Memorias del infierno (Crítica a La noche de 12 años)

A mediados de los noventa llegó a mis manos uno de los libros más aterradores que he leído, “Memorias del calabozo” (Txalaparta, 1993), escrito a dos manos por Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro, dos de los nueve dirigentes tupamaros secuestrados por la dictadura militar uruguaya, entre 1973 y 1985. Sin duda, la historia del prolongado cautiverio de aquellos guerrilleros urbanos –cuya actividad se remonta a mediados de los sesenta-, podría encuadrarse en el género de terror, pues el ensañamiento con el que fueron tratados, relatado con un modo crudo y a veces poético, sin escatimar en detalles, tanto de los hechos que sufrieron como de sus propios pensamientos, me hizo tomar conciencia de que la realidad siempre es más terrible que la ficción.

Veinticinco años después, -con algunos libros de literatura carcelaria como cabecera, como “Un hombre” de Oriana Fallaci (Noguer, 1979), o “Recuerdo de la muerte” de Miguel Bonasso (Txalaparta, 1994)- llega a las pantallas una película que escribió su guión en base al libro de Rosencof y Huidobro, “La noche de 12 años”, centrado en el secuestro de estos dos tupamaros y de un tercero, que compartió desgracia con ellos –aunque tardaría años en saberlo-, José Mújica, el carismático guerrillero que, a su paso por la presidencia de Uruguay (2010-2015), se convertiría en una referencia ética de la izquierda mundial.

Para añadir dramatismo a la historia, el director Álvaro Brechner -“Mal día para pescar” (2009), “Mr. Kaplan” (2014)- le pone un contador a los distintios escenarios donde se desarrolla la historia, para marcar los días de prisión en un macabro calendario.

Los actores que se ponen, de una forma más que sobresaliente, en la piel de los rehenes de la dictadura uruguaya, son el argentino Chino Darín como Rosencof, “El Ruso”; el uruguayo Alfonso Tort como Huidobro, “El Ñato”; y Antonio de la Torre como Mújica, “El Pepe”; para visualizar todo lo que se ocultó en aquella sucesión de prisiones secretas –ya que eran cambiados de ubicación frecuentemente-, con torturas y vejaciones continuadas, aislamiento e incumunicación, mal alimentados y en condiciones higiénicas y sanitarias lamentables.

El objeto del cautiverio de la direción del MLN-T era el de mantenerlos como rehenes para impedir la continuación de la oposición armada a la dictadura, bajo amenaza de ejecutarlos, y a la vez quebrarles la razón, derrotarlos no solo física, sino también mentalmente. Fracasaron, puesto que los tupamaros sobrevivieron a los militares, formaron, con otras fuerzas de izquierda, en 1989 (año de la muerte del histórico dirigente Raúl Sendic, otro de los rehenes) el Frente Amplio, con el que José Mújica fue presidente y Eleuterio Fernández Huidobro, ironías de la historia, ministro de defensa (2011-2016), cargo que ostentó hasta su muerte.

Pero para llegar a esto tuvieron que lidiar con el terror, con la locura, como tantos uruguayos, uno de cada tres fue detenido, convirtiendo al país con más detenidos en proporción a su población,

Cuando uno se cree vacunado ante el horror reflejado en películas como “Garaje Olimpo” (Marco Bechis, 1999), “La noche de los lápices” (Héctor Olivera, 1986), o la más reciente “Migas de pan” (Manane Rodríguez, 2016), se encuentra con esta vuelta de tuerca que supone la película de Brechner, que nos abre rendijas por donde atisbar el infierno, pero también por donde entra la luz, por donde respirar aire fresco, como ese método que desarrollaron el Ruso y el Ñato para comunicarse, golpeando con los nudillos poemas y cuentos, noticias arracadas de los periódicos, partidas de ajedrez, que les hicieron soportar los más de 4.300 días en los que apenas hablaron con nadie, a excepción de los atroces interrogatorios a los que fueron sometidos.

Ni tan siquiera pudieron celebrar el triunfo del plebiscito de 1980, que perdieron los militares que querían perpetuarse en el poder, y que les hicieron pagar en sus carnes su frustración esa misma noche, y no fue hasta cinco años después que fueron liberados. Pocas fueron las alegrías que tuvieron en aquellos doce años en el infierno.

La crudeza del film recuerda también al que se hizo sobre Boby Sands y la huelga de hambre de los presos republicanos irlandeses en 1981, rodada por el director Steve McQueen, “Hunger” (2008), aunque esta quizás sea todavía más claustrofóbica y agobiante, sobre todo si atendemos al dispar desenlace.

Dirección y Guión: Álvaro Brechner

Música: Federico Jusid

Fotografía: Carlos Catalán

Reparto: Antonio de la Torre, Chino Darín, Alfonso Tort, César Troncoso, Soledad Villamil, Sílvia Pérez Cruz, Mirella Pascual, Nidia Telles

Coproducción Uruguay-Argentina-España-Francia; Alcaravan / Haddock Films / Hernández y Fernández P.C / Manny Films / Movistar+ / Salado Films / Tornasol Films / ZDF/Arte

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