Mona Eltahawy: Desafiar, desobedecer y quebrantar al patriarcado a diario.

Por Teresa Domínguez


Captura de pantalla 2019-04-01 a las 8.39.07El hermosísimo salón de conferencias de la Fundación Tres Culturas estaba lleno de hombres y mujeres expectantes por ver aparecer a la mujer de los cabellos de fuego, por escuchar su voz firme, concisa, incisiva en la conversación y presentación de su libro en español con Ángeles Jurado «El himen y el hijab: Por qué el mundo árabe necesita una revolución sexual.»: Por oír pronunciar a Mona Eltahawy su credo:

«Fuck the patriarchy»

Mona Eltahawy cree en la destrucción del patriarcado, esa es su meta. No se trata de su cultura vs nuestra cultura, o de enfrentar países o religiones, se trata de ver que todas nos enfrentamos al mismo enemigo: El patriarcado.

El patriarcado es como la cabeza de un pulpo y usa tentáculos para estrangularnos con la opresión, cada extremidad usa un tipo de opresión diferente, una puede ser el capitalismo, otra el racismo, la religión, la homofobia, el matrimonio infantil, la explotación sexual, la educación, etc… pero todo lo controla el patriarcado, y después de averiguar qué tentáculo nos oprime a cada una de nosotras, lo que hay que atacar es la cabeza. Mona Eltahawy no diferencia feminismos, el objetivo del feminismo afirma, es el mismo, seas de donde seas. El patriarcado es universal, usa multitud de formas de opresión. Existe en todos los países, bajo dictaduras, y bajo democracias, y la lucha va más allá de la misoginia, y es lo que nos une a todas.

Lo político y lo personal

El problema es que los hombres no entendieron que para ganar la revolución, esta debía ir de la mano de la revolución sexual y de la feminista

A todos los que conoció la escritora en Túnez, en la revolución de la Primavera Árabe, les pareció un sueño hecho realidad, se dieron cuenta de que merecían ser libres, y haciendo un recorrido por muchos de los países que se han levantado contra sus dictadores, la periodista se dio cuenta que hombro con hombro, mujeres y hombres luchaban juntos contra regímenes totalitarios. Y una de las razones por las que escribió su libro fue para responder a la pregunta de si los hombres revolucionarios, también llevaban la revolución a sus hogares. Y recordó aquello que decían respecto a sus compañeros, el grupo de mujeres llamadas «Mujeres libres» organización feminista dentro del anarcosindicalismo español que existió entre 1936 y 1939 durante la guerra civil española, junto a la Confederación Nacional de trabajadores, entre otras: «Los compañeros eran muy buenos en la revolución, en la lucha, en las fábricas, en los bares… pero cuando volvían a casa, se quitaban la revolución como el que se quita los zapatos«.  ¿También los revolucionarios de hoy son revolucionarias en el hogar? ¿Y dónde está el feminismo en la revolución?. Sus mismos compañeros le decían, que no era el momento, que había otras prioridades; el poder, la educación, las torturas, los presos de conciencia, las calles, el ambiente, el tráfico…  ¿Cómo es posible que digan siempre lo mismo cuando somos el 52% de la población mundial?. Y se dio cuenta que los hombres no iban a luchar por la revolución feminista, y la mayor excusa de todas era que de todas formas nadie es libre, y es verdad, nadie es libre porque el estado oprime a todos y todas, pero sin embargo, las mujeres son oprimidas tres veces, por el estado que los oprime a todos, por la calle y por el hogar. La lucha revolucionaria es la lucha por el poder político o social, porque esa es su opresión. Pero «mi revolución, y la revolución que todas necesitamos, la que nos libera a todos, es contra el dictador del estado, contra el dictador de las calles, y contra el dictador de nuestros dormitorios». La revolución política está hoy parada, pero la revolución social y sexual está en pleno movimiento.

Descubrir el feminismo

«Yo entré al feminismo por el trauma, el choque cultural, que sufrí al viajar a Arabia Saudí«

Egipcia, hija de médicos, se mudó a Reino Unido junto a sus padres a la edad de siete años, donde realizaron su especialización, cuando tenía quince años se marcharon a Arabia Saudí, y para enseñar a otros médicos, y allí fue donde Mona Eltahawy descubrió que había muchos islams. Ella conocía el Islam de sus padres, que tenían carreras universitarias, y vivían en igualdad, y con el mensaje de que lo más importante en la vida es el conocimiento, y en Arabia Saudí el mundo se le vino abajo, las mujeres eran consideradas el pecado andante, y fue precisamente en ese momento, cuando su lucha contra el patriarcado realmente empezó, aún sin conocer la palabra «feminismo». Un término que descubrió con 19 años, en 1987, un día que estaba en la librería de la universidad, allí encontró unas revistas, donde habían escrito mujeres con sus conocimientos, con su cultura, con sus antecedentes de fe, mujeres como, la doctora Nawal El Saadawi, una de las feministas más importantes de su generación, la socióloga marroquí Fátima Mernissi, una de las primeras en decir públicamente que la educación de la mujer en los países en vías de desarrollo es el mejor anticonceptivo existente. Mujeres que dieron nombre a lo que estaba experimentando, y esa palabra era feminismo, y estaba aterrada, porque se dio cuenta de que una vez que tiras del hilo del feminismo, lo deshace todo, y no hay marcha atrás. Aceptar el terror y saltar. «Puede que te asuste pero te das cuenta que no hay otro camino». Lo curioso de la historia, afirmaba, es que fue alguna mujer fue la que puso esos documentos allí, en un rincón de la biblioteca para que otras mujeres, como ella, lo encontraran, leyeran, en una universidad que no impartía, ni imparte, estudios de género. Un país que aún hoy mantiene un férreo sistema de custodia masculina sobra las mujeres.

En Arabia Saudí no ha habido primavera árabe, pero sí hay una revolución feminista que el Gobierno del Principe Bin Salmán, está combatiendo, encarcelando y torturando a mujeres que luchan por sus derechos, mujeres de tres generaciones que son llevadas a juicio por atentar contra la Monarquía Absoluta. Y eso lo contaba para demostrar que en Arabia Saudí hay feminismo, y que está en nuestras manos, con nuestros votos, desde nuestros estados democráticos, poner freno no solo a la venta de armas que se usan en terceros países matando civiles, sino al ataque contra las mujeres activistas que luchan por sus derechos.

Herencia feminista

«No necesitamos importar el feminismo occidental, ni imitar lo que llaman el «feminismo blanco«.  «Debemos ser las dueñas de nuestros cuerpos«

Mona Eltahawy en su libro quiere mostrar que existe una herencia feminista en su parte del mundo. Que no necesitan importar feminismo occidental, ni imitar lo que llaman el «feminismo blanco». En Egipto por ejemplo, el feminismo nació en los años 20, con Huda Sha’arawi, una de las pioneras del movimiento feminista egipcio y árabe, ​​ nacionalista y fundadora de la Unión Feminista Egipcia. Y muy probablemente, muchas personas desconocen que en los 20 había un grupo de mujeres egipcias que viajaron a Italia para asistir a una Conferencia Internacional feminista, y cuando regresaron, Huda Sha’arawi, se quitó el velo y dijo «Esto es una cosa del pasado». También menciona en su libro que otra feminista egipcia en los 50, Doria Shafik, irrumpió en el Parlamento egipcio con 1500 mujeres, pidiendo el derecho a voto.Y se pusieron en huelga de hambre. Como las británicas. Y en Egipto las mujeres votan gracias a esas mujeres. Con ello la escritora deja constancia de que existen generaciones de mujeres que han sido activistas feministas en su parte del mundo, y esto lo cuenta para recordar a los que la acusan de importar una ideología extranjera, contraria a sus antecedentes culturales, o religiosos, que dichas acusaciones son falsas.

Eltahawy afirma que el mundo árabe necesita una revolución sexual, porque «debemos ser las dueñas de nuestros cuerpos, de nuestra sexualidad, de nuestro propio placer» Esto es lo que le niega el patriarcado a las mujeres en cualquier lugar del mundo. Especialmente los conservadores, y la ultraderecha, que quieren prohibir el aborto, y controlar nuestros derechos reproductivos. «Incluso nos castiga si declaramos que sentimos placer sexual«. Hablar de sexo, un asunto que califican de «sucio y desagradable«, un tema «occidental, blanco, o que no pertenece a su cultura«. Y es por ello que la escritora afirma que el mundo árabe necesita una revolución sexual», y en su libro cita la poesía de mujeres musulmanas árabes del SVII, del SXII, también de mujeres musulmanas de Andalucía, que escribieron extensamente acerca de sexo, de placer y lamentándose de que esa herencia hubiese sido borrada por el patriarcado. Por eso insiste en su libro en negar que se trate de una apropiación de occidente, muy al contrario, se trata de su propia herencia a la que tienen derecho a reclamar con orgullo.

El hijab

«Quiero que la derecha se calle y escuche a las mujeres musulmanas. Quiero que la izquierda se calle y escuche a las mujeres musulmanas. Quiero que los hombres de las comunidades musulmanas se callen y escuchen a las mujeres musulmanas.»

Mona Eltahawy se siente cansada de que se reduzca a la mujer musulmana a lo que llevan en la cabeza o entre las piernas. Para explicar su posición con el velo siempre cuenta la situación de su propia familia. Su madre, doctora, eligió llevar hijab por razones de fe, y lo cree una obligación, Mona eligió llevar el hijab inicialmente, con 16 años, sin embargo, pronto empezó a no estar de acuerdo con su uso, observó que había distintas opiniones, interpretaciones, y dejó de creer que era una obligación. En en este sentido, la profesora universitaria y feminista Fátima Mernissi fue una luz para ella, escribió dos libros acerca de las mujeres musulmanas y el hijab. También evoca que echaba de menos el viento en su pelo, y descubrió que era mucho más fácil ponérselo que quitárselo. Ocho años le costó dejar de usarlo, tenía 25 años. Y el tercer ejemplo es su hermana, con la que se lleva 19 años, y que ha elegido ponerse el hijab «para joder a los racistas». Para su hermana pequeña es un símbolo de identidad, y está orgullosa de ello.

Y esto demuestra lo complicado que es el hijab para las mujeres musulmanas. Y las mujeres son mucho más que un hijab, es por ello que repite aquello de que, «salvo que seas de una mujer de origen musulmán, cállate y escucha a las mujeres musulmanas» porque será entonces cuando nos demos cuenta que por ejemplo, en un contexto como Irán, las mujeres son arrestadas por quitarse el hijab, en Arabia Saudí, hay mujeres que se quitan el niqab y lo graban y lo queman en señal de protesta, con el peligro que supone, mientras en otro contexto como occidente hay mujeres que viven en comunidades de minorías musulmanas, y la situación de estas y el hijab es muy diferente, y como le sucede a su hermana, quieren reivindicar sus orígenes a sabiendas que las pone en peligro a manos de islamófobos y racistas. Y cuando se reduce a la mujer musulmana al hijab, al niqab o al burka, se las deshumaniza, y cuando las deshumanizamos, les negamos la vida completa que deseamos para nosotras. «Véannos como algo más que un velo, escúchennos, porque somos mucho más que eso«.

Para entenderlo mejor, Mona Eltahawy afirma que está contra el uso del niqab, del burqa y de las razones que obligan a su uso, de la misma manera, también se opone al hijab, porque no cree en la cultura de la modestia, que no es exclusiva de la cultura islámica, otras religiones, incluso la cristiana cubre la cabeza de las mujeres, pero a la vez, es contraria a la prohibición porque viene de grupos racistas islamófobos, y no comparte su discurso.

Feminismo, religión y patriarcado

«El patriarcado usa todas las armas que tiene contra las mujeres«

Mona Eltahawy no se declara feminista musulmana, mantiene separados el feminismo del Islam, y eso lo hace porque lucha contra toda forma de violencia hacia mujeres y niñas, venga de donde venga, venga del hinduismo, del Islam, Trump, EU, etc… En el libro menciona a varias feministas musulmanas, y lo hace por dos razones, una de ellas es porque en 2009 Mona Eltahawy fue a la Musawah, el movimiento global por la «Igualdad y justicia» en las familias musulmanas, en Koala Lumpur, Malasia y ese movimiento es como un paraguas, y bajo ese paraguas ella se encuentra también, una feminista secular, tanto como una de sus heroínas feministas musulmana, Amina Wadud. Y la segunda porque el patriarcado usa todas las armas que tiene contra las mujeres, y es por ello que ella usa todas las armas que tiene contra él, venga de dónde venga, y eso incluye las armas de las feministas musulmanas. También porque el patriarcado existe por encima de la religión. La escritora afirma que la mayoría de las religiones son patriarcales, especialmente las abrahámicas: el judaísmo, el cristianismo y el islamismo, y tienen muchas cosas en común. Pero también hay patriarcado fuera de las religiones, y dejar la religión no es la solución. Hay muchas personas que creen profundamente en su fe, afirma, que tienen un sentimiento interior que les proporciona fuerza, e inspiración, ¿Y quién soy yo para decirles que dejen la religión? se preguntaba, en segundo lugar, hay muchas personas que no pueden dejar la religión porque pondrían su vida en peligro. Es por ello que en vez de decirles que dejen la religión Eltahawy les ofrece armas para luchar contra el patriarcado dentro de su entorno. Y señala la importancia del feminismo islámico como arma contra el patriarcado que existe en los lugares secretos. Y como ejemplo del poder de este tipo de trabajo, recordó que en 2005, Amina Wadud, una erudita del islam, profesora y feminista estadounidense,  se convirtió en la primera mujer Imán. Amina se auto-proclamó Imán en Nueva York «porque disponía de los conocimientos para ello», desafiando al patriarcado, sobre todo porque no había nada en el Corán que lo prohibiera, y 50 mujeres entre las que estaba Mona Eltahawy, y cincuenta hombres, rezaron detrás de ella.

La mujer que estaba junto a Mona era de Somalia, y estuvo llorando todo el tiempo, porque en Somalia, ni siquiera las mujeres pueden ir a la mezquita. Y Mona Eltahawy fue una de las dos mujeres rezando sin hijab y mientras tenía la menstruación, gran tabú. Formaban parte del movimiento Unión Progresista Musulmana de Norte América y preguntadas por la legitimidad del acto, respondieron que solo necesitaron darse permiso a sí mismas. El movimiento feminista musulmán ha abierto las puertas a que haya más mujeres que prediquen, a que puedan rezar con el periodo, o que haya miembros de la comunidad LGTB que también pueda rezar, creando una revolución. Y para mostrar lo aterrado que estaba el patriarcado, en aquellos momentos la Liga Árabe se reunía, por otra razón, y Gadafi dijo, que lo que pasó en Nueva York, con mujeres dirigiendo los rezos, iba a crear a millones de Bin Ladens. Que 100 personas, rezando pacíficamente podrían crear millones de terroristas. Gadafi fue quien creó miles de millones de Bin Ladens, torturando y asesinando a sus oponentes, pero una mujer que se tomo el derecho de ser Imán, fue considerada un peligro, y saberse parte de la revolución de Amina Wadud, fue un orgullo.

Los extremismos se parecen

«Mi cuerpo es mío«

Mona Eltahawy hace hincapié en el paternalismo de occidente en su perspectiva de las mujeres musulmanas en otros países, y se pregunta qué pasa con los hombres en occidente, en especial con la justicia patriarcal. Los extremismos se parecen afirma la periodista, y prueba de ello es el creciente movimiento de la ultra-derecha en Europa. En Alemania ya ocupa el segundo lugar un partido que apela al peligro de «los que vienen», a la homofobia, la islamofobia, al supremacismo blanco, a la misoginia, como sucede en EEUU, u otros países. Hombres que protegen a sus mujeres, para luego controlar sus cuerpos. Y lo mismo sucede con los grupos extremistas islámicos, que so pretexto de un discurso de odio, de proteger a sus mujeres, les dicen que tienen derecho a su hijab, o su niqab, pero les ocultan que es el único derecho al que podrán apelar. Mona Eltahawy combate ambos extremismos, pero también a esas mujeres que no se los cuestionan, que» internalizan la misoginia, porque «nada te protege contra el patriarcado«. La verdadera revolución, añade Mona Eltahawy, es dejar claro que nuestro cuerpo nos pertenece siempre, sea en la iglesia, en la calle, en el hogar, «mi cuerpo es mío«.

La lucha feminista

«Las tres D. Desafiar, Desobedecer y quebrantar (Disrupt) al patriarcado a diario«

El patriarcado interiorizado, es una lucha diaria, actuamos de la forma en que somos socializados, continúa, y se necesitan años de lucha para reconocerlo y deconstruirlo. Una forma de luchar contra el patriarcado explicaba la periodista, es combatir lo más cercano, en los propios hogares, «Todos los dictadores, los misóginos, los del estado, los de la calle, o del hogar, vuelven a casa«, y es necesario empezar por reconocer la lucha interna, ahí empieza realmente la batalla, es necesario desarrollar disciplinas, una forma de entrenar los «músculos feministas». Un tema que desarrolla en su próximo libro, que verá la luz en septiembre en inglés, llamado «The Seven Necessary Sins for Women and Girls» (Los siete pecados que necesitan las mujeres y niñas) donde busca los atributos que el patriarcado niega a las mujeres: como querer, hacer o ser, y basándose en los 7 pecados capitales, apela a los siete pecados que nos son necesarios: La cólera, la búsqueda de atención, blasfemia, ambición, poder, violencia, y lujuria. Porque no estamos socializadas para ello. Y urge a las mujeres y jóvenes a reclamarlos como propios y usarlos cada día en un feminismo que llama en 3D. Y esas 3D son: desafiar, desobedecer y quebrantar (Disrupt) al patriarcado a diario. El patriarcado es solo amigo de un cierto tipo de hombres, y ellos también han de reconocer que es igualmente dañino para ellos. Porque hay hombres que reconocen que el patriarcado les niega un amplio abanico de emociones que merecen.

Mona Eltahawy

«Creo que si tienes privilegios, estás obligado a luchar diez veces más que a los que no los tienen«.

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Fotografía de la Fundación Tres Culturas

MonaEltahawy_ElHimenYElHiyabLa Fundación Tres Culturas, en colaboración con Casa África y Capitan Swing, acogió la  presentación del libro El himen y el hiyab: por qué el mundo árabe necesita una revolución sexual, de la escritora egipcia y feminista Mona Eltahawy, en una interesante y viva charla con  la periodista Ángeles Jurado. una conferencia presentada por Jose Manuel Cervera. Director de la Fundación.

Ahora se encuentra terminando de escribir su nuevo libro «The 7 Necessary Sins for Women and Girls» que verá la luz en septiembre.  Mona Eltahawy es una de las 100 mujeres árabes más poderosas según Arabian Business magazine, columnista y analista premiada y oradora internacional sobre temas árabes y musulmanes y feminismo global. En 2000, Eltahawy fue reportera de noticias en Medio Oriente durante muchos años, incluidos casi seis años como corresponsal de Reuters. En 2009, la Unión Europea le otorgó el Premio Samir Kassir a la Libertad de Prensa por su opinión.

En noviembre de 2011, durante las revueltas de la plaza Tahrir, la policía antidisturbios de Egipto la golpeó, le rompió el brazo izquierdo y la mano derecha, la violó y fue detenida durante 12 horas por el Ministerio del Interior y la Inteligencia Militar. Aunque esta no fue la primera vez que fue agredida física y sexualmente. Mona tenía 15 años cuando fue atacada sexualmente por primera vez en la peregrinación a la Meca en 1982.  «Rompí en lágrimas después de muchos minutos de no poder escapar de las garras de este depredador sexual«. Aquellos días en la plaza de Tahrir y los años de protestas que siguieron, las agresiones hacia las mujeres, los abusos, las violaciones se multiplicaron. En su libro aparecen los datos, el 99,3% de las mujeres y niñas egipcias aseguran haber sufrido acoso sexual. Además se instrumentalizó el abuso para apartar a las mujeres de la calle donde los egipcios peleaban por cambiar el sistema. La feminista cubrió las cicatrices de su violación con tatuajes. “Debía recuperar la posesión de mi cuerpo”.

En aquel momento, ella no tenía palabras para lidiar con lo sucedido; pero ahora habla por las mujeres musulmanas que no pueden, en todos los países del mundo, y entre otras formas bajo el viral hashtag #MosqueMeToo. Eltahawy dijo que quería que el hashtag no solo fuera un espacio para reconocer las experiencias de las demás, sino que los hombres musulmanes se dieran cuenta de que esto no solo está sucediendo en Hollywood.

La mejor forma de mostrar solidaridad con la comunidad musulmana, no es ponerse el velo, insiste, como ha sucedido en la masacre de Nueva Zelanda, la mejor forma «es luchar contra la supremacía blanca, contra la islamofobia». De la misma forma que la mejor forma de mostrar solidaridad con las mujeres, a favor del feminismo, es luchar contra la misoginia, contra el patriarcado. El resto es un gesto naif y vacío.

Puedes ver el vídeo de la presentación en este enlace

Teresa Domínguez

«No seré una mujer libre, mientras haya mujeres sometidas»

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