No es el mercado, es la ideología

El futuro es incierto, pero podemos tener certezas en los objetivos prioritarios, si se pone a las personas en el centro, si la vida es lo prioritario los mecanismos de respuesta buscarán fórmulas para el rescate de las personas.

Mª Ángeles Castellanos

El futuro económico tiene una parte de incertidumbre difícil de predecir, lo hemos visto con la pandemia y sus efectos y lo estamos viendo con la erupción del volcán de La Palma, pero ante cambios inesperados o esperados, lo determinante es la respuesta que se da.

El 28 de octubre el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondientes al tercer trimestre de 2021, según estos datos, en el último año el empleo ha crecido en 854.100 personas.

La mayor parte del incremento de la ocupación se debe al empleo asalariado que ha crecido en 808.500 personas.

También es destacado el hecho de que la mayor parte del empleo creado en los últimos 12 meses sea empleo a tiempo completo con un crecimiento de 811.800 personas frente al incremento de 42.300 personas ocupadas a tiempo parcial.

Creo que lo más importante de los datos de la EPA del tercer trimestre es que se producen en mitad de una pandemia y pocos meses después de un parón en seco de la economía y de las vidas de las personas.

Aunque una pandemia causada por un virus era un supuesto del que se había hablado, esta posibilidad no estaba presente de forma clara en las previsiones económicas. Pero el hecho de tener todo un entramado de servicios públicos, de administraciones dispuestas a tomar decisiones, de infraestructuras digitales, de organizaciones sindicales y empresariales, de instituciones supranacionales y un inestimable conocimiento científico acumulado y generado muchas veces desde la precariedad a la que se enfrentan quienes se dedican a la investigación, ha permitido dar respuestas rápidas a cambios drásticos en los que estaba en juego no solo la economía, estaba en juego la vida de millones de personas.

Sin olvidar el papel imprescindible del trabajo como verdadero agente transformador.

Sin duda y visto con la sabiduría que añade conocer el pasado, es posible que se hubieran podido mejorar algunas de estas respuestas, pero lo cierto es que existía toda una maquinaria que se había ido construyendo con la fuerza del trabajo, con el empuje de las luchas sociales, con el tesón de quienes se dedican a construir conocimiento científico, con los procesos democráticos que han dado lugar a gobiernos e instituciones internacionales, una maquinaria que  se puso en marcha  para dar respuestas ante un cambio inesperado y que ha conseguido que  pocos meses después del parón en seco que vivimos en 2020, estemos hablando en España de un alto porcentaje de población vacunada, de reactivación económica y de creación de empleo.

La realidad de hoy no es casual y sería muy distinta si no se hubiera optado por diseñar toda una red pública que durante meses ha permitido mantener el empleo, garantizar un nivel mínimo de ingresos y que las empresas no tuvieran que cerrar. Sin estos mecanismos hoy estaríamos hablando en términos muy diferentes.

Como decía al principio, el futuro es incierto, pero podemos tener certezas en los objetivos prioritarios, si se pone a las personas en el centro, si la vida es lo prioritario los mecanismos de respuesta buscarán fórmulas para el rescate de las personas, pero cuando lo prioritario ha sido el mantenimiento de los privilegios, las respuestas se han diseñado para explotar a las mayorías sociales y para favorecer a quienes ya partían de una situación privilegiada.

En realidad, no es el mercado como decía aquel, en realidad es la ideología la que determina los procesos que se ponen en marcha y como se regulan.

Lo más perverso de esas respuestas que buscan mantener privilegios es que solo son posibles generando desigualdades y la perversión aparece cuando se utiliza la angustia generada por esas desigualdades para sembrar odio. La desigualdad y la pobreza son el caldo de cultivo ideal para la extrema derecha y para sus discursos del odio.

Volviendo a los datos de la EPA, como señalaba, se ha creado empleo, se recupera la actividad y lo hace con los déficits que ya presentaba antes de 2020, así la temporalidad sigue siendo elevada y alcanza el 26%, 28,5% entre las mujeres y 23,7% entre los hombres. 

También es interesante analizar la incidencia del paro en los hogares, este es otro de los datos que facilita la EPA. En el tercer trimestre de 2008 el 5% de los hogares tenía a todos sus miembros activos en paro, en ese mismo trimestre de 2013 con la reforma laboral y las políticas de recortes en marcha, este porcentaje subió hasta el 14,20%. El último dato publicado fija este porcentaje en el 8,21%, lejos de los niveles de la época de los recortes, pero aún sigue siendo elevado.

Estos últimos indicadores nos sitúan frente a la precariedad laboral y la precariedad laboral genera pobreza y como he señalado, nada mejor que la pobreza para la expansión de los discursos del odio y del fascismo.

Cuando se habla de derogar la reforma laboral de 2012 se está hablando de derogar una regulación que ha sido determinante para precarizar el empleo y en la medida en la que es desde el empleo desde donde las mayorías sociales generan rentas y derechos, la precarización del mismo determina la precarización de las vidas de estos trabajadores y trabajadoras. Además, no solo se precariza su vida presente, también su vida futura.

Derogar la reforma del 2012 es avanzar en igualdad. El tema de fondo no es si cambiar la regulación laboral hará crecer más o menos puntos el PIB, la verdadera cuestión es pasar del crecimiento sobre la desigualdad y la precarización de las vidas a un crecimiento en el que la riqueza que se va a seguir generando no se trasforme únicamente en la acumulación de la misma en unas pocas manos y en cambio suponga más empleo estable con mejores salarios.

El debate de fondo es que hay quien quiere mantener privilegios frente a quien quiere vidas que merezcan la pena ser vividas y como hemos podido comprobar en los últimos meses, cuando se adoptan decisiones con las personas en el centro, la economía sigue avanzando, pero no lo hace generando desigualdades.

No olvidemos que quienes más atacan las respuestas sociales son quienes defienden los privilegios de las élites, son quienes promueven el individualismo para restar fuerza a los movimientos colectivos, son los de los discursos del odio, son los que atacan al feminismo. Necesitan el caldo de cultivo de la precariedad y la pobreza para alcanzar sus objetivos.

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