Esta manifestación fue algo enorme, una demostración de un pueblo unido y solidario que llenó Valencia de gritos exigiendo justicia.
Por Isabel Ginés | 12/11/2024
Tener rabia no es malo; lo que es verdaderamente malo es no entender la rabia de un pueblo herido. En Valencia, esa rabia es profunda y legítima. Viene del dolor de perderlo todo en la DANA, del dolor de ver sus casas, sus negocios, sus recuerdos y hasta a sus seres queridos así como ver sufrir a nuestra gente, sin que el gobierno que se supone que tenia la potestad moviera un dedo a tiempo.
Carlos Mazón, un líder que nos dio la espalda en el momento crítico, no merece nuestro silencio ni nuestra paciencia. En medio de la catástrofe, él estaba en una comida de cinco horas, “sin cobertura” mientras su pueblo moría o perdía todo. La consellera que no conoce el sistema de alarmas y la alarma que llego cuando la gente luchaba por su vida y el agua les llegaba por el cuello.
Este abandono e incompetencia desataron un mar de indignación, que nos llevó a las calles para exigir justicia y su dimisión.
La manifestación multitudinaria en Valencia no fue un simple desfile de quejas; fue la respuesta a un gobierno que, en el peor momento, desapareció. Salimos a las calles no solo por la negligencia de Mazón y su equipo, sino por la falta de respeto hacia quienes han perdido a un ser querido, hacia quienes han visto destruidos sus negocios y sueños. Salimos porque el dolor de un pueblo no puede ser ignorado ni minimizado. Salimos porque merecemos dignidad y porque necesitamos saber que la próxima vez, si hay una próxima vez, la respuesta no será la de un gobierno que se esconde en comidas largas y excusas vagas.
A quienes señalan a los manifestantes con desprecio, insinuando que deberíamos estar “quitando fango” en lugar de protestar, hay que recordarles algo muy simple: esa gente a la que critican ha estado toda la semana ayudando. Hemos estado día tras día cargando palas o escobas, llevando materiales en mochilas y furgonetas, cubriendo huecos que el gobierno dejó vacíos. Muchos de nosotros, esos manifestantes hemos pasado horas de sol a sol en el barro, limpiando, ayudando y apoyando, todo junto. Llegando a lugares que ellos no llegaban. También muchos de esos manifestantes han perdido sus casas, sus negocios y hasta familiares. Las críticas son palabras huecas de quienes no entienden lo que significa solidaridad y comunidad. Es fácil hablar desde la comodidad, pero los que vivimos el desastre sabemos lo que se dejó de hacer y cómo se nos dejó abandonados.
Esta manifestación fue algo enorme, una demostración de un pueblo unido y solidario que llenó Valencia de gritos exigiendo justicia.
Los comentarios despectivos y tóxicos, los intentos de desacreditar lo que pasó en esas calles, son solo intentos de desviar la atención de lo que realmente importa. No somos un pueblo que se quede callado ante la injusticia, ni que se conforme con disculpas vacías. Exigimos la dimisión de Mazón y su gobierno, porque sabemos que su incompetencia y falta de previsión agravaron la tragedia.
Que quede claro: las calles hablaron. Miles de personas ocuparon el centro de Valencia en un clamor conjunto, en un acto de fuerza y dignidad. La multitud pidió la dimisión de Mazón no solo como un reclamo simbólico, sino como una exigencia urgente de responsabilidad política. Este presidente dejó a su pueblo abandonado; en lugar de gestionar la emergencia, se escondió en excusas y actos protocolarios. Ahora intentan desacreditar la manifestación, minimizar el movimiento, llamarnos insensatos. Pero la verdad es que esta protesta fue histórica: más de 130.000 personas unidas por una causa, por la demanda de un gobierno responsable y de un líder que esté a la altura de su pueblo.
La respuesta de Mazón y su equipo ha sido cobarde y patética. En lugar de asumir responsabilidades, se han dedicado a tirar balones fuera, culpando a otros y negándose a pedir perdón. Han intentado desprestigiar la movilización porque les duele ver al pueblo unido, les duele ver a una comunidad harta de sus mentiras y de su falta de acción. En lugar de enfrentar la verdad, prefieren acusarnos de ser “agitadores”, pero somos ciudadanos, somos voluntarios, y somos gente que se preocupa por su tierra. Somos personas que hemos luchado y seguiremos luchando por Valencia, esa Valencia que quedo destruida y con mucho dolor, aunque el gobierno intente desacreditarnos y desviar la atención con mentiras.
La indignación no es solo por lo que ocurrió durante la DANA, sino por todo lo que ha venido después. Mazón y su equipo han demostrado una y otra vez que no les importa Valencia, que solo les importa aferrarse al poder, salvar su puesto y no asumir ninguna culpa. A día de hoy, aún hay calles llenas de barro, casas en ruinas, y negocios anegados. Pero el gobierno sigue sin dar la cara y asumir sus culpas, sigue sin entender la magnitud del daño y sin escuchar las voces que claman por justicia.
Que no se equivoquen: esta marcha fue la primera, pero no será la última. Seguiremos luchando hasta que se haga justicia, hasta que el gobierno asuma su responsabilidad y Mazón abandone el cargo que ha demostrado no saber ni merecer ocupar. Porque la dignidad de un pueblo no tiene precio, y porque la vida de quienes hemos perdido tanto vale mucho más que el sillón de un político inepto y desinteresado.
A Mazón y a su equipo les decimos: su tiempo se acaba. Este pueblo exige justicia, exige verdad, y exige que se hagan responsables del desastre que agravaron con su negligencia. Valencia no olvida. Este dolor y esta rabia son legítimos, y no descansaremos hasta ver que se hace justicia.
Nosotros, ya mayores,estuvimos en la manifestación de Alicante, mientras mi hijo y su grupo de maestros estaban peleando contra el barro, llevando provisiones y después en la manifestación, jornada completa y satisfactoria. Para que después digan los gobernantes que mejor que en la manifestación, mejor quitando barro. Me ha gustado mucho este artículo y su autora, a la que sigo. Isabel siempre clara, precisamente y auténtica, comparto cada una de sus palabras.
Sí es cierto lo escrito en este artículo y doy fé de ello porque estuve cuatro horas viendo llegar a la gente indignada y abandonada por el gobierno Valenciano dirigido por este partido político llamado PP.
Pienso que también el gobierno central tiene una parte de culpa.
Llevo once años prácticando el activismo y plasmándolo con mi cámara fotográfica.
Días antes de la manifestación ya aconsejé a compañeros-as,amigos y familiares que querían ir que lo hicieran salieran dos horas antes de casa porque imaginaba que la manifestación sería grande ya que la gente estaba muy enfadada por lo ocurrido y estaba ocurriendo,con los gobernantes echándose las culpas unos a los otros.
Siendo el pueblo los primeros en salir en salir a la calle dando auxilio y ayudar en todo lo que han podido.
Y bendita generación de cristal que ya ha despertado estando en sus manos que esto empiece a cambiar.
Estuve en la manifestación y es cierto lo que dice Isabel, pero además de la lógica indignación, allí se respiraba mucha solidaridad. Gente de todas las edades, ideologías, etc unidos por el amor a un pueblo, el valenciano, que apoyándose en esa unión saldrá adelante.