Ninguna respuesta nos resuelve el habernos preguntado qué es la vida

Por Puertos33


Tenemos la mala suerte de conocernos y conocer nuestros límites. La extraña capacidad de reconocer el ambiente en el que vivimos. Sólo nosotros nos preguntamos por lo objetivo. Es decir, solo a nosotros nos inquieta la vida.

El otro día, mientras atendía en la barra del bar, una conocida me comento que llevaba tiempo preguntándose que era la vida. Yo, que conozco poco más que el trabajo, conteste con que la vida era trabajar. Mi respuesta nacía en mi, en mi relación con el mundo, pero no es mi vida lo que se quería conocer ¿Hay una vida más allá del yo?

En todo caso, la vida depende de que estemos en ella. Más allá de que nuestro existir parta de nuestra relación con la vida. Desde aquella tan manida frase de Descartes “pienso luego existo”,  vivir es pasivo y existir activo. Toda diferencia es la acción del sujeto, la consciencia del mismo. Pero esta acción, más aún ahora, es un acto de terrorismo social. Supondría acabar con la individualización del siglo XXI.

La vida, también sabemos que no es muerte. La muerte es aquello donde no hay, conciencia al menos ¿la vida es conciencia? ¿Una conciencia que acaba? Pero no hemos dicho que para vivir no es necesario ser consciente ¿Hay diferentes vidas? También la vida de quien vive parte de la nuestra. Es decir, la vida, animal o vegetal, es la vida que nosotros damos, al menos en términos Heiderggarianos.

Y todo acaba, también mi jornada laboral. Hay muerte, es imposible contestar vida sin muerte. Pero llega tarde, cuando nadie la ve. La muerte llega sin avisar, pero llega. Y ese desconocer es la angustia. Kierkegaard diría que existir es la condena de elegir. La angustia es el miedo de las decisiones ¿Se pude decidir la muerte? ¿Quién sabe que no es una respuesta a cualquier acción previa? Sartre también hablaría de ello: “Estamos condenados a ser libres”. Esta condena es la responsabilidad. Asumir que todo tiene efecto en nosotros.

Existir es angustia, asumir que también esa angustia tiene que ser nuestra. Reconocerla, quererla diría Nietzsche ¡Qué respondemos! ¿Importa que sea la vida? Por ahora hemos conseguido, de una manera bastante enciclopedista, el ir concretando:

  1. Es finita: Hay una muerte que lo termina.
  2. Desconocemos su final: Si es una posible respuesta de cada acción, no sabemos que vaya a serlo. Sabemos que la muerte llega, no cuando llega.
  3. Si es finita y desconocida, sabemos que es movimiento.
  4. Solo el yo es consciente de los puntos anteriores.

Una amiga se burlo de la pregunta al decir que eso en términos matemáticos es un límite. Pero es el movimiento hacia dicho límite. Es el marco donde nos hemos encerrado todos, también las sensaciones. Es todo lo que ocurre, también es la contestación de @Gibilloarrate en su artículo.

Conocer lo objetivo de la vida es irrelevante, la vida es existencia en ella. Me atreví, una noche peculiar, a desarrollar una definición con varios amigos. Tambien ellos decían esto, pero lo hicimos. Aunque la definición no nos salve de nada, habría que hacerlo ¿Qué la vida sea “la aprehensión subjetiva de una finitud temporal de imposible determinación” nos ayuda? ¿Hará esta respuesta que podamos seguir adelante? Mi vida seguirá siendo trabajar la mayor parte del tiempo.

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