La recuperación de Hezbollah y de Hamás está en el aire y es dudosa. Netanyahu no permitirá que las dos organizaciones islamistas se rearmen y vuelvan a ser una amenaza para el estado judío.
Por Eugenio García Gascón | 3/10/2024
El primer sondeo realizado después del asesinato en Beirut del líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, ha proyectado hacia arriba la popularidad de Benjamín Netanyahu. Después de casi un año con resultados mustios en las encuestas, y de una fuerte hostilidad de la opinión pública, el primer ministro de Israel vuelve a moverse a sus anchas y con seguridad, y es difícil saber hasta dónde está dispuesto a llegar.
Netanyahu se ha permitido dejar abierto el frente de la Franja de Gaza a la espera de lo que ocurra en las urnas de EEUU en noviembre. En función de quien entre en la Casa Blanca, estará mucho más claro si Israel puede expulsar a toda o a una parte de la población palestina, 2,3 millones de personas, que desde el 7 de octubre de 2023 migran sin descanso de un lugar a otro de la Franja, forzados por las bombas americanas de los cazas israelíes que les persiguen por todas partes.
El asesinato de Nasrallah y de la casi totalidad de la plana mayor de Hezbollah, es un punto de inflexión en la guerra, y abre numerosos interrogantes. Una cosa cierta es que la cúpula de las milicias chiíes de Líbano están infiltradas en profundidad y que la eliminación de sus líderes y los bombardeos paralelos han creado un clima de desconfianza e inseguridad que no augura nada bueno para los chiíes.
En el lado israelí, Netanyahu está más crecido que nunca y los sondeos lo corroboran. El primer ministro considera, quizá acertadamente, que su legitimidad internacional se ha robustecido, al igual que le ha sucedido dentro de Israel en apenas unos días. Esto puede tener consecuencias en la larga carrera política de quien ha sido el primer ministro que más años ha servido, por delante de David Ben-Gurión.
Con el asesinato de Nasrallah ha introducido el concepto de un “orden nuevo” para Oriente Próximo. Netanyahu no ha especificado lo que entiende por orden nuevo, aunque puede interpretarse que el Israel que ahora resurge de las cenizas del 7 de octubre será más determinante desde un punto de vista militar y no permitirá que sus enemigos se organicen como lo ha hecho durante los últimos lustros en la Franja de Gaza y en Líbano.
El gran golpe que ha recibido Hezbollah no permite saber si en algún momento volverá a recuperarse. Uno de los objetivos de Israel es no permitir que se mueva libremente, como hasta ahora, a lo largo de la frontera norte. Altos cargos militares han subrayado que la guerra no se detendrá hasta que se haya expulsado a los milicianos más allá del río Litani, que está a unos 25 kilómetros al norte de la frontera.
Además, Israel pretende que se aplique la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada tras la segunda guerra de Líbano de 2006, lo que dejaría el sur de ese país limpio de armas y milicianos. En los últimos meses Netanyahu se ha referido en más de una ocasión a este asunto, ignorando las resoluciones internacionales que exigen poner fin a la ocupación de los territorios palestinos.
La recuperación de Hezbollah y de Hamás está en el aire y es dudosa. Netanyahu no permitirá que las dos organizaciones islamistas se rearmen y vuelvan a ser una amenaza para el estado judío. Los tiempos en que los aviones y los camiones cargados de armas llegaban a Líbano desde Irán, o en los que Teherán financiaba a Hamás, parece que no se repetirán.
Una vez superado el último año aciago, Netanyahu seguramente querrá continuar al frente del país, algo que es perfectamente posible dada la combinación de fuerzas que hay en la Kneset. La muerte de Nasrallah le aporta un balón de oxígeno considerable, y, como decimos, las elecciones de noviembre en EEUU le darán más o menos juego político para continuar.
Un objetivo obligado es Irán. Netanyahu ha definido la república islámica como un monstruo que corrompe toda la región. Es muy probable que a partir de ahora Israel intensifique sus operaciones contra ese país y sobre todo que trate de aislarlo internacionalmente. Cuando Netanyahu habla de crear un orden nuevo pretende ante todo frenar a Irán y para ello cuenta con el respaldo de algunos países de la región que consideran a Irán su mayor enemigo.
Una gran parte de la población israelí cree que Netanyahu es el político más capaz de su generación, y la decapitación de Hezbollah simplemente confirma esa opinión. Esto puede significar que va a continuar en el cargo durante mucho tiempo, dada la composición del arco parlamentario. Y probablemente el Netanyahu que ha salido de este conflicto es muy distinto al que había antes del 7 de octubre de 2023. Entonces era más complaciente e interpretaba erróneamente algunos datos, como se vio en la Franja de Gaza. Ahora los israelíes pueden darle una segunda oportunidad.
Eugenio García Gascón ha sido corresponsal en Jerusalén 29 años. Es premio de periodismo Cirilo Rodríguez.
Este artículo fue publicado originalmente en Globalter.
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