Nueva ola represiva en Italia tras la huelga de hambre de Alfredo Cospito

La lucha del anarquista finalizó exitosamente después de 181 días de ayuno, pero el pasado 8 de agosto el espacio insurreccionalista italiano sufría una nueva operación policial.

Por Victor Serri / Directa.cat

Cien ochenta y un días. Seis meses. Medio año. Desde el 20 de octubre de 2022 hasta el 19 de abril de 2023, el preso anarquista italiano, Alfredo Cospito, estuvo en huelga de hambre. Cuando puso fin a la protesta, su abogado, Flavio Rossi Albertini, sentenció: «Los objetivos prefijados se han cumplido». El Tribunal Constitucional había revisado el caso y aceptaba algunos atenuantes y, por tanto, el Tribunal de Apelación de Turín no podía imponer una cadena perpetua. Ahora, el juez podrá dictaminar una pena máxima de entre 20 y 24 años. Además, la defensa está a la espera de respuesta del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, tras la petición de retirada del 41 bis, un régimen carcelario de aislamiento extremo. Mientras, en junio de 2023 fue trasladado de nuevo a la cárcel de Sàsser (Cerdeña).

En ese contexto, el 8 de agosto una nueva intervención de la policía italiana ponía bajo foco el espacio anarquista. En el marco de una operación llamada “Scripta Scelera” (“Crímenes escritos”, que recuerda el precedente operativo antianarquista “Scripta Manent”), nueve militantes anarquistas fueron detenidos y se encuentran bajo la medida cautelar de arresto domiciliario. Más de la mitad de los activistas están relacionados con el Circolo Anarquista Goliardo Fiaschi, de Carrara, cerca de Florencia. El comunicado que el espacio social emitió después de las detenciones explica que «la operación de la policía se ha concentrado en la actividad de redacción, publicación y distribución de la revista Bezmotivny a partir de 2020″. Se trata de una publicación de debate y recuperación de textos anarquistas del pasado.

Nueve militantes anarquistas fueron detenidos y se encuentran bajo medidas cautelares de detención domiciliaria. Se enfrentan a las acusaciones de organización criminal con finalidad terrorista e instigación a perpetrar delitos con el agravante terrorista

Las acusaciones a las que se enfrentan los nueve son muy graves: organización criminal con finalidad terrorista e instigación a perpetrar delitos con el agravante terrorista. Pero para Circolo Anarquista, no es sólo eso: “Aunque no se trata de una investigación encaminada a reforzar el orden de detención bajo el régimen 41 bis de Alfredo Cospito […] evidencia el intento descarado de describir al compañero Alfredo como un líder, un ideólogo, un teórico con un papel orientador en las acciones”. Durante el proceso, que se prevé largo, habrá una revisión de las medidas cautelares el próximo 6 de septiembre.

El 41 bis

El llamado «41 bis»es un régimen carcelario de aislamiento extremo. Se aplica mayoritariamente a personas condenadas o acusadas de delitos mafiosos y contempla una total incomunicación con el exterior. El detenido permanece en una habitación individual muy pequeña, con sólo una cama y una mesa, está vigilado 24 horas al día mediante videocámaras. No puede tener contacto físico alguno ni con los funcionarios ni con los abogados o familiares, se le permiten sólo dos horas de patio con otros tres detenidos en el mismo régimen. La administración penitenciaria puede llegar a prohibir a los internos la recepción de libros o revistas y, además, controla de forma estricta los correos entrantes o salientes. Este régimen se desarrolló en los años noventa, con la intención de golpear duramente a la mafia italiana, porque los jueces habían visto que, a pesar de estar entre rejas,

Antes de empezar la huelga de hambre, Cospito llevaba ya seis años en régimen de “alta seguridad”. El endurecimiento de las medidas con el paso al 41 bis se debe a que el Tribunal de Casación, en julio de 2022, había pedido una revisión de su pena a veinte años por atentados. Cospito fue declarado culpable, en primer y segundo grado, de haber colocado dos paquetes explosivos la noche entre el 2 y el 3 de junio de 2006 frente a la Escuela de Oficiales de Fossano, en la provincia de Cuneo. No hubo ninguna muerte ni herido. Pero por el alto tribunal, la pena no era suficiente y se revisó el caso con una nueva acusación: «atentado contra la personalidad interna del Estado». Un delito que prevé como pena a la cadena perpetua. Por la gravedad de la acusación, el juez penitenciario decidió someter a Cospito al régimen previsto por el artículo 41 bis.

Mientras estaba encarcelado en el centro penitenciario de Sassari, afirmó: «estoy dispuesto a morir para que todo el mundo conozca qué es el 41 bis», pero por suerte no fue necesario. Su caso se hizo mediático tanto en Italia como en el ámbito internacional.

Una trayectoria de lucha

Cospito no es un mafioso, sino una persona extremadamente convencida de sus ideas. Desde joven, se enfrentó por su ideología a varios casos judiciales. Como anarquista y antimilitarista, recibió una primera condena por «falta de respuesta a la llamada» por no presentarse al servicio militar obligatorio en 1991, cuando tenía sólo 24 años. Poco después, el 16 de abril, fue juzgado por el tribunal militar por el delito de “deserción” y fue condenado a un año y nueve meses.

El mismo año participó en la okupación de la antigua fábrica del Aurum de Pescara, siendo detenido. A partir de ese momento, su nombre aparecerá en los ficheros policiales y en todas las investigaciones sobre el espacio político anarco-insurreccional.

Como anarquista y antimilitarista, recibió una primera condena por “falta de respuesta a la llamada” por no presentarse al servicio militar obligatorio en 1991, cuando tenía sólo 24 años

En septiembre del mismo año, fue detenido por la ocupación de un edificio abandonado en el centro de Bolonia. Dos años más tarde, participó en la acción simbólica en apoyo a otro preso anarquista, Edoardo Massari (detenido bajo la acusación de “tenencia de explosivos”): la presa simbólica de los castillos de Cannero, unas fortalezas medievales en el Lago Maggiore, a pocos kilómetros de la frontera con Suiza. Pero paulatinamente dejó las plazas y pasó también a una militancia de reflexión. Junto a su compañera Anna Beniamino da vida a la revista KNO3 (nitrato de potasio, uno de los componentes de los fumígenos), donde publicaba reflexiones y debates hasta el año 2008.

Fue en el 2012 cuando, junto a otro compañero, Nicola Gai, disparó en las piernas del director de la empresa nuclear Ansaldo Nucleare, Roberto Adinolfi. De formación ingeniero nuclear, Adinolfi era considerado el responsable de haber vuelto a llevar la nuclear a Italia minimizando sus peligros, justo el año en que se produjo el desastre de Fukushima. Para Adinolfi “en Japón ya se ha registrado más de diez mil muertos, pero ninguno es por los accidentes nucleares” y, además, aseguraba que “el impacto ambiental de las nucleares es limitado, considerando que no generan CO₂”. Cospito, como miembro del Nucleo Olga de la Federación Anarquista Informal (FAI), reivindicaba la acción, enviando una carta a los periódicos.

Cuatro meses después, el 14 de septiembre, Cospito y Gai fueron detenidos. En el juicio, Cospito rechazó levantarse a la entrada del juez y finalmente, fue condenado a nueve años y cinco meses de cárcel. En el proceso quiso leer un documento en el que explicaba la organización del atentado y las motivaciones, ampliándolo con un análisis político y económico de la sociedad tecnológica actual. Durante la instrucción del caso, se desplegó el operativo judicial-policial “Scripta manent” –”lo que se escribe permanece”, en latín–, con el que la Brigada de Información de Turín consideró a la Federación Anarquista Informal una organización terrorista. Además, responsabilizaba a Cospito de haber colocado dos paquetes explosivos la noche del 2 al 3 de junio de 2006 frente a la Escuela de Oficiales de Fossano.

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