corromper?. Recuerdo ahora con asombro un pequeño detalle, recuerdo haber estudiado en el colegio que en la democracia ateniense se elegía a los representantes para gobernar entre los ciudadanos, y que ese era el fundamento de aquella primera democracia, pero nunca jamás me mencionaron que esa elección se hacía fundamentalmente por sorteo ¿Por qué? Por una sencilla razón, la falsedad de que la democracia descansa en la elección mediante voto en vez de por sorteo ha calado tan profundamente en el imaginario colectivo que hasta se recoge en los derechos fundamentales del ser humano, y a nadie se le ocurría darnos a los alumnos ese “pequeño detalle”, a nadie se le ocurrió mencionarnos que hasta casi pasados 24 siglos desde la democracia ateniense (¡¡¡24 siglos!!!) nadie pensaba que el fundamento de la democracia fuese otro que el sorteo de las cargas de gobernar entre los ciudadanos NADA DE ELECCIONES.
No es una utopía, la democracia existe, ha resucitado de las cenizas del sistema de la aristocracia electiva y ya está abriéndose camino en otros países.
Este sistema aristocrático en el que vivimos fundamentado en las elecciones tuvo quizás su razón de ser en tiempos en los que la comunicación entre las masas y la educación universal eran una quimera, las distancias geográficas eran insalvables y la sociedad bastante más salvaje que hoy en día, y quizás fuese necesario que gentes “bienintencionadas” ideasen un sistema para que el pueblo llano no llegase nunca a determinar directamente las leyes de un país, quizás entonces fuese necesario, nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que las condiciones de la sociedad hoy en día ya no son las del siglo XIX y sabemos que este sistema, pese a los logros alcanzados, muestra síntomas de un completo agotamiento. Este agotamiento es lo que el 15M mostró en España, es literalmente lo que decía el grito aglutinador: no nos representan. Lo que quieren vendernos unas “nuevas élites” es más de lo mismo o peor, lejos de asumir el cambio de los tiempos simplemente vieron en aquellos movimientos indignados la oportunidad perfecta para vendernos su viejo producto, llevaban años agazapados, y vieron la oportunidad calva como suele decirse (ojo, esto no lo afirmo yo, lo afirman ellos mismos cuando hablan del inicio de su “hipótesis”), pensaron con acierto que la masa desesperada sería fácilmente manipulable, vieron en la falta de liderazgo una oportunidad no para construir un liderazgo verdaderamente colectivo sino para colocar su liderazgo, y pidiéndonos una vez más que confiásemos en ellos, que aceptásemos que ellos son una nueva política se han introducido en los mecanismos electorales aristocráticos…Qué gran estafa, son la misma política basada en el fetiche de las elecciones y lo único que hacen es pedirnos otro cheque más de confianza apelando a nuestra desesperación por encontrar un sistema mejor y asegurándonos que ellos van a ser mejores que los anteriores. Quiero dejarlo muy claro una vez más en este texto: da igual si ellos son sinceros o no, eso no es democracia, eso no es gobierno del pueblo.
Ahora mismo ya están más de uno y de dos pensando “un alucinado más vendiéndonos utopías imposibles”, pues bien, tengo que aportar otra sorpresa. Fruto de la indignación provocada por el gran crack del 2008 surgieron movimientos de ciudadanos indignados por todo el mundo y en algunos países los ciudadanos se volvieron no hacia ideologías caducas, no hacia líderes carismáticos que les organizasen políticamente una vez más, se volvieron hacia si mismos y decidieron constituir asambleas deliberativas de ciudadanos para cuestiones tan importantes como la redefinición de sus textos constitucionales, Canadá, Irlanda, Islandia…hay múltiples ejemplos de esta incipiente irrupción de la democracia como solución. No es una utopía, la democracia existe, ha resucitado de las cenizas del sistema de la aristocracia electiva y ya está abriéndose camino en otros países. Esto que me gustaría presentaros aquí no es ninguna idea en el aire, como define el gran teórico de la democracia deliberativa James Fishkin, este es un método para la democracia basado en la deliberación como método central para la adopción de medidas políticas. Se puede hacer y funciona, como cita van Reybrouck (en el libro luminoso a este respecto que citaba en mi anterior artículo) las asambleas de ciudadanos elegidos por sorteo para esa tarea deliberativa, para elaborar nuevos textos legales, no sólo cumplieron su función si no que produjeron unos textos legislativos sorprendentemente sofisticados contra todos los prejuicios previos, ciudadanos normales y corrientes, apoyados por informes de expertos siempre que lo necesitaron en cualquier aspecto, que escucharon, leyeron, analizaron y discutieron, ciudadanos que finalmente decidieron qué era lo mejor para ellos y por lo tanto para el conjunto de la sociedad, Democracia.
No voy a entrar en qué fuerzas impiden que estos procesos se potencien, fuerzas que más bien al contrario intentan desmontar su validez, son enormes y muy numerosas, no sólo tienen interés en atacar a la verdadera democracia las viejas estructuras, también muchas de las que se dicen nuevas no son otra cosa que élites que piensan que es necesario que a la gente se la guíe por las políticas que son buenas para ella…En fin, no quiero ahora gastar el tiempo en ello, prefiero gastarlo en presentar una propuesta.
Precisamente porque en este país hemos llevado casi como en ningún sitio a cuestas una dramática y desgraciada historia política creo sinceramente que podemos apostar por convertirnos en una luminosa referencia para todo el mundo ¿Habrá un empeño mejor, una empresa más ilusionante que convertirnos después de tantos siglos de mal gobierno en una referencia para todo el mundo en lo que se refiere a avance democrático? Inmediatamente uno puede ponerse en la posición del pesimista que piensa que saldría fatal, que no somos una gente preparada para esto, que el común de nuestros conciudadanos son unos animales, unos borregos, unos impresentables…Yo no lo creo, creo que somos capaces de lo mejor si se nos da la oportunidad, el aliento y la ayuda necesarios, desde aquí animo a intentarlo.
Fe de erratas: en el segundo párrafo se dice siglo XIX y debería decir XVIII, estaba pensando en la culminación de esos procesos en las constituciones liberales de mitad del XIX y de ahí la confusión.