Militares birmanos masacran a las etnias minoritarias

Los vehículos incendiados por las tropas militares cerca de la aldea de Moso en el municipio de Hpruso del estado de Karenni

En 2021, con el nuevo golpe de estado por parte de los militares birmanos, se recrudeció la represión sobre los Karenni y otras etnias minoritarias, que redoblaron sus esfuerzos por enfrentar al ejército.

Por Angelo Nero

Los Karen, o Kayin, son una de las ocho etnias nacionales reconocidas por el gobierno de Myanmar, que habitan en el sur de este estado, y pertenecen a ella unas cincuenta millones de personas, aunque también están establecidos en la vecina Tailandia –ya sabemos que las naciones, a menudo, ignoran las fronteras diseñadas por los colonizadores-, y son el grupo étnico más grande del país, después de los bamars y los shans.

En 1942, con la instauración del gobierno Baho, satélite del imperio nipón, en una parte de Birmania, se hostigó a los Karen bajo la acusación de colaborar con los británicos, y por su condición de cristianos –aunque también alberga a una minoría budista- por lo que sus aldeas fueron atacadas y quemadas, y decenas de miles de miembros de este pueblo fueron asesinados, en lo que se dio en llamar el Genocidio Karen. Se cree que las víctimas pudieron alcanzar las 60.000.

Desde antes de que Birmania se independizase del Imperio Británico, en 1948, los Karen ya habían entrado en conflicto con el poder central, pero este se agudiza a partir del nacimiento, en 1947, de la Unión Nacional Karen (KNU), que entre sus demandas exigía la creación de un estado propio, y al ver frustradas sus expectativas crean varias organizaciones armadas, como el Ejército de Liberación Nacional Karen (KNLA), brazo armado del KNU, que, a partir de 1976, adoptó posturas federalistas, o como una escisión surgida de este en 1994, el Ejército Budista de Karen Democrática (DBKA).

Durante la insurrección Karen han sido frecuentes las alianzas con otros grupos armados, como la que firmó la KNU en 2010 con las guerrillas Karenni, Chin, Kachi, Mon y Shan, y que pusieron en jaque a la dictadura militar birmana, aunque en 2015 firmó con el gobierno, también junto a ocho grupos armados, un acuerdo de alto el fuego, en el inicio de un proceso de paz que había puesto sus esperanzas de un ciclo democratizador iniciado en 2015.

Con el nuevo golpe de estado, de principios de esta año 2021, los Karen han vuelto a tomar las armas para enfrentar a los militares birmanos, lo que ha derivado en constantes ataques del Tatmadaw contra la población civil, que han provocado la huida hacia Tailandia de miles de miembros de esta etnia, así como el desplazamiento forzoso de cientos de miles de Karen dentro de las fronteras birmanas, huyendo de las áreas bombardeadas, a menudo teniendo que abandonar sus cultivos y enfrentándose a una hambruna más que inminente.

A menudo confundidos en occidente con este grupo étnico, están los Karenni, también conocidos como Kayah, ubicados al norte de los Karen, y también a lo largo de la frontera tailandesa. Desde la Edad Media este pueblo vivió organizado en los Estados Karenni, que nunca formaron parte del Reino de Birmania, ni tampoco del Imperio Británico, que reconoció y garantizó su independencia en un tratado firmado en 1875 con el rey birmano Mindon Min. En la segunda guerra mundial, los Estados Karenni fueron invadidos por el ejército nipón y el tailandés, que se anexionaron el territorio a través de un pacto, hasta que, una vez terminada la contienda, se constituyó, en 1947, la Unión de Myanmar fusionando los Estados Karenni en uno solo, con la posibilidad de que, una vez pasados diez años, pudieran ejercer su derecho a la autodeterminación. Aunque en 1952 se le añadió el estado de Mong Pai, cambiando su denominación a la de Estado de Kayah, para hacer perder la uniformidad étnica y alejar la deriva secesionista, que también empezaba a cobrar fuerza en el vecino estado Karen.

La población actual del pueblo Karenni se estima en unos 380.000 individuos, y desde principios de los años sesenta han sido acosados y espoliados por el gobierno birmano, que los ha utilizado a menudo como mano de obra forzada para la construcción de presas, vías de ferrocarril y explotación maderera en su propio territorio –la presa de Moybe fue el primer proyecto hidroeléctrico birmano-, causando también frecuentes desalojos de sus aldeas y cultivos. Algunos informes estiman que se han destruido 2.500 aldeas Karenni y que 20.000 de sus habitantes han huido a Tailandia, a lo que se añade la violencia sexual, ejecuciones arbitrarias, confiscación de tierras y trabajo forzoso ejercida por el Tatmadaw.

Desde el mismo momento en que fueron incorporados a Birmania, los Karenni formaron un gobierno paralelo, el Gobierno Karenni de Resistencia, liderado por U Bee Htu Re, pero en 1948 el Tatmadaw, el ejército birmano, invadió el estado Karenni y asesinó a su líder, dando lugar a una oposición armada, que en 1957 se oficializó en el Ejército de Karenni (KiA), surgido del Partido Nacional Progresista de Karenni (KNPP), y de otras organizaciones armadas, a menudo también enfrentadas con esta, más a la izquierda como como Kayan New Land Party (KNLP) y el Frente de Liberación Popular Nacional de Karenni (KNPLF).

En 1995 parte de la oposición armada Karenni firmó una tregua con el gobierno birmano, aunque esto no mejoró la situación de su pueblo, donde la desnutrición y los problemas de salud y educación ya eran endémicos, mientras continuó el expolio minero y maderero, así como los proyectos hidroeléctricos que obligaron al desplazamiento de miles de personas de sus comunidades originales, lo que motivó que los Karenni volvieran a enfrentar al estado birmano con las armas.

En 2021, con el nuevo golpe de estado por parte de los militares birmanos, se recrudeció la represión sobre los Karenni y otras etnias minoritarias, que redoblaron sus esfuerzos por enfrentar al ejército, y el Ejército de Karenni se alió al recién formado Gobierno de Unidad Nacional (NUG), a través de sus Fuerzas de Defensa del Pueblo Karenni (KNDF), junto a las que han librado auténticas batallas contra el ejército birmano en el estado de Kayah.

El último capítulo de esta guerra se ha escrito esta semana pasada, cuando unos cien soldados del Tatmadaw entablaron un enfrentamiento contra guerrilleros Karenni, en las inmediaciones de los municipios de Demoso hacia Hpruso, sufriendo un número indeterminado de bajas. Durante la ofensiva militar, las tropas del ejército golpearon y arrestaron a los aldeanos y saquearon sus propiedades, y tras su retirada se encontraron los cuerpos torturados y quemados de decenas de civiles, resultado de su paso por cuatro aldeas de la zona en conflicto.

Según informa el Myanmar Now: “Los restos de al menos 35 cuerpos carbonizados, incluido uno que pertenece a un niño, fueron encontrados cerca de una aldea en el estado de Karenni (Kayah), en el este de Myanmar, temprano en la mañana de Navidad, según los lugareños y un grupo de resistencia armada anti-junta con base en la región. Los cuerpos fueron encontrados en ocho vehículos quemados y cinco motocicletas cerca del pueblo de Moso el sábado.”

La organización no gubernamental Save the Children también denunció la desaparición de dos miembros de su personal, que se había desplazado a la zona, tras haber confirmado que su vehículo también había sido atacado y quemado, en un nuevo ataque del derecho internacional humanitario. En octubre de este año el ejército birmano también destruyó las oficinas de esta organización en la ciudad de Thantlang, en el norte del estado de Chin.

Inger Ashing, directora ejecutiva de Save the Children, afirmó en un comunicado: “Save the Children condena este ataque como una violación del Derecho Internacional Humanitario. Estamos horrorizados por la violencia llevada a cabo contra civiles inocentes y nuestro personal, que son trabajadores humanitarios dedicados, que ayudan a millones de niños necesitados en todo Myanmar. Continúan las investigaciones sobre la naturaleza del incidente, pero no se pueden tolerar los ataques contra los trabajadores humanitarios.”

En Birmania los derechos humanos valen bien poco, especialmente los de los hombres, mujeres y niños que pertenecen a las etnias minoritarias que, como los Karen y los Karenni, han decidido rebelarse contra el régimen militar de Min Aung Hlaing.

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