Nagorno Karabaj: el fin de una era

Miles de evacuados karabajíes son atendidos por la Cruz Roja Internacional en la ciudad de Goris, la primera urbe armenia tras el enclave de Nagorno Karabaj. © Beatriz Arslanian

La más reciente ofensiva militar liderada por las autoridades de Azerbaiyán en el enclave del Nagorno Karabaj fue para miles de armenios étnicos que habitaban la región un punto de inflexión en su decisión de huir hacia Armenia. Son cerca de 100.000 los evacuados asistidos por la Cruz Roja y las autoridades de Ereván tras lo que consideran una «limpieza étnica». Nuestra corresponsal en terreno habló con algunos de ellos.

Frontera Nagorno Karabaj – Armenia – El desplazamiento forzado comenzó. Los vehículos se desprenden de a uno del extenso atasco en el puesto de control de Azerbaiyán sobre el Corredor de Berdzor-Lachin, la única conexión entre Nagorno Karabaj y Armenia.

Avanzan con gran lentitud y luego de largas horas, arriban a la aldea Kornidzor, que se ha convertido en el oasis de miles de refugiados karabajíes.

La Cruz Roja ha instalado allí su tienda de campaña donde registra a los recién llegados y les brinda asistencia. Familias enteras descienden de los vehículos, la mayoría con un notorio desgaste físico y emocional como consecuencia de los 300 días de bloqueo humanitario.

La alarma de ataque aéreo, que se activó el pasado 19 de septiembre, aún resuena en sus mentes. El personal humanitario insta a los civiles a que abandonen la carpa apenas sus datos hayan sido recolectados. El espacio físico es limitado y la evacuación parece no tener fin.

Miles de evacuados esperan la asistencia humanitaria de Cruz Roja.
Miles de evacuados esperan la asistencia humanitaria de Cruz Roja. © Beatriz Arslanian

La carretera principal acoge un desfile de vehículos cargados con bolsos, frazadas y bidones de combustible amarrados con cuerdas. Las cifras de quienes evacuaron de Nagorno Karabaj se actualizan con agilidad. Alrededor de 100.000 personas fueron desplazadas hacia Armenia, y ya se han difundido las primeras imágenes de la presencia azerbaiyana en la capital, Stepanakert.

Goris, el caótico respiro

A algunos kilómetros de Kornidzor, la ciudad de Goris, inmersa en un valle rodeado de montañas. Desde que comenzó la evacuación masiva de armenios, su aspecto ha cambiado. En su plaza central abundan las carpas de asistencia con voluntarios que distribuyen alimentos. En las calles predominan los conductores karabajíes exhaustos tras soportar más de 20 horas de atasco.

El centro cultural de la ciudad se ha convertido en un espacio de coordinación donde la Cruz Roja y las entidades del gobierno armenio intentan registrar y reubicar a los recién llegados.

Se estima que en el centro de coordinación hay un flujo constante de mil personas día y noche; el resto se encuentra alrededor de la ciudad. Se reparten alimentos, mantas y medicinas. Los estados de ánimo varían entre la furia, la desesperación y el desconsuelo.

Nora*, una de las miles de evacuadas, está sentada debajo de un árbol a la espera de las instrucciones de su hija. Su vida entera ha estado atravesada por el desalojo. Nació en Bakú durante la era soviética; de allí huyó de las persecuciones a finales de los 80 hacia la ciudad Shushi. Tras la guerra de 2020 se reasentó en Stepanakert, y ahora no sabe a dónde irá. Depende de su hija, cuyo esposo murió en el frente de batalla en 2020. Tiene dos nietos menores que, en el centro de coordinación, han encontrado entretenimiento dibujando junto a los jóvenes voluntarios de la Cruz Roja.

*Nora espera bajo un árbol recibir las instrucciones de su hija tras ser evacuada desde Nagorno Karabaj.
*Nora espera bajo un árbol recibir las instrucciones de su hija tras ser evacuada desde Nagorno Karabaj. © Beatriz Arslanian

Cerca de las mesas de registro, aparece Hamlet* con los documentos de su familia en mano. “Apenas he podido llegar. Mi coche se ha quedado sin combustible justo en un sitio que no es Nagorno Karabaj ni Armenia. Mi esposa y mis niños estaban adentro; en frente teníamos un puesto militar azerbaiyano”, relata. Luego de culminar los trámites, sube a su Lada y asegura que se reasentará en Ereván: “No llevaré a mi familia a vivir a una zona fronteriza. Esto no termina aquí. Azerbaiyán no se conformará con Nagorno Karabaj”.

El gobierno de Armenia prevé un plan de reasentamiento y otras formas de asistencia para aquellos que no cuentan con lugares a donde ir. Syuzi* es una de ellas. Junto a su hija y sus nietos fue reubicada en la región de Vayots-Dzor. Está sentada en un rincón del centro de coordinación rodeada de sus pequeños nietos.

Asegura que la única esperanza y seguridad de los armenios de Nagorno Karabaj eran los “muchachos” del Ejército. “Sin ellos es muy difícil. No nos imaginamos una vida con los azerbaiyanos. Imagínate que lo que ellos llaman ‘integración’ ya comenzó con un genocidio”, expresa. Su sonrisa no se borra: “Yo no seré testigo del regreso, pero sé que mis nietos lo verán”.

Nagorno Karabaj bajo su telón

El bloqueo humanitario, que mantuvo en cautiverio a toda la población armenia étnica de Nagorno Karabaj, fue el primer paso de lo que las autoridades armenias denuncian como una «limpieza étnica».

El ataque a gran escala que Azerbaiyán lanzó bajo la denominación de “operaciones militares antiterroristas” continuó este plan. Ante la falta de alternativas, el gobierno de Nagorno Karabaj selló con Azerbaiyán un acuerdo de cese el fuego a cambio del desarme de su Ejército de Defensa. Esta decisión extendió aún más el margen de desamparo de la población forzada a evacuar.

Largas filas en la ruta de evacuación de Nagorno Karabaj.
Largas filas en la ruta de evacuación de Nagorno Karabaj. © Beatriz Arslanian

Las reuniones de representantes de Nagorno Karabaj y Bakú se sucedieron sin resultados concretos. Finalmente, el presidente Samvel Shahramanyan firmó un decreto que plantea la disolución de las instituciones estatales y el fin de la existencia de Nagorno Karabaj desde el 1 de enero de 2024.

*Los nombres de las protagonistas de esta crónica fueron modificados por razones de seguridad.

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