¡Mujeres de todos los países, uníos!

Por Daniel Seixo

Podría comenzar una vez más este artículo aportando el frío dato de que el  35 por ciento de las mujeres de todo el mundo han sufrido violencia física y/o sexual por parte de un hombre, explicando que el 80% de las víctimas de trata de personas son mujeres y niñas, recordando que unos 15 millones de muchachas de entre 15 y 19 años en todo el mundo han sido obligadas a mantener relaciones sexuales forzadas o que cerca de 200 millones de mujeres han sido víctimas de la mutilación genital femenina. Podría hablar de las cuatro violaciones diarias que se producen oficialmente en España, nombrando a las más de 900 mujeres asesinadas en nuestro estado desde que existen cifras oficiales o incluso poner cara e historia a cada una de ellas. Sin duda, las estadísticas y la sangre podrían llegar a hacer de este artículo un insensato paseo por la locura y la crueldad humana. Una certera y firme aproximación a la sin razón del patriarcado, esa arcaica estructura social –desgraciadamente todavía vigente en gran parte del mundo– que hace que a los hombres desde muy pequeños se nos arranque gran parte de nuestro corazón y raciocinio, abocándonos desde la más tierna infancia a unas pautas de comportamiento cimentadas en la frialdad, el dominio y el orgullo*.

Pero en esta ocasión, prefiero alentar la esperanza, ya que un fantasma recorre el mundo: el fantasma del feminismo. Todas las fuerzas reaccionarias se han conjurado en santa cruzada para derrocarlo: el sistema judicial, el poder económico, la iglesia o incluso gran parte de los medios de comunicación, desafían directamente o intentan manipular con elaboradas argucias el despertar de la conciencia feminista. Pero el cambio resulta ya a todas luces inapelable, los cimientos del patriarcado comienzan a tambalearse y ningún agente social parece capacitado ya a estar alturas para detener una corriente social organizada y dispuesta a remover la historia.

Las muestras de fuerza del feminismo llegan desde todos los rincones del planeta. Incluso en un país como es La India, con cerca de 10 millones de niñas asesinadas por sus padres en los últimos 20 años y en donde el 35% de las mujeres son analfabetas, el feminismo ha comenzado a dejarse sentir con fuerza. Encontramos un claro ejemplo en la lucha de las recolectoras de Té del estado de Kerala. Agrupadas bajo la organización Pembillai Orumai (Mujeres Unidas), han logrado entorpecer la producción de una de las compañías de té más poderosas del mundo, para exigir mejoras en sus pésimas condiciones laborales y el fin de los continuos abusos sufridos por la explotación machista en sus puestos de trabajo. Esta movilización obrera y feminista, supuso sin lugar a dudas una auténtica revuelta social en un país poco acostumbrado a ver como sus mujeres se organizan y lideran manifestaciones contra los abusos sufridos por el sistema.  La lucha de las trabajadoras de Kerala ha supuesto un shock para el patiarcado en La India y una esperanza para todas aquellas mujeres obreras que todavía a día de hoy sobreviven en el país en condiciones de esclavitud.

Otro claro ejemplo de la fuerza del feminismo organizado lo encontramos en las recientes manifestaciones contra la elección como presidente de Brasil del ultraderechista Jair Bolsonaro. Aunque finalmente, pese al rechazo del colectivo feminista, el 50% de las brasileñas lo apoyaron en las urnas  –la clase social sigue siendo la clase social– bajo el grito de Ele nao (Él no), miles de mujeres brasileñas llenaron el día previo a las elecciones las calles, para dejar claro que ellas no iban a respetar a un presidente que no las respetaba. En una multitudinaria protesta, el movimiento feminista brasileño se posicionó claramente no solo contra un candidato machista, sino también contra un candidato racista y claramente liberal. Gran parte del electorado feminista de izquierda, vio la movilización social en las calles como una única alternativa para evitar lo que suponía un ataque directo a las mujeres. Por desgracia, muy probablemente fuese precisamente ese intento «oficial» por desvincularse de la izquierda política  o la falta de unión entre los diferentes colectivos afectados por los ataques de Bolsonaro –antiracistas, obreros y LGTB– lo que finalmente propiciara que no se pudiese alcanzar el objetivo de evitar que la presidencia de la república fuese ostentada por un presidente que había mostrado abiertamente su rechazo a la lucha feminista. Pese a ello, las mujeres brasileñas han logrado dar sobrada muestra de su capacidad organizativa y de su posible poder en las urnas. El futuro de un Brasil libre y socialmente más justo, pasa sin lugar a dudas por la capacidad de su feminismo para liderar gran parte de las luchas sociales que están por venir en el país.

También en el continente africano la lucha organizada de las mujeres se ha dejado sentir con fuerza. En Uganda, el mismo país en el que la activista feminista Stella Nyanzi fue sentenciada a prisión preventiva por insultar en las redes sociales al presidente del país, Yoweri Museveni, el feminismo sobrevive en los campos de fútbol y en la lucha diaria de las militantes. Al tiempo que la ONG ‘Goals for freedom’ congrega a niños y niñas alrededor de una pelota intentando romper las firmes barreras levantadas por la construcción de género de su sociedad, la #WomensMarchUg (marcha de mujeres) sobre la capital Kampala, para exigir justicia por los 42 feminicidios sin resolver en el país durante 2017, marcaba un hito para las activistas feministas ugandesas. La falta de respeto por la vida de las mujeres, llevaba al feminismo a salir a las calles para exigir justicia a su gobierno y respeto a sus hombres. El estallido de dignidad e indignación se encontró con el apoyo de colectivos feministas de lugares tan diversos como Sudán del Sur, Etiopía o Kenia. 42 asesinatos impunes de mujeres que supusieron el fin de la paciencia para todo un país y la solidaridad de todo un continente.

Todos estos ejemplos de lucha feminista nos muestran la clara vigencia de un movimiento organizado y dispuesto a luchar por reivindicaciones concretas. No se trata de aislar al feminismo de las luchas globales, sino de todo lo contrario: se trata de llevar el feminismo a lo global. Hoy más que nunca la lucha de las mujeres debe ser una lucha por lo material, por lo psíquico, pero especialmente una lucha por sus propias vidas, por su capacidad de acción y decisión. No dejarán las compañeras que el feminismo caiga en una corriente social más absorbida por la dinámica del consumo y lo trending. Hoy las falsas feministas, aquellas que quisieron ver en la unión de las mujeres un filo para su lucro individual, caen lentamente ante la realidad de un feminismo revolucionario, un feminismo que este 25 de Noviembre sale a las calles para exigir el fin de la violencia machista, pero que sin duda sabe que ese objetivo tan solo se conseguirá luchando firmemente contra las dinámicas sociales y económicas que sustentan la superestructura patriarcal. La unión del feminismo y su participación activa en las diferentes batallas sociales, supone un paso decisivo para el empoderamiento de la mujer. Necesitamos en la izquierda, pero también en la sociedad, alternativas femeninas. No queremos una nueva copia patriarcal en un cuerpo de mujer, no más Angela Merkel o Theresa May, necesitamos una visión realmente feminista del cambio.

Cada muerte, cada golpe, cada violación…, exigen un movimiento feminista más y más fuerte. Las feministas no tiente por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente deben declarar sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos solo pueden alcanzarse derrocando la vigencia del sistema de relaciones patriarcales. Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de un feminismo realmente revolucionario. Las mujeres –y con ellas los hombres deseosos de ser liberados de las dinámicas patriarcales– no tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen en cambio, un mundo entero que ganar. ¡Mujeres de todos los países, uníos!

*Si llegados a este punto, a ti como hombre el presente artículo comienza a molestarte, no te preocupes, es normal, pero haznos y hazte un favor, continúa leyendo. Al resto, a las mujeres, simplemente agradeceros que dediquéis hoy vuestro tiempo a leer a este pobre autor. Pero de seguir haciéndolo, he de advertiros que en la presente artículo no podré aportar tantas y tantas otras compañeras no hagan mejor y con mayor conocimiento de causa. A ellas, simplemente agradecerles su trabajo diario, lo que sin duda para mí supone una guía para lograr quitarme el patriarcado de encima.

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