Moción de censura, nos sobran los motivos

Por Daniel Seijo

«Por las arrugas de mi voz 
se filtra la desolación 
de saber q éstos son 
los últimos versos q te escribo, 
para decir «con Dios» a los dos 
nos sobran los motivos. «

Joaquin Sabina

Tras el tramabús, los continuos debates y declaraciones contra la corrupción como escaparate parlamentario y las peleas internas representadas en territorio enemigo, Unidos Podemos ha decidido dar un paso al frente anunciando la búsqueda de apoyos parlamentarios para iniciar una moción de censura contra el presidente del gobierno Mariano Rajoy. En una estrategia política arriesgada, pero que algunos ya adelantaronel partido de Pablo Iglesias sale al paso de los últimos escándalos de corrupción, para en un all in parlamentario, obligar a los demás grupos de la oposición a abandonar sus trincheras dialécticas y poner definitivamente sus cartas sobre la mesa.

Las grabaciones y documentación recopiladas en la operación Lezo han dejado al descubierto una nueva pieza de la elaborada trama de corrupción que extiende sus vínculos sobre el Partido Popular y que una vez se ha sentido acorralada ante la continua presión policial y judicial, no ha dudado ni por un instante en hacer uso de sus vínculos con el gobierno para obstaculizar  e intimidar en la medida de lo posible la acción del poder judicial. Un claro ejemplo de estos métodos los encontramos en las conversaciones recogidas en el sumario de esta operación en donde Ignacio González y Eduardo Zaplana con total naturalidad charlan acerca de apartar de la Audiencia Nacional a Eloy Velasco o de la posibilidad de influir desde el ejecutivo en el transcurrir de las decisiones judiciales que afectan a los casos de corrupción vinculados con el Partido Popular,  tales conversaciones suponen un paso más para depauperar el ya de por sí escaso bagaje democrático de unas instituciones que se encuentran inmersas en una espiral de corrupción que llega incluso a amenazar a los máximos representantes del estado. Ante la anomalía de un estado de excepción democrático por el saqueo del PP de las administraciones públicas y un comportamiento parásito de las instituciones el proponer una moción de censura en un país que desde la Transición, ha vivido únicamente dos situaciones similares; una contra Adolfo Suárez y otra contra Felipe González, ambas fracasadas, supone una actitud de responsabilidad política y moral y un desafío frente a aquellos que únicamente han utilizado los mecanismos del estado de derecho con el único fin de degradar los resortes democráticos del estado para lograr con ello obtener un beneficio económico ilícito con aparente impunidad.

No existe tiempo para estrategias electoralistas o una incesante algarabía de discursos parlamentarios huecos ante la corrupción sistémica y la amenaza directa a principios básicos como la vulneración de la división de poderes, la independencia judicial  o la libertad de expresión. La respuesta parlamentaria de aquellos que ocupan un cargo en representación de todos los españoles debe ser la de la defensa sin fisuras del estado democrático y eso queridos lectores, es precisamente lo que hoy se ha pretendido lograr con una moción de censura que es utilizada como último recurso frente a un gobierno del Partido Popular que no solo ha evitado en todo momento su responsabilidad con la ciudadanía y sus representantes, sino que en numerosas ocasiones ha entorpecido de manera continuada la labor de la justicia con tácticas más propias del entorno mafioso que con las de una formación de gobierno.

Sin duda una vez más el Partido Popular utilizará en su defensa frente a la flagrante corrupción el argumento de los casos aislados y el respaldo electoral, defensa que podrían resultar válida en un entorno puramente democrático, pero que sin duda se queda coja en un país en donde el partido del gobierno se encuentra inmerso en un macrocaso de financiación ilegal y cuyo entorno empresarialjudicial y periodístico parecen trabajar al unísono en la construcción de un discurso electoral alternativo para la formación conservadora. No se trata como en otras ocasiones de dinamitar esa defensa porque el partido del gobierno haya llegado al poder incumpliendo una tras otra cada una de sus medidas, ni de que las democracias occidentales hayamos asumido como lógico un gobierno con elevadísimas tasas de abstención, sino que en el caso particular de España, los apuros del partido del gobierno por soterrar una flagrante corrupción que ahoga su día a día político socavan las premisas básicas de cualquier estado de derecho. No debería existir por tanto ningún temor para afirmar que el voto a un partido que ha financiado sus campañas electorales con la corrupción no es un voto válido, dado que la financiación ilegal en sí misma ha corrompido el proceso democrático despojándolo de validez.

Ante la moción de censura no existen más alternativas que el apoyo a la misma o el respaldo a las políticas y al ejecutivo del Partido Popular. No existen trincheras en donde reelaborar el discurso electoralista, ni más pseudoverdades que lanzar a los medios de comunicación con el único objetivo de calmar las aguas, Ciudadanos y el Partido Socialista se encuentran ahora ante la disyuntiva de posicionarse como parte de la solución o pasar a formar definitivamente parte del problema en el imaginario colectivo. La moción de censura tal y como se recoge en la constitución necesita al menos la firma de 35 parlamentarios para su presentación (con lo que podría salir adelante con la iniciativa única de Unidos Podemos) y el voto favorable de la mayoría absoluta de los miembros del Congreso de los Diputados para su aprobación, es en ese punto en donde el voto de las que ahora se consideran formaciones del eje de oposición deberán definirse, con ello Unidos Podemos pretende poner fin a la estrategia política de quien públicamente crítica los casos de corrupción y el devenir político del Partido Popular, pero por el otro lado sostiene el gobierno de la formación conservadora con su respaldo parlamentario. 

Los escenarios:

El golpe a la línea de flotación de Ciudadanos que supondría su negativa a participar en la moción de censura completa un proceso político dirigido a la más absoluta irrelevancia iniciado con el total incumplimiento por parte de Mariano Rajoy de unos acuerdos para la formación de gobierno que muchos hemos comenzado a dudar hayan existido en algún momento fuera de la imaginación del propio Rivera. Por su parte, un Partido Socialista inmerso las primarias únicamente se enfrenta a dos opciones: aceptar la moción de censura y recuperar el liderazgo de la oposición desde la formación de un gobierno alternativo o aceptar ceder la iniciativa en la oposición de Unidos Podemos, con lo que resultaría más rentable para Díaz comenzar a plantearse una futura formación de gobierno con los opositores.

3 Comments

  1. Lo triste es que todos sabemos que no saldrá adelante y que los medios se las ingeniarán para dejar bien al PSOE y Ciudadanos (y al PP, obviamente) por no aceptar la moción de censura, y mal a Podemos por intentarlo. Mis abuelos ya se quejaban de que solo querían darle problemas al país y se gastaban el dinero en algo que no saldría adelante…

    En fin, al menos sabemos que hay un partido que al menos lo intenta.

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