Non dago Mikel? En los sótanos oscuros de la democracia

Treinta y seis años después todavía hay preguntas sin respuesta, crímenes que no han sido castigados, y nuevas pruebas.

Por Angelo Nero

El escritor Ion Arretxe en “Intxaurrondo: La sombra del nogal”, narró con su cruda ironía, las horas interminables que siguieron al 26 de noviembre de 1985, cuando fue detenido en su casa, dentro de un amplio operativo antiterrorista, en el que también fue detenido Mikel Zabalza, un conductor de autobús de Donosti, aunque nacido en Orbaizeta, a su novia, Idoia Ajerdi, a su primo Manuel Vizcay, y a sus hermanos, Patxi y Aitor acusados de formar el comando que, días atrás, había cometido un atentado. El libro, que ya hemos comentado en otro artículo, es una galería de las atrocidades que aquellas fuerzas de seguridad, a las que ni la transición las había convencido de que había llegado la democracia, cometían con total impunidad dentro y fuera de sus cuarteles.

Porque, a pesar de las mentiras del entonces ministro del interior, José Barrionuevo, que llegó a decir en el congreso: “solo hay dos versiones, la aportada por la Guardia Civil y la de los que son amigos de los que secuestran, extorsionan y asesinan,” quedó demostrado que Mikel Zabalza fue secuestrado y asesinado por los que aportaban la versión oficial. E incluso, aunque finalmente recibió un indulto del gobierno de Aznar, y solo pasó tres meses en prisión, de los diez a los que fue condenado, también está probado que Barrionuevo fue, aunque no el único, uno de los organizadores de la guerra sucia del estado español contra la insurgencia vasca.

El documental Non dago Mikel? (¿Dónde está Mikel?), dirigido por Miguel Ángel Llamas y Amaia Merino, en 2020, reconstruye con documentos gráficos de la época y con testimonios de sus protagonistas, los días que siguieron a la detención y posterior desaparición de Mikel, mientras los otros detenidos eran puestos en libertad, como Ion Arretxe, eso sí, después de ocho días sufriendo el infierno de la tortura a manos de los agentes al mando del Teniente Coronel Enrique Rodríguez Galindo.

“Hacía solo diez años que se había muerto Franco, y después de la santa Transición estábamos supuestamente en una democracia consolidada. Aquí todo el mundo se había vuelto bueno, incluso aquellos que habíamos conocido haciendo perrerías y fusilando gente en tiempos de la dictadura. Todos, excepto los de ETA, que eran cada vez peor. Era muy difícil hacer entender a la gente te habían torturado”, relata Arretxe ante la cámara, mientras reconstruye minuciosamente aquellos ocho días interminables, e incluso hace una pequeña maqueta del piso de Intxaurrondo donde estuvo secuestrado.

Treinta y seis años después todavía hay preguntas sin respuesta, crímenes que no han sido castigados, y nuevas pruebas, como el audio de la conversación entre el capitán de la Guardia Civil Pedro Gómez Nieto con el coronel Juan Alberto Perote, del Cesid, en la que este pregunta: “¿Tú crees que se les murió en Intxaurrondo?”, y el otro responde: “Si, mi impresión es que en el interrogatorio, posiblemente fue una parada cardiaca como consecuencia de la bolsa en la cabeza.”

Todavía en 2003, el Relator Especial de Naciones Unidas, Theo Van Boven, afirmaba en un informe: “el sistema permite la ocurrencia de tortura o malos tratos, en particular en el caso de personas detenidas en régimen de incomunicación por actividades terroristas”, subrayando la importancia de “un espacio público y democrático para plantear y discutir cuestiones de derechos humanos como las que caen en el ámbito de su mandato. La negación y el silencio comprometen los valores inherentes a la dignidad y la seguridad humanas”.

Y en 2020 el Comité Europeo para la Prevención de la Tortura (CPT) documentó documenta 21 casos de torturas o malos tratos a manos de la Policía Nacional, Guardia Civil, funcionarios de Prisiones y personal de centros de internamiento de menores, señalando en su informe que “Los malos tratos se infligían supuestamente como medio para obligar a los sospechosos a proporcionar información o a confesar determinados delitos o para castigarlos por el supuesto delito cometido.”

Durante décadas, la sociedad española ha estado ciega, sorda y muda ante una realidad tan deleznable como la tortura, mientras se horrorizaba ante los testimonios que llegaban de la dictadura argentina o chilena, y no les vendría mal abrir bien los ojos y los oídos para bajar al sótano de la democracia y hacer un ejercicio de memoria como “Non dago Mikel?”, para escuchar y ver a aquellos que esa misma sociedad ignoró.

“Por supuesto que en Euskal Herria sabíamos que aquí se torturaba. Pero en el resto del Estado, uy, explica que con Felipe González se tortura. Solo habían pasado diez años de la muerte de Franco, pero se hablaba de una democracia consolidada, de la Santa Transición. Y todos se habían vuelto buenos. Todos eran buenos menos los terroristas vascos.” Reflexiona Ion Arretxe en el documental de Amaia Merino y Miguel Ángel Llamas.

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