Memorias de Zugarramurdi

Por Daniel Seixo

«La alienación religiosa es una alienación de segundo grado. Expresa en forma de teoría justificativa lo absurdo que la hace nacer. La alienación religiosa tiene su origen en la alienación económica y no podrá superarse mientras no se supere ésta. La lucha contra la religión es la lucha contra aquel mundo cuyo aroma espiritual es la religión. La miseria religiosa, es, por una parte, la expresión de la miseria real y, por otra, la protesta contra ella. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo.»

Karl Marx

«No hay ninguna sociedad en la que las mujeres hayan tenido dignidad ni derechos fundamentales. De la misma manera, no conocemos ninguna religión que no discrimine. Las religiones nunca contradicen a sus sociedades».

Amelia Valcárcel

«Nada es verdad, todo está permitido.»

«El lenguaje es un virus.»

William Burroughs

El pasado viernes por la noche una joven transexual de 19 años era brutalmente agredida cuando salía de su casa en la ciudad de Barcelona. Dos jóvenes, todavía sin identificar, propiciaron dos puñetazos en la cara y varias patadas en el cuerpo a la víctima tras haberla increpado previamente con gritos de ¡Puto travelo! ¡Engendro!. La joven, con cierta repercusión previa en redes sociales, especialmente en Instagram, decidió entonces denunciar la agresión por la citada red social con la intención de que esa salvaje e injustificada agresión no quedase impune. Hasta este punto, todo normal.

Uno se esperaría que tras el llamado en redes sociales de la víctima, lo que seguiría a esta agresión sería una condena unánime de lo sucedido, la repulsa de los diferentes colectivos que siempre se han mostrado firmes atajando cualquier tipo de agresión reaccionaria en nuestras calles y sin duda alguna el apoyo inmediato a la víctima y la presión a las autoridades para que la agresión tránsfoba se esclareciese cuanto antes, terminando con los culpables sentados en un banquillo. En cierta medida eso sucedió, es cierto, las condena de la agresión tuvo lugar de forma generalizada, el apoyo de diversos colectivos llegó puntualmente y la policía y diversos políticos hicieron llegar mensajes de apoyo a Eva, así se llama la víctima, en los que llamaban a erradicar la violencia tránsfoba de nuestras calles. El problema comenzó a gestarse cuando el oportunismo partidista y la irracionalidad se desataron libremente, decidiendo utilizar la agresión sufrida por esta joven para profundizar en su propia agenda política impregnada por una ideología en la que la performance siempre ha reinado por encima de la realidad.

En su desesperada carrera por encontrar a la adolescente feminista y trans que entrelazase sus brazos con Greta Thunberg, para dejar definitivamente atrás al marxismo que siempre les ha molestado tanto, han decidido que todo vale

Quizás por ello a determinados personajes les pareció adecuado utilizar una agresión deleznable para dar rienda suelta a sus más bajos instintos y desde sus trincheras partidistas decidieron virar el foco de las responsabilidades para situarlo directamente sobre el feminismo radical. Supongo que sin duda esto es algo que los agresores han agradecido, aunque por suerte la acción policial vive ajena a las insensateces de las redes sociales y les estará siguiendo la pista. Hablando de policías y de insensateces, una de las primeras voces que se apuntó diligentemente a esa caza de brujas contra el feminismo radical fue la de Sonia Vivas, ex policía, activista de Podemos y educadora social. Lejos de utilizar su experiencia policial para apoyar a la víctima de la mejor manera posible o situarse en el campo de la integración social para analizar el contexto social de la agresión a manos de dos hombres sobre una mujer transexual, Sonia decidió hacer uso de su militancia política y desde el oportunismo más reprochable para un cargo público puso por delante los intereses de su partido por encima de todo y de todes. Porque no nos equivoquemos, en el momento en el que arrojas la responsabilidad de una agresión tránsfoba sobre una parte del feminismo que desde hace tiempo ha contraargumentado el discurso con el que tu partido ha intentado sacar adelante la denominada Ley trans, no estás pensando en la víctima, lo estás haciendo en tus propios intereses. En realidad no es nada que deba sorprendernos en estos estómagos calientes denominados activistas que desde hace tiempo mercadean por unas monedas de plata cualquier tipo de principio o ideología. La sociedad los ha convertido en una especie de popstar de la política y elles reaccionan y se mueven a base de aplausos o intereses, lo más sorprendente de todo esto es que quizás en el caso de Sonia Vivas quienes precisamente más han tardado en aceptar su verdadera cara han sido parte de las feministas, puede que negándose a creer que una mujer que se decía de las suyas pudiese caer tan bajo.

Camino no muy alejado del de Sonia el tomado por Irene Montero y otras y otros líderes de Podemos, algunas con cierta tendencia sibilina, haciéndose eco de un tuit de una organización como la Federación Estatal LGTB, esa cooperación de intereses económicos y permanente desfile de moda de judas de todo tipo para la comunidad LGTB, que como ya anunciaba Shangay Lily es su libro “Adiós, Chueca”, funcionan como una especie de Cosa nostra de la “diversidad” en la que toda corriente ajena al capitalismo queda señalada y apartada del foco mediático de la comunidad. Resulta curioso que una ministra de un partido como Podemos haya decidido asociarse con tan “selecta compañía”, supongo que se adapta bien a quienes dicen analizar y ayudar a progresar a los márgenes de la sociedad, pero lo hacen con coche oficial y sin apartarse demasiado de la pijoburguesía del ministerio. O sea, aquellos caraduras de toda la vida que han utilizado los discursos de clase para sus propios intereses personales.

A determinados personajes les pareció adecuado utilizar una agresión deleznable para dar rienda suelta a sus más bajos instintos y desde sus trincheras partidistas decidieron virar el foco de las responsabilidades para situarlo directamente sobre el feminismo radical

Irene no se atrevía a tanto como Sonia, nunca el patrón se ha ensuciado las manos cuál lacayo, pero daba paso con el apoyo al tuit de la Federación Estatal LGTB a otro punto importante de toda esta historia, el de vincular la agresión con la necesidad de una Ley Integral Trans. Todavía nadie a día de hoy se ha molestado en explicarnos exactamente cómo la Ley Trans iba a poder impedir esta agresión acontecida en Barcelona, ni nadie tampoco se ha molestado en argumentar desde un plano racional los mecanismos por los que una agresión de dos varones a una mujer transexual se debe a la oposición de las feministas radicales a dicha ley. Pero el infierno estaba desatado, los mensajes señalando culpables en redes sociales, los tonos amenazantes, los reflejos de la hoguera y el ruido del gentío en redes sociales recordaba a la histeria colectiva de tiempos lejanos en los que un Sambenito diligentemente colocado podía lleva a un pueblo a quemar en la hoguera a cientos de mujeres por brujas. Las brujas de nuestros días vuelven a ser mujeres capaces de pensar y actuar sin miedo, mientras que solo la luz de la ilustración y la racionalidad parece poder salvarlas de la hoguera. Es por ello que todo este debate se pretende llevar al sentimiento, a las pulsiones más básicas de ese animal que es el ser humano, esos rincones en los que nuestra humanidad permanece más oculta pese a las continuas apelaciones a ella. El debate en torno a la Ley Trans no es una tertulia en la que Amelia Valcárcel y Paul B. Preciado se sienten frente a frente en horario de máxima audiencia de la televisión pública para intercambiar argumentos acerca del desarrollo de esta ley, no, el debate en torno a la Ley Trans es ver al oportunista juntaletras de Roy Galán navegando entre realidades que desconoce totalmente pero que le resultan rentables o un guirigay de amenazas, insultos y descalificaciones en redes sociales tras una agresión que pretenden usar el sentimiento de rechazo que produce la misma como sustitutivo de verdaderos argumentos racionales.

Pues lo siento, condeno de todo corazón la agresión que ha sufrido Eva, comparto plenamente su afirmación cuando asegura que es transexual y eso no la hace menos normal, pero no por ello mi postura en torno a la Ley trans ha cambiado un ápice. Y si alguno o alguna quiere llamarme cínico por eso, al menos que lo haga con argumentos racionales y no haciendo un uso repulsivo de la víctima de una agresión tránsfoba tal y como María del Mar Blanco pretendió hacer uso durante toda su carrera política del asesinato de Miguel Ángel, por desgracia del uso partidista del dolor, la rabia y el sufrimiento, tenemos dilatada experiencia en este estado. Al menos en la izquierda creía que habíamos llegado al consenso de que a las víctimas se las apoya, respeta y ayuda en todo lo posible, pero no por ello resulta necesario hacer de ellas un referente o un marco moral inapelable. Parece ser que no es el caso y algunes, en su desesperada carrera por encontrar a la adolescente feminista y trans que entrelazase sus brazos con Greta Thunberg, para dejar definitivamente atrás al marxismo que siempre les ha molestado tanto, han decidido que todo vale, incluso crear una cuenta falsa para lanzar soflamas interesadas, incluso culpabilizar a las feministas radicales de una agresión llevada a cabo por hombres o hacer de una agresión un circo que ocupe con amarillismo el espacio que en otros tiempos debería ser de dominio exclusivo del debate racional.

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