Miguel Urbán (Madrid, 1980), cofundador de Podemos y eurodiputado, ha publicado un libro cuyo título no deja lugar a dudas sobre la temática que desarrolla a lo largo sus páginas: La emergencia de Vox (Sylone–Viento Sur, 2019).
En el texto hace un recorrido por la evolución de la derecha y la ultraderecha en nuestro país, desde la muerte del dictador Franco hasta la actualidad. El también fundador de Izquierda Anticapitalista se detiene en los últimos años para analizar todos los componentes de los que se nutre la extrema derecha de Vox. Una obra recomendable para entender como hemos llegado a esta situación y que herramientas tenemos para detener el avance ultra.
La primera pregunta es obvia, dado el título del libro: ¿es ya una emergencia luchar contra la extrema derecha en España?
Sí. Es más visible la emergencia ahora que antes, pero antes también lo era. Creo que es muy importante entender que aunque no tuviésemos a una derecha con representación parlamentaria o tanta representación parlamentaria, sí que teníamos una presencia ausente de la extrema derecha. Teníamos una extrema derecha muy activa en la vida política en nuestro país, pero que no tenía representación política en las instituciones, sino que estaba diluida en otros partidos.
Sí, es una emergencia luchar contra la extrema derecha en nuestro país, en Europa, y es un fenómeno que combatir internacionalmente.
En el libro define a Vox como el hijo bastardo de Aguirre y Aznar, ¿por qué?
Vox no nace en 2013, cuando se funda formalmente el partido, sino que se forma en el proceso de construcción de un movimiento neoconservador dentro de la derecha española cuando Aznar pierde las elecciones en 2004. En ese año sube al poder Zapatero y comienza todo un proceso de construcción de una oposición política. La derecha entiende que les han robado las elecciones, cree que el Estado les pertenece y se sienten que les han robado. Esa radicalización de la derecha, la apadrina por un lado José María Aznar, pero fundamentalmente Esperanza Aguirre y la Comunidad de Madrid inyectándole muchísimo dinero para la construcción de está extrema derecha y sus chiringuitos.
Cuando Abascal habla de los chiringuitos, habla con un profundo conocimiento de causa de lo que es, porque él ha vivido esos chiringuitos políticos. Vox se nutre de los movimientos políticos y sociales que construye esta derecha radicalizada en oposición a Zapatero y que se desligan del Partido Popular y encuentra un espacio político propio. Hazte Oír es un buen ejemplo, FAES es un buen ejemplo, pero incluso importantes asesores de FAES de Aznar, y de Aguirre forman parte de la estructura de dirección del propio Vox.
Vox es un partido totalmente pro régimen
Podemos decir entonces que Abascal es lo que es gracias al PP., pero, ¿cuánto queda de Vox en el PP actual?
Parte de lo que es Vox se desgaja del Partido Popular, evidentemente, en el partido de extrema derecha hay gente que no formaba parte del Partido Popular. Primero Alianza Popular y después el Partido Popular consiguieron crear un partido anómalo en la derecha europea. Construyen un partido que acapara desde el centro derecha hasta la extrema derecha, desde liberales a franquistas. Era un partido atrápalotodo y esa génesis todavía permanece dentro y, de hecho, podemos verlo en estos primeros días de oposición al Gobierno en dónde hay una carrera entre el PP y Vox para ver quién hace la oposición más dura y más histriónica, más girada a la extrema derecha de todo el arco político.
Al PP cuando le viene bien vuelve hablar, por ejemplo, de violencia de género o tiene portavoz parlamentaria a Cayetana, qué podría estar perfectamente en Vox. Sí, hay parte de Vox en el Partido Popular. Ciudadanos ha sido la primera víctima de esta radicalización de la derecha, veamos quién es la segunda. Todo podría apuntar a Vox, pero a lo mejor es el Partido Popular.
Vox gira el conjunto del arco político hacia la derecha y, sobre todo, una de las grandes victorias de Vox es que consiguen marcar la agenda política del debate. Como hablamos mucho de Menores no Acompañados y como hablamos mucho de que la violencia no tiene género, hablamos mucho de lo que Vox quiere que hablemos. Hablamos muy poco del programa económico de Vox. Los propios dirigentes de Vox no hablan de su programa económico, hablan de no que quieren un modelo mixto de privatización de las pensiones públicas imitando el modelo chileno, no hablan de que quieren la privatización de la sanidad o la educación. Son elementos que pone encima de la mesa el propio programa electoral de Vox.
Entonces, ¿considera que es interesado esa posición de Vox en la que nos lleva a ese tipo de debates? ¿Tiene esto la función de una cortina de humo de lo que llamaría realmente la atención de su programa político?
Vox es un partido que tiene muy claras sus lealtades de clase y tiene un programa económico al servicio de las élites y del 1 %. A diferencia de otros partidos de extrema derecha, Vox no se declara anti-establishment y no ataca al establishment, más bien ataca a la clase política. Hace una postura muy propia de la derecha de nuestro país: ataca la clase política pero no dice nada de las multinacionales, ni de los multimillonarios, ni de la propia jefatura del Estado, con lo cual Vox es un partido totalmente pro régimen.
Sin embargo, es curioso, porque Vox polariza con ciertos elementos mainstream de los progres sobre los que se construyen. ¿Por qué Vox se mete con el feminismo en el país donde el feminismo tiene más aceptación social? Es una forma de construirse, no solo para desviar el foco de su programa económico, también es una forma de polarizar la sociedad y de construirse en torno a un sector.
En el libro no define a Ciudadanos como un partido de extrema derecha, pero lo deja entrever.
Llevamos viendo tiempo que la cuestión del nacionalismo español identitario en relación con el conflicto político en Cataluña era muy importante. Sin embargo lo hemos visto de una forma muy gráfica del 26 de abril al 10 de noviembre en la radicalización de la derecha en dónde el verdadero ganador fue la extrema derecha. Al final está extrema derecha es vista como una alternativa más creíble.
Ciudadanos utilizó en gran medida el conflicto político en Cataluña con una forma de extensión territorial a lo largo del Estado. Evidentemente, también la propia crisis del Partido Popular con los casos de corrupción. Parecía un partido más creíble a la hora de oponerse al nacionalismo catalán que el propio Partido Popular. Si juegas a eso, y te llega un competidor por la derecha, si tú dices «el 155», él te va a decir «los tanques». La extrema derecha queda como una opción más creíble a la hora de la mano dura. ¿Eso significa que Ciudadanos o el PP son de extrema derecha? No, lo que pasa es que esos partidos han jugado a la radicalización la derecha española, no solo con la cuestión identitaria del nacionalismo español relacionado con el nacionalismo político en Cataluña.
Esto lo hemos visto, por ejemplo, cuando el PP y Ciudadanos hicieron una carrera en verano de 2018, antes de que existiera electoralmente Vox, a ver quién decía la salvajada xenofoba más grande. Dimos como nuestro amigo Casado se iba a visitar la valla de Ceuta y Melilla, como Ciudadanos emprendía campañas xenofobas contra los manteros en Barcelona y en Madrid. Vimos una carrera en la que se colocaron elementos dónde se introdujo la extrema derecha. Antes de que Vox hablaran en los medios de masas de ideología de género, el propio Partido Popular, cuándo termina su congreso, dice a través de Casado que va a hacer una conferencia para armarse ideológicamente contra la ideología de género.
Esa competencia entre las derechas ha propiciado esa radicalización y ha abierto una ventana para la entrada de la extrema derecha.
Hay una carrera entre el PP y Vox para ver quién hace la oposición más dura e histriónica
Decía Popper que si no estamos preparados para defender una sociedad tolerante contra los intolerantes, el resultado será la destrucción de los tolerantes, ¿estamos cercanos a este punto, próximos a la destrucción de los tolerantes?
Estamos cerca de la destrucción del debate publico, y es una parte fundamental de cualquier elemento tolerante el poder debatir públicamente y en los mismos parámetros. Cada vez tenemos menos elementos para discernir entre lo verdadero y lo falso. Tú vas a discutir con tu vecina y partís de elementos distintos aunque viváis en el mismo barrio, esto elimina el debate público. Esto lo intento analizar un poco en el libro, el fenómeno de las «Fake News» y como utiliza la extrema derecha estás noticias falsas.
También hay otro elemento que es la crispación de esa radicalización de la derecha, qué llena de hipérboles el debate público hasta tales extremos que al final no se escucha nada. Tenemos que recordar que el debate investidura era una competencia entre las derechas a ver quién decía la barbaridad más grande o a ver quién hacía el efecto simbólico más grande. Algo que no se había visto nunca del debate público en el Parlamento. La cuestión es que se caiga el Parlamento y se convierta en un teatro, que yo creo que lleva muchísimo tiempo siéndolo, el problema es cuando eso se traslada a la calle.
Esa crispación política se está trasladando y va creciendo, y la izquierda debería reflexionar sobre ello. Mientras la derecha lucha contra lo políticamente correcto, la izquierda parece convertirse en más que nunca lo políticamente correcto, lo cual es un sinsentido en si mismo para poder combatir este proceso.
Qué piensa de los obreros de derecha, mileuristas o gente en paro que vota a Vox, ¿falta información?
No creo que tenga que ver con estar informado. ¿Hoy por hoy qué es estar informado? Hay mucha gente que hoy en día se informa por el Whatsapp y hemos visto como la extrema derecha lo usa para desinformar. Al final la gente lo sabe si una noticia es verdadera o es falsa. ¿La gente no lee OK Diario? Es una de las páginas de Internet de noticias más visitadas. Caso Aislado, un portal de «Fake News» de extrema derecha, es el mayor difusor noticias falsas de España y tiene un más de un millón de visitas únicas al día.
La derecha busca construir una guerra entre el último y el penúltimo
Por lo tanto, sí hay información, el problema que tipo de información hay. Consiguen dividir a la clase obrera y construir una guerra entre el último y el penúltimo. Antes de que llegase Vox, Europa ya sufría un shock neoliberal de políticas de ajustes, políticas neoliberales que no sólo lograron un recorte de derechos en las clases populares, sino que construyeron un imaginario de escasez. En esa lógica de «no hay para todos», en ese escenario la extrema derecha ha dado una respuesta excluyente: si no hay para todos, muy sencillo, expulsemos a sectores sociales. Yo siempre decía que en nuestro país una vacuna contra eso había sido el 15M por qué no se cuestionaba quién tiene derecho a tener derecho, quién tiene derecho a acceder a recursos escasos, sino que cuestionaba el reparto. Cuestionaba que hay una gente, que es minoría, que tiene la mayoría de recursos y la mayoría nos peleamos por las migajas. Lo que hay que hacer es democratizar el reparto de los recursos para que todos tengamos acceso a los derechos. Pero 15M no perdura eternamente en el tiempo si no se le dan recuerdos.
¿Qué opina del nuevo gobierno progresista? ¿Debería poner medios para luchar contra la extrema derecha?
Evidentemente, pero soy pesimista sobre la capacidad que pueden tener cinco ministros de Unidas Podemos para contrarrestar la política económica de la legión de Ministros de negro tecnocráticos que ha metido el señor Sánchez, entre ellos, la mujer de la Troika del Gobierno de España, qué es Nadia Calviño. Tengo serías dudas de que se pueda cuestionar las políticas económicas que vienen de Bruselas.
Hay que recordar que el 15M no nace con el PP, nace con el Partido Socialista en el Gobierno que aplica las políticas de recortes que mandan desde Bruselas. Para combatir a la extrema derecha tendríamos que cuestionar esa política económica de fondo.
Pero si el Gobierno quisiese, ¿se podría hacer?
Sí, pero eso supondría entrar en una pelea con Bruselas, con las élites en nuestro país o con el Ibex 35. También sería poner encima de la mesa algo que esté gobierno de coalición no pone y que sí que venía nuestros programas políticos: que la banca devuelva lo que le hemos prestado. Nosotros nacimos contra el artículo 135 y parece que ha desaparecido. ¿Esto significa que el gobierno no va a hacer nada? No, y dentro de las posibilidades de la gestión de instituciones dentro de un contexto neoliberal muy claro, los ministros de Unidas Podemos van a hacer un excelente trabajo. Yo esto no lo pongo en duda. Lo que pongo en duda es la capacidad que tienen ellos dentro de esa correlación de fuerzas para hacer los cambios estructurales que se necesitan y, sobre todo, que cuando nacimos dijimos que eran necesarios.
Creo que esas necesidades no han cambiado. Si no se pueden hacer cambios estructurales, si solo se pueden hacer pequeñas reformas y con un impacto económico muy limitado, esto puede generar decepción, desafeccion, y esto puede ser un terreno abonado para que sí toda la izquierda está en el Gobierno, la desafección solo mire hacia la derecha o la extrema derecha.
¿A quién recomendaría su libro y dónde se puede conseguir?
Se puede conseguir prácticamente en cualquier librería, y si en una librería no lo tienen lo único que tienen que hacer es pedirlo. Los libreros tenemos ideología, yo he sido librero, y un libro que alabe a Vox jamás lo hubiese traído a mi librería y puede ser que algún librero piense lo mismo sobre el libro que he escrito. También se puede buscar en la propia web de la editorial, Sylone, y en Viento Sur.
La intención del libro es dar herramientas y apuntes para intentar analizar lo que está pasando con el auge de la extrema derecha en este país y a nivel internacional sobre todo para buscar respuestas colectivas.
Entrevista publicada en NR el 18/01/2020
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