Por Julio García Camarero
Messi se está volviendo tan superfamoso que está haciéndose mítico. Pero puede ser que más que mítico, lo que se esté volviendo es místico, en cuanto a que ya esta llegando a ser considerado como un dios. Ha logrado llegar a ser un divino y adorable. Sólo equiparable a un dios como por ejemplo Jesucristo. De hecho, hasta lleva en un hombro el tatuaje de Jesucristo, su figura mística, sufridora, representado con su corona de espinas.
Resulta que Messi es una figura muchísimo más universal que, por poner un ejemplo, Santiago Ramón y Cajal, quién debería de tener un mayor protagonismo, importancia y mérito. El mérito de todo gran futbolista es darle de patadas a un esférico, eso sí, ¡que patadas!
Hasta el más pobre del país más pobre y remoto del planeta, hasta el más pequeño niño, se coloca su sagrada y litúrgica camiseta del Barça. Y con frecuencia, en la cabecera de su cama una imagen del sobrenatural Messi. Ahora bien, toda esta santidad y liturgia no es gratuita, nos cuesta a las personas de a pie muy caro, multimillonarios presupuestos para sostener la amplia y universal estructura del fútbol, dinero que aplicado en sanidad pública produciría mucho mejor Estado del bienestar, que mucha falta hace. Aunque Messi no se endiosa precisamente con una corona de espinas, sino más bien con una bota de fútbol de oro macizo, pero eso sólo como guinda del respaldo que recibe de una fortuna de las mayores del planeta.
Pero lo más caro no es el aspecto monetario, sino la generación universal de lavado de cerebros, muy similar al que producen las religiones.
Y cada vez más universales, ya se te cuelan hasta en tu casa sin permiso. El viernes 4 de septiembre a las ocho y media de la mañana me encontraba viendo un interesante documental en la TV 2 sobre vulcanología. Y de repente a modo de violento paroxismo stromboliano me surge un cartel blanco en la pantalla del televisor que ocupaba casi toda su superficie, que decía: ¡Atención!, le vamos a interrumpir en su canal porque hay una noticia de primer orden. Inmediatamente, sin yo pedirlo y sin mediar palabra, me cambiaron de canal, me pasaron al canal catalán TV3 que estaba iniciando una noticia sobre Messi. Como a mí todo lo relacionado con el fútbol me crispa y me fastidia no quise enterarme de nada más. Y me crispa porque esta “religión deportiva” es un comecocos universal; por ejemplo los diarios que más se venden, con mucha diferencia, son los “deportivos”, como el famoso y legendario “Marca” que viene publicándose desde la posguerra franquista y muchos otros más que han ido apareciendo [1]. Vemos que es Barcelona la campeona en número de diarios religioso-“deportivos” (5 a 4, frente a Madrid), es lógico que entonces el Barça haya llegado a la máxima fama.
Podemos ir sacando la conclusión de que el fútbol es la religión más potente y más extendida de nuestros tiempos y que Messi es el mesías.
Una religión que entretiene las mentes como entretenía el circo romano en tiempos de aquel imperio. En aquellos tiempos se adocenaba al público con “pan y circo”. Un entretenimiento de masas que hoy ha sido sustituida por la reliquia del circo romano que son los toros. Una reliquia muy favorecida en su continuidad, en ese imperio romano que aún es la Iglesia Católica Apostólica y Romana, que aún tiene su sede en Roma. Nos podrían argumentar que el fútbol no es tan sádico ni brutal como el circo romano o su descendiente los toros. Ciertamente es menos brutal en cuanto al sadismo inmediato, pero no es menos brutal en cuanto a la gran brutalidad universal de fomentar la obsesión competitiva del brutal capitalismo.
Esta religiosidad y divinidad futbolística es suicida. Hoy casi de forma universal la población del planeta se encuentra superconcentrada en estos afanes “deportivos” como si nada peligrosísimo estuviera ocurriendo en el planeta Tierra. No saben/no contestan de situaciones terminales e irreversibles que no sólo nos acechan, sino que ya tenemos encima, como son las pandemias, el colapso ecológico, el colapso socioeconómico, el colapso sanitario, el cambio climático, el colapso humanista, la cada vez más posible guerra nuclear, etc. En lugar de dedicar todas sus energías en el trabajo enajenado y en la distracción religioso-futbolística, deberían estar obsesionados haciendo cursos intensivos sobre resilencia (sobrevivencia) para afrontar estos calamitosos colapsos mencionados que ya tenemos encima. Respecto a estos desastres, a combatir con gran urgencia, el prestigioso pensador estadounidense Noam Chomsky nos dice:
“Tenemos poco tiempo para decidir si la vida humana sobrevivirá, Estamos en un punto de confluencia de distintas crisis muy graves: una amenaza de guerra nuclear, el cambio climático, la pandemia del coronavirus, una gran depresión económica y una contraofensiva racista que tiene como epicentro a los EEUU. Los gobiernos están siendo el problema y no la solución” [2]
Yo añadiría, esos gobiernos que solo se preocupan de negocios cortoplacistas (de gran volumen de de negocio) como lo es, por ejemplo, el de distraer a las personas que podrían poner remedio a este suicidio universal, si tuvieran conocimiento y no estuvieran tan distraídas con esta religión-“deportiva”.
Pero mucho cuidado, mi intención no es ni remotamente culpabilizar a Messi personalmente.
No soy fatalista ni creo en la predisposición divina, no soy como aquellos asesores imperiales que cuando les iba mal y perdían en sus guerras invasoras, subían al púlpito para decir que toda aquella catástrofe había sucedido porque no se habían rezado suficientes rosarios y por ello Dios se había enojado.
Por favor no, tal y como he dejado escrito, no es un problema personal sino un profundo problema del sistema. Lo que sí que es determinante es el lugar dónde te ha tocado nacer, si has nacido en una favela es posible que mueras de hambre o de un balazo, si has nacido en Malí tienes bastantes probabilidades de morir ahogado en el Mediterráneo, si en Centroamérica es posible que mueras atravesando México en el famoso tren “La bestia” que se dirige a la frontera sur de los EEUU. Pero si te ha tocado nacer hijo de Juan Carlos I sabes que tienes asegurado un fabuloso sueldazo vitalicio y una impunidad absoluta para actuar libremente en las mayores corrupciones.
Y quiero insistir en decir que no culpabilizo a Messi,porque él no es culpable, es el sistema. He dejado escrito que no me gusta culpabilizar a los arrogantes ni a los ignorantes, como anuncio en el último capítulo de mi último libro, cuyo título es: “Ni los ciudadanos son culpables de su arrogancia, ni los ‘ruralanos’ de su ignorancia” [3]. Hablar de “ruralanos” significa hablar de campesinos, del medio rural y de, por ejemplo, la España vaciada. Pero es esta una España que puede ir a peor y si los crecentistas quieren crecer metiendo turismo multinacional, u otro tipo de industrias antiecológicas en el interior de los yermos rurales o en el interior de los poquitos bosques es que nos quedan.
Notas:
[1] Madrid: “Marca”, “Sportyou”, “Defensa central”, “Bernabéu digital”; Barcelona: “Sport”, “Mundo deportivo”, “L’esportiu”, “Don balón”, “La grada”: Valencia: “Superdeporte”, “Deporte valenciano”; Sevilla: “Estadio deportivo”, “El decano deportivo”, “El desmarque”, “El diario deportes”; A Coruña: “DXT campeón”, “Riazor.org”; Alicante: “Estadio digital”; Tenerife: “Deporpress s.c.”; Las Palmas “Tinta amarilla”; Huesca “Sport Aragón”; Córdoba: “Córdoba deporte”; Ávila: “Deportes Ávila” Elche: “Elche directo”; Cartagena “Sport Cartagena”.
[2] Noam Chomsky, “Tenemos poco tiempo para decidir si la vida humana sobrevivirá”, 31 de agosto de 2020.
[3] Julio García Camarero, Ciudadanos y ‘ruralanos’, La Catara 2019.
Julio García Camarero es doctor en Geografía por la Universidad de Valencia, ingeniero técnico forestal por la Universidad Politécnica de Madrid, exfuncionario del Departamento de Ecología del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias y miembro fundador de la primera asociación ecologista de Valencia, AVIAT.
Hola, Bona tarda.
De un tiempo a esta parte, se está asociando al fútbol como el nuevo opio moderno del pueblo.
Y lo comparan con la religión, cuando no se parecen en nada.
Personalmente, no estoy de acuerdo con esa asociación-definición.
Nos olvidamos que el fútbol es un juego, que se ha convertido en un deporte y tiene sus valores.
No es monoteísta, y tampoco adoctrinador.
Os doy la razón en algo muy importante y por desgracia es así, la irrupción superdura del capitalismo.
Con motivo del fichaje de Neymar, en un comentario de José María Gay de Liébana, dijo ni más ni menos que era un producto financiero. Demoledor. Ese día empecé a ver los fichajes y todo su funcionamiento, de una forma distinta, hasta el punto de pensar y lo mantengo, que con tanto fichaje blanquean dinero.
Desde luego el capitalismo lo corrompe todo
No puedo defender bien que no es ningún opio
Dos apuntes de los muchos que puede haber, hace unas temporadas un jugador profesional, en una opinión atacaba a las casas de apuestas, pidiendo su anulación.
Y esta temporada un jugador del Granada apoyaba a los presos de Altsasu con una camiseta, luego sería cesado, cosas de vox.
Dos posturas no narcotizadas, y seguramente haya más ejemplos.
Que a la gente le guste el fútbol no implica desinterés por los problemas sociales o sectores culturales.
Que los medios potentes y el capitalismo se dedican a distorsionar la realidad, está fuera de toda duda, pero no creo que hablar mucho de fútbol, suponga que la sociedad está alejada de la realidad.
Todo lo que mencionais acerca de los problemas es cierto, no hay discusión, pero no es el fútbol el que los tapa.
Las empresas tienen unos responsables y unos intereses, y resulta que tienen el poder de manipularlo a su antojo, no sólo eliminan información importante sino que encima la distorsionan con infinidad de mentiras.
El fútbol no es ningún opio, es posiblemente el deporte más bonito del mundo.
Está claro que me gusta mucho, y su práctica no es una cosa sencilla, se tarda de 5 a 7 años en aprenderlo.
Pero tenéis razón sobre los problemas que nos acucian . Hacer hoy una revolución no es tarea sencilla, y aunque desde las fuerzas más conservadoras no lo quieran reconocer, SIN REVOLUCIÓN NO HAY PROSPERIDAD.
No soy ningún activista, y me duele todo lo que ocurre,
Y siempre me pregunto, porque los desplazados en muchos países, no se plantean la necesidad de hacer una revolución en su propio país. Pienso en los sirios, 2 o 3 millones de personas obligados a irse, daría para una revolución buen organizada.
Pienso en los kurdos, y como Turquía ha desbaratado sus logros.
Es el capitalismo demasiado grande para caer?
Julio Anguita, planteaba un trabajo de zapa, lento pero constante.
Hay mucho trabajo por delante.
Al final se han mezclado ciertas cosas, pero bueno, vivimos en todo.
Se pongan cómo se pongan, al final habrá revolución