Next Generation, una oportunidad para la cohesión social y el empleo

Las medidas de fomento del empleo no han sido suficientemente evaluadas y adolecen de cierto carácter rutinario y repetitivo, sin herramientas adecuadas de análisis de la realidad territorial.

José Manuel Corrales Aznar

La economía mundial está entrando este verano en una preocupante desaceleración y estancamiento. Si bien la recuperación económica post-Covid fue muy intensa en el primer trimestre de 2021, liderada por China, desde la primavera el comercio mundial se ha ralentizado, si bien la eliminación de restricciones y la vacunación masiva en los países más desarrollados ha impulsado positivamente el desarrollo turístico en toda la UE, y especialmente en España.

El Gobierno del PSOE y Unidas Podemos presidido por Pedro Sanchez ha querido sentar las bases del Plan de Recuperación de la economía española para los próximos años, que con una dotación presupuestaria de 140.000 millones de euros provenientes de los fondos Next Generation EU, establece 212 medidas destinadas a promover la transición ecológica, la transformación digital, la cohesión social y territorial y la igualdad de género. Se proponen diversas reformas estructurales en el marco de los presupuestos generales del Estado del 2021, contemplando una inversión directa especifica durante este año de 27.000 millones de euros y con la previsión ambiciosa de crear 800.000 puestos de trabajo.

El Gobierno además ha aprobado la propuesta de distribución territorial de dotación de fondos gestionados por las comunidades autónomas con competencias en el ámbito de las políticas activas de empleo. El importe total es de 2.111 millones de euros con cargo al Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). La Conferencia Sectorial de Empleo y Asuntos Laborales establecerá la distribución final de esa cantidad, aunque todas las comunidades autónomas al menos igualarán sus percepciones para financiar las políticas activas de empleo en 2021 respecto al ejercicio anterior.

Esta distribución de fondos se completará con otra partida de 688 millones de euros con cargo al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.

La calidad en el empleo, la problemática del desempleo, y la persistencia de altas tasas de paro, tal y como demuestran todas las investigaciones sociológicas realizadas, es hoy la preocupación más importante en los países europeos, afectando con especial virulencia a buena parte de la sociedad y resultando un factor que incide de forma manifiesta en la calidad de vida y el bienestar social.

El empleo y el emprendimiento por tanto debe constituir uno de los objetivos prioritarios de las políticas públicas que van dirigidas a suplir los fallos del mercado de trabajo y a paliar ciertas situaciones de desigualdad social ligadas al funcionamiento de éste.

Las políticas de empleo históricamente surgen cuando el mercado de trabajo no cumple con el objetivo de crear puestos de trabajo suficientes y de calidad, por lo que no se pueden desvincular de las políticas macro-económicas, haciendo referencia esencialmente a cuatro tipos de intervenciones públicas:

  • Acordar normas (en forma de leyes, decretos, disposiciones) o apoyar la negociación de los actores sociales al respecto, que constituyen el marco regulatorio del mercado de trabajo.
  • Dedicar recursos que inciden en la creación o mejora del empleo, bien directamente (creando empleo público), indirectamente (demandando servicios a las empresas o dando incentivos a estas para que creen empleo) o impulsando nuevos sectores. Estas políticas denominadas “industriales”, suelen servir de apoyo a determinados colectivos, incorporando a mujeres y jóvenes al mercado de trabajo.
  • Apoyar económicamente a quienes han perdido el empleo (prestación por desempleo y otras políticas pasivas).
  • Mejorar las posibilidades de encontrar empleo por parte de aquellos que lo han perdido o están en riesgo de perderlo, anticipándose a este riesgo (políticas activas del mercado de trabajo).

La génesis y evolución histórica de las políticas públicas de empleo ha ido en paralelo al nacimiento y desarrollo del “Estado de Bienestar”, por lo que debemos tener en cuenta que los altos niveles de desigualdad social guardan estrecha relación con la estructura productiva, el mercado de trabajo, las diferencias territoriales y los efectos de las políticas de austeridad.

La precariedad social se ha intensificado con la anterior crisis (2008-2013) generando un modelo de empleo con graves vulnerabilidades, y aunque la recuperación económica en España (2014-2019) previa a la pandemia supuso un significativo aumento del empleo, este tuvo un carácter inestable, poco productivo, de baja calidad, con más temporalidad y parcialidad involuntaria, salarios más bajos y una extrema flexibilidad en las relaciones laborales.

En la aplicación de las políticas de empleo en España se pueden resaltar las siguientes disfunciones derivadas de la descoordinación administrativa y la ineficiente gestión de los recursos:

  • Las políticas de empleo desplegadas por las administraciones públicas en las últimas décadas han sido poco activas y han desempeñado un limitado papel en el impulso de la actividad económica general y en la generación de tejido productivo estable.
  • Las políticas de empleo aplicadas se han orientado fundamentalmente a facilitar incentivos al sector privado, formación ocupacional a los trabajadores desempleados y suplir sus necesidades de renta, en un mercado de trabajo con desequilibrios y abundante población en paro.
  • Las políticas de empleo promovidas en la etapa reciente por las diferentes administraciones han carecido de un proyecto concreto, coherente y continuado a lo largo del tiempo.
  • Las distintas medidas de fomento del empleo no han sido suficientemente evaluadas y adolecen en general de cierto carácter rutinario y repetitivo, careciendo de herramientas adecuadas de análisis de la realidad territorial.

Con estos antecedentes la ingente llegada de fondos europeos Next Generation, será una magnífica oportunidad para la cohesión social y el empleo en nuestro país. La aplicación, ejecución y gestión de estos fondos van a suponer un gran reto para las administraciones públicas, tejido productivo y para el conjunto de la sociedad española. Si la propuesta del Plan de Recuperación del gobierno de PSOE-UP es “no dejar a nadie atrás”, podemos afirmar sin ningún género de duda que junto a las políticas sociales (renta mínima, subida del SMI, ayudas sociales, etc), no vamos a tener ningún instrumento más potente para lograr ese objetivo que la generación de empleo estable, decente y seguro.

Pero esta gestión de los fondos europeos para los próximos años se da un contexto europeo convulso, con una pujanza de las recetas neoliberales o netamente conservadoras y una inquietante falta de iniciativa política de la izquierda. Salvo España y Portugal que tienen gobiernos progresistas que se enfrentan a diversas dificultades, existe una debilidad manifiesta de los posicionamientos políticos a favor del estado de bienestar y de los derechos sociales.

Por todo esto para que el resultado de la gestión de los fondos europeos y del propio proceso de construcción europea sea eficaz y positivo para los intereses de los trabajadores y de las capas medias en la UE son determinantes las elecciones del 26 de septiembre en la República Federal Alemana. El SPD contra todo pronostico se ha recuperado y ha subido con fuerza, pudiendo ganar las elecciones, pero ademas del apoyo de Los Verdes también en crecimiento, necesitarían un tercer partido para formar Gobierno. Según las encuestas el escenario más probable es un gobierno SPD compartido con Los Verdes y con La Izquierda (neocomunistas) o con los liberales centristas. Un gobierno progresista así, seria más defensor del estado de bienestar, integrador, europeista y flexible con las reglas fiscales europeas, lo que sería una excelente noticia para la cohesión social y el empleo en Europa, y específicamente una buena noticia para España.

Pero si quien gana estas elecciones alemanas es la CDU/CSU con su candidato Armin Laschet, aún teniendo un perfil moderado, el camino de Europa se puede escorar inexorablemente a la derecha, y no digamos si partidos ultras como Alternativa Por Alemania consiguen una importante influencia electoral.

Por tanto, en la buena y eficiente gestión de los fondos europeos nos jugamos mucho, y aquí el gobierno de Pedro Sánchez no puede fallar, pero también debemos mirar con especial interés los resultados de las elecciones alemanas y analizar correctamente como se configura la correlación de fuerzas a nivel europeo, porque influirán decisivamente en la calidad de vida y bienestar social de nuestro país.

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