Mujeres y cuidados

Se debe trabajar en corresponsabilidad desde la organización del trabajo. Racionalizar jornadas laborales, hacer que sean más compatibles con la vida fuera del ámbito laboral es primordial. Las empresas no contarían con trabajadoras y trabajadores sin los cuidados que requieren para llegar a la edad adulta y para ir a trabajar cada día en perfecto estado, este es un coste más que han de asumir las empresas.

Por Mari Ángeles Castellanos

Hay datos contundentes que nos muestran que son las mujeres las que dejan su empleo para cuidar.

La última Encuesta de Población Activa (EPA) publicada por el INE el pasado mes de octubre en uno de sus apartados analiza la experiencia profesional y la búsqueda de empleo, en este apartado se detalla el número de personas paradas o inactivas que han trabajado anteriormente según la causa por la que han dejado su último empleo, una de las causas es precisamente los cuidados a menores, adultos enfermos, personas con discapacidad o mayores, bien, en este apartado el 79% de las personas paradas y 92% de las inactivas son mujeres, por tanto apenas hay hombres que dejen sus empleos para cuidar.

La información está también desagregada por tramos de edad, en el caso de las paradas que han dejado su empleo para cuidar, el 63% tienen entre 25 y 34 años, probablemente porque han sido madres, y en el caso de inactivas el 40% tienen entre 25 y 44 y un llamativo 20% tienen más de 55, aquí puede que tengan más peso cuidados a mayores o que tras el desempleo han pasado a la inactividad al quedar descolgadas del mundo laboral.

Estos datos se suman o otros muchos que nos sitúan frente al problema de acceso al empleo de las mujeres por el rol de cuidados y además los datos que vemos en el apartado de inactividad nos pueden llevar a pensar que muchas mujeres no solo están dejando de trabajar para cuidar a sus hijos e hijas, también lo están haciendo para cuidar a mayores ya que en este apartado se incluyen las personas que llevan menos de tres años como inactivas o paradas.

Más datos, ya en el mes de noviembre, el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones ha actualizado las cifras de las personas afiliadas como cuidadoras no profesionales.

Antes de entrar en los datos es interesante saber quiénes son estas cuidadoras, aquí se encuadra a quienes cuidan de las personas en situación de dependencia que tienen reconocida la prestación económica para cuidados en el entorno familiar.

La regulación de esta figura establece que podrán asumir la condición de cuidadores no profesionales de una persona en situación de dependencia, su cónyuge y sus parientes por consaguinidad, afinidad o adopción, hasta el tercer grado de parentesco.

Cuando la persona en situación de dependencia tenga su domicilio en un entorno caracterizado por insuficiencia de recursos públicos o privados acreditados, la despoblación, o circunstancias geográficas o de otra naturaleza que impidan o dificulten otras modalidades de atención, la administración competente podrá excepcionalmente permitir la existencia de cuidados no profesionales por parte de una persona de su entorno que, aun no teniendo el grado de parentesco señalado en el apartado anterior, resida en el municipio de la persona dependiente o en uno vecino, y lo haya hecho durante el periodo previo de un año.

Estas cuidadoras no profesionales suscriben un convenio especial con la Seguridad Social que les coloca en una situación asimilada al alta a efectos, entre otras, de las prestaciones de jubilación.

Hay que señalar que desde el 1 de abril de 2019 la cuota de estos convenios la abona la Administración General del Estado.

Por tanto, estamos ante una figura de cuidados de personas dependientes en un ámbito no profesional, pero con la cobertura que ofrece el convenio especial de cara al acceso a prestaciones como la jubilación, bien, pues aquí los últimos datos señalan que a finales de octubre había un total de 68.678 personas dadas de alta en la Seguridad Social como cuidadoras no profesionales de las cuales el 89% son mujeres y el 46% de estas mujeres tienen 55 años o más.

Este es otro claro ejemplo de la feminización de los cuidados y de cómo las mujeres tienen que dejar su vida laboral para cuidar.

Acabar con estas brechas requiere avanzar en corresponsabilidad, pero también requiere dotar al sistema público de cuidados de mejores coberturas.

La corresponsabilidad pasa por la atención a los cuidados tanto por parte de los hombres como de las mujeres, pero va mucho más allá, desde aspectos como el urbanismo o la arquitectura que tienen una fuerte carga ideológica en la que se repara poco pero que son disciplinas que idean espacios para la vida que muchas veces lo último que tienen en cuenta precisamente es la vida y se centran más en la especulación o en otros intereses económicos dificultando que las personas tengan tiempo para vivir fuera de los ámbitos obligacionales.

También se actúa a favor de la corresponsabilidad con la movilidad, si existe transporte público suficiente y eficiente se facilita la movilidad y la organización del tiempo, también se puede avanzar en corresponsabilidad promoviendo sistemas de movilidad que tengan a la persona en el centro. En este ámbito se está tramitando el Anteproyecto de Ley de Movilidad Sostenible que quiere poner a las personas en el centro y proclama la movilidad como un derecho subjetivo. No obstante hay que apuntar que el dictamen sobre este Anteproyecto del Consejo Económico y Social de España (CES) apunta que es necesario que la futura ley incorpore de forma transversal la perspectiva de género.

Y por supuesto se debe trabajar en corresponsabilidad desde la organización del trabajo. Racionalizar jornadas laborales, hacer que sean más compatibles con la vida fuera del ámbito laboral es primordial. Las empresas no contarían con trabajadoras y trabajadores sin los cuidados que requieren para llegar a la edad adulta y para ir a trabajar cada día en perfecto estado, este es un coste más que han de asumir las empresas. Parte del beneficio empresarial se debe al ahorro de costes que supone que esos cuidados que requieren quienes trabajan se provean desde el ámbito domestico e invisible en el que las mujeres atienden estas necesidades renunciando así a su vida activa y a su propia independencia económica.

Una buena parte de la riqueza generada y acumulada en pocas manos tiene su origen en el trabajo invisible de los cuidados procurados por las mujeres y hay que revertir esta realidad, aquí el sistema fiscal también está llamado a jugar un papel fundamental como elemento clave en el reparto de la riqueza y de las rentas generadas, además esta recaudación ha de servir para dotar de suficiencia a los servicios públicos que han de atender desde el ámbito profesional todos los cuidados que necesitamos a lo largo de nuestras vidas, esto redunda en más igualdad y también en mejor atención.

Los datos son incontestables, las soluciones son variadas y transversales y aunque se ha avanzado queda mucho camino por recorrer.

Se el primero en comentar

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo no será publicada.




 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.