Mientras la desigualdad crece en España sus ciudadanos recogen caramelos

Por Marta HdlH

Quizás no resulta novedoso que les cuente que hoy había un mendigo en el hall de la entidad financiera a la que he entrado a realizar una gestión. Sin embargo, para mí, ha sido otro de esos pedazos de realidad que me ha devuelto a la crueldad de país en la que se ha convertido España.

Nada más entrar al banco el olor es ya tan intenso que me hace pensar en salir sin hacer el ingreso. Además, mis prejuicios me hacen pensar que quizás no es demasiado seguro operar con un vagabundo detrás de mí, colocando sus cosas como si aquel descansillo fuese su casa, preparándose para dormir. Pero a escasos metros está pasando la cabalgata de Reyes y todo el barrio está repleto de niñas corriendo por las calles. Este acontecimiento me tranquiliza y decido continuar con el trámite. No parece tener mucho sentido que me ataque una persona en el mismo sitio en el que pretende pasar la noche.

Meto la cartilla, a continuación, los billetes, sigo con el destinatario y finalmente voy enfadándome más y más conmigo misma por lo absurdo de esta situación. Estoy gestionando dinero en el mismo espacio que un ser humano pretende dormir por carecer de ese dinero. ¿Cómo de absurdo es que en tres metros cuadrados estemos viviendo realidades paralelas? ¿Cómo de estúpido resulta que a escasos metros haya una legión de chiquillas ilusionadas por estar a punto de recibir regalos de parte de unos supuestos Reyes Magos?

Me pregunto qué le ocurre a España para no espantarse cuando ve a sus ciudadanos durmiendo en establecimientos de bancos privados. ¿Qué sociedad somos que rescatamos bancos en lugar de personas? Pero, sobre todo, en qué individuos nos hemos convertido para permitirlo. Se escapa a mi comprensión que los ayuntamientos paguen facturas por pasear a Reyes Magos que tiran caramelos a críos en cada uno de los barrios del municipio mientras sus adultos se refugian en entidades bancarias rescatadas con dinero público.

Si bien es cierto que el derecho a la infancia es un derecho fundamental que debe protegerse y que fomentar la ilusión debe ser un servicio público, quizás no sea tan malo recortar en ciertos actos públicos en favor de otras prestaciones sociales. La mitad de las toneladas de caramelos que se tiran en estas cabalgatas son recogidos automáticamente por los servicios de limpieza, es un derroche absurdo y flagrante mientras que un 31% de los niños en España están en riesgo de pobreza o exclusión social. Quizás ese recorte en ostentación serviría para concienciar sobre la necesidad de reducir el consumo en tantos juguetes o comidas como se realiza en estas fechas. No es lógico fomentar la ostentación y el derroche cuando 10,2 millones de personas en España tienen una renta por debajo del umbral de la pobreza, que significa un 22,3% de tasa de pobreza.

Qué sinsentido es que haya niños abrumados por una colección salvaje de juguetes mientras que otras ongs piden donaciones de juguetes para las familias sin recursos. El mismo sinsentido que es dormir en un banco por no tener dinero y aspirar a que otro ciudadano no te meta una paliza.

Son días de ilusión para muchos, mientras que otros muchos tienen la ilusión de simplemente sobrevivir al despropósito de estas fechas sin morir de frío y de encontrar un banco en el que refugiarse.

Esta persona sin hogar, eufemismo con el que llamar a quien no tiene ni hogar, ni dinero, ni un baño dónde cubrir necesidades básicas, ni por tanto, futuro prometedor, sólo representa la desigualdad española, que no ha dejado de crecer, que nos sitúa en el pódium como el tercer país más desigual de toda la Unión Europea y que significa que el 10% de los más ricos aglutina más riqueza que el 90% restante.

Esta persona sin hogar durmiendo en ese banco sólo es la ilustración de quien es verdaderamente el rey mago que gobierna este país: las entidades financieras, que nunca pagaron su deuda, no fueron nacionalizados y, de regalo tuvieron el valor de desahuciar a quien no pudo pagar y acabó durmiendo en sus propias oficinas.

Se el primero en comentar

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo no será publicada.




 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.