Nuestros cuerpos, nuestras vidas

Por Sara Curto

Las calles y las redes se volvieron a llenar de violeta para reclamar justicia. Miles de personas salieron a manifestar su desacuerdo con la sentencia de la manada, ya que no es abuso, es violación. Una vez más ha quedado demostrado que no estamos solas, que si tocan a una nos movemos miles, porque la sentencia no afecta solo a una joven, sino que ha vulnerado los derechos de todas las mujeres.

El 26 de Abril, se dio a conocer la decisión judicial sobre el caso de la manada, donde se absuelve a los 5 jóvenes del delito de agresión sexual, y los condenan por abuso sexual. A la hora de tipificar ambos términos, la diferencia se encuentra en que la agresión sexual, conlleva violencia e intimidación, mientras que, el abuso sexual no contempla ninguno de estos aspectos.

Esta sentencia, ha generado una reacción negativa que ha traspasado las fronteras del estado español. Es inadmisible, que cuando 5 hombres te meten en un portal, te cosifican como objeto sexual y se aprovechan de tu vulnerabilidad sin tu consentimiento, no se observe ni violencia ni intimidación. Entonces, ¿Qué tenemos que hacer las mujeres para demostrar que hemos sido agredidas?, ¿Debemos esperar a que nos dejen secuelas físicas o directamente nos maten? Según los jueces no se puede establecer con exactitud que hubiera una clara resistencia por parte de la joven. El problema, es que la justicia no entiende el miedo que pasamos las mujeres día a día en muchas de nuestras actividades cotidianas. Si no ponemos resistencia, será por el miedo que nos paraliza ante la posibilidad de morir, no porque lo consintamos.

La justicia española no ha dado ejemplo. En mi opinión no se trata de ponernos a discutir sobre cuántos años merecen estar en la cárcel los 5 jóvenes, porque sinceramente no lo sé, sino de empezar a llamar a las cosas por su nombre. Este caso, ha demostrado que las mujeres nos encontramos en desventaja ante la ley. Necesitamos una reforma que clarifique todas las ambigüedades y límites borrosos, para que un caso como el de la manada no pueda ser tipificado como abuso sexual.

Estamos cansadas de repetir que la solución no es que las mujeres aprendamos a convivir con la violencia de género

Otro caso encima de la mesa. Una joven de 20 años ha denunciado el 13 de Abril de 2018, una violación múltiple en las fiestas de Vejer de la frontera. Hoy lunes 30 de abril los dos presuntos agresores tendrán que declarar en la sede judicial.

Estos casos citados con anterioridad, son la punta del iceberg de miles de agresiones que las mujeres viven día a día en España y en el mundo. Esto ha quedado reflejado, en la iniciativa llevada a cabo por la periodista Cristina Fallarás en las redes sociales. Bajo el hashtag #cuéntanos, miles de mujeres invisibilizadas han podido contar sus experiencias de abusos y agresiones sexuales. Lo mejor de esta iniciativa, es que no estamos solas, y lo peor, es que te das cuenta que todas tenemos una historia que contar. También se le ha dado voz a las mujeres que ya no pueden estar aquí para contarlo. Este año, ya hemos perdido 18 compañeras en España.

Cansadas estamos de decir que la solución no es que las mujeres aprendamos a convivir con la violencia de género, evitando situaciones peligrosas o aprendiendo técnicas para defendernos. Esto es injusto, porque las mujeres queremos caminar por la calle con la misma seguridad que nuestros compañeros, sin tener que fingir llamadas telefónicas para llegar a casa. Nuestra arma más poderosa para erradicar estos comportamientos es la educación. Por ello, somos cada vez más personas que reclaman formación para erradicar la violencia machista. Sin embargo, la universidad española aún sigue sin reconocer como áreas de conocimiento los estudios de género y feministas.

La sentencia de la Manada debe hacer justicia y caracterizar el acto como violación. Tiene que quedar claro que las mujeres no somos propiedad de los hombres, que las mujeres somos libres e independientes, y que un no, es un no, y un silencio también es un no. Nuestros cuerpos, nuestras vidas.

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