Es esa vieja derecha española que desde principios del SXIX se ha sentido incómoda y debilitada ante la cultura y la crítica.
Por Lucio Martínez Pereda | 5/07/2024
El Partido Popular ha iniciado una Cruzada Santa contra la periodista Silvia Intxaurrondo. Es inevitable recurrir al viejo refrán “ de casta le viene al galgo”: persiguiendo periodistas incómodos la derecha española nos trae a la memoria las prácticas de sus ancestros políticos de la dictadura.
Es un retorno a una vieja pulsión identitaria que nunca acaba de irse -tan sólo se desdibuja- y que en ocasiones vuelve como una marea alta. Es esa vieja derecha española que desde principios del SXIX se ha sentido incómoda y debilitada ante la cultura y la crítica.
Pero es también una derecha torpe, incapaz de calibrar las repercusiones negativas que estas acciones tienen en la opinión pública, una derecha infantilizada que se revuelve como niño caprichoso contra quien le señala la falta, sin ver el desprestigio que le causa el numerito que monta.
Esta piel fina de Feijóo ante la crítica periodística proyecta la imagen de un liderazgo quebradizo. Si la unimos a la constante inconstancia de su tejer y destejer, a sus idas y venidas en tantas cuestiones, nos sale el dibujo de un liderazgo mutable y líquido que ni vence ni tampoco convence.
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