Matteotti destacó en esos momentos por su firme posición frente al pistolerismo y la violencia política de los escuadristas. No se cansó de denunciar los hechos que protagonizaba el pujante fascismo italiano.
Por Eduardo Montagut
El socialista Giacomo Matteotti ha pasado a la Historia por su asesinato en el momento crítico del inicio del fascismo italiano y por las consecuencias para Italia de este magnicidio. Sin negar la importancia histórica de este hecho se olvida su protagonismo político y su intenso compromiso en el complejo y agitado universo del socialismo y de la política italiana de las primeras décadas del siglo XX.
Nuestro protagonista nació en 1885 en el seno de una familia acomodada en una localidad de la provincia del Rovigo en el Véneto. Eso le permitió estudiar, licenciándose en Derecho en Roma. Allí entró en contacto con el socialismo. Su compromiso le condujo a tener muy pronto un destacado protagonismo entre los socialistas. En la Gran Guerra fue uno de los más firmes partidarios de la neutralidad, lo que le terminaría causando problemas, ya que sería encarcelado en Sicilia.
Como apuntábamos, Matteotti fue un combativo socialista, apodado “La Tempestad”. En 1919 entró en el parlamento italiano, siendo reelegido en 1921. Donó parte de su salario como diputado a un orfanato de niños.
La Italia de la posguerra, como es sabido, sufrió una intensa inestabilidad económica, social y política. Matteotti destacó en esos momentos por su firme posición frente al pistolerismo y la violencia política de los escuadristas. No se cansó de denunciar los hechos que protagonizaba el pujante fascismo italiano. Pero, además, fue muy consciente de la necesidad de que la izquierda se uniera y dejara de enfrentarse entre sí. Debemos recordar no sólo las intensas diferencias entre socialistas, comunistas y anarquistas, sino, también las propias del socialismo italiano. El Partido Socialista arrastraba una larga Historia de conflictos internos. Al terminar la Primera Guerra Mundial, el PSI se había convertido en la principal fuerza política italiana, pero su acción estuvo paralizada por la falta de apoyo para llevar a cabo su labor revolucionaria final. En 1921, el Partido sufrió una nueva y muy profunda crisis por el abandono de un gran número de militantes decepcionados. Fue el momento en que se creó el Partido Comunista. Turati fue expulsado por sus posiciones políticas, ya que no casaban con el creciente radicalismo del PSI. En ese momento fundó el Partido Socialista Unitario con Matteotti como secretario, y también con Modigliani y Treves.
Desde las filas del Partido Socialista Unitario se erigió como un adalid contra Mussolini, una vez que alcanzó el poder después de la Marcha sobre Roma, ocurrida en octubre de 1922. Matteotti, con una valentía poco comparable entre el resto de políticos contrarios a lo que estaba ocurriendo, siguió denunciando los intentos de Mussolini de imponer una dictadura.
El 30 de mayo de 1924, Matteotti se dirigió a los diputados en el parlamento para protestar sobre cómo se habían realizado las elecciones en el mes anterior, en las que consiguió revalidar su acta de diputado. Aquel discurso constituye uno de los momentos cumbres de la Historia parlamentaria italiana. En medio del rugir de los diputados fascistas, Matteotti fue explicando y denunciando todos los abusos cometidos en los comicios. Para el socialista estas elecciones habían sido un fraude. Al terminar fue consciente de que su vida estaba sentenciada, y así lo comunicó a sus compañeros socialistas en la cámara. El discurso concitó la inquina de los diputados fascistas, llegando Farinacci a amenazar a Matteotti.
El 10 de junio sería secuestrado, y el 16 de agosto su cuerpo, en un avanzado estado de descomposición, fue encontrado en un bosque a las afueras de Roma.
Al mes siguiente, el político fue secuestrado por cinco hombres que lo introdujeron en un automóvil. El vehículo pertenecía a Filipelli, un hombre muy próximo de un amigo del propio Mussolini. La noticia provocó un escándalo y los rumores hablaban de que Matteotti había sido asesinado. En efecto, en agosto apareció el cadáver. Fillipelli fue detenido, así como otros implicados.
El terrible hecho provocó que la oposición indignada se retirara del Parlamento en lo que se conoce como «la retirada del Aventino», en memoria de la marcha de la plebe a dicha colina como protesta contra los patricios en el año 494 a.C. Esta retirada fue fatal, ya que el único lugar donde se conservaba la democracia en Italia se perdió.
En enero del año siguiente el duce asumió la responsabilidad política del caso Matteotti. Estas son sus palabras:
«Declaro aquí, ante la asamblea y ante todo el pueblo italiano, que yo, y solamente yo, asumo la responsabilidad política, moral e histórica de lo que ha sucedido. Si el fascismo es una banda de criminales, entonces yo mismo soy el caudillo de esta banda de criminales»
La verdad exacta de la autoría del asesinato sigue sin resolverse, aunque hay varias hipótesis: pudo deberse a una orden directa del propio Mussolini, una especie de interpretación libre de sus deseos con su conocimiento o una acción autónoma de un grupo de escuadristas. En todo caso, el propio dictador asumió la responsabilidad política en un discurso tremendo: el triunfo de la fuerza y de la violencia sobre la palabra y el debate.
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