Más docentes y menos ratio igual a mejor educación

Por Puño en alto

La pandemia COVID19 ha puesto de manifiesto las numerosas carencias que presenta distintos ámbitos de nuestra sociedad, siendo el más evidente el de la Sanidad, pero no el único, pues otro ámbito es el educativo, en el que sin embargo hemos podido encontrar una mejora considerable gracias a las diversas medidas forzadas que se han llevado a cabo durante este atípico curso escolar 2020/2021, siendo las más importantes dos de ellas: la bajada de ratio en las aulas y la contratación de más profesionales del sector educativo.

La ratio de las aulas ha aumentado considerablemente en las últimas décadas, siendo hasta cinco veces mayor en los centros públicos que en los privados, algo que desde luego no es casual, crecimiento debido básicamente a la implantación por parte del PSOE y PP de leyes educativas que siempre han ido acompañadas de grandes recortes que afectan directamente al contrato de profesionales, viéndose estos disminuidos drásticamente. Algunas de las razones por las que es positivo bajar la ratio son las siguientes, como el hecho de que se suele olvidar algo tan importante como que cada alumno es diferente y, por tanto, necesita una atención diferente, imposible cuando en un aula hay una media de 30/35 alumnos por clase, teniendo aún más efectos negativos en aquellos estudiantes que pueden tener más dificultades, como alumnos con necesidades especiales o alumnos de integración tardía; al bajar la ratio, el profesor ha podido llevar a cabo una atención más personalizada, haciendo hincapié en las diferentes necesidades de cada alumno. Y, precisamente, cuando el profesorado no dispone del tiempo suficiente para enseñar debidamente la materia, nos encontramos con que muchos alumnos se ven en la obligación de un reforzamiento extraescolar, desmotivando al alumno y viéndose reflejado de forma negativa en su expediente académico; al bajar la ratio, el contenido de las diferentes materias se ha podido dar de forma adecuada y completa, no necesitando los alumnos refuerzo extra y obteniendo mejores notas.

Unido a la bajada de ratio, y como causa principal de esta, este curso se han contratado a 40.000 profesores más, la mayoría de ellos interinos que han visto la oportunidad de cursar un año entero y no solo días, semanas o meses como suele ser normalmente, contratos de periodos cortos que repercuten no solo negativamente en el alumnado que a veces se ven semanas sin un profesor sustituto y, por tanto, sin la posibilidad de poder dar todo el temario de forma adecuada, sino también en el profesor interino que se ve envuelto en numerosos problemas burocráticos y sin la perspectiva de dar un curso completo por delante, imposibilitándole que se impregne del proyecto educativo que tanto le beneficia a él como al alumnado. No ha sido el caso de este curso escolar.

Nos encontramos con que ya no son simples opiniones de unos profesionales, sino que se ha demostrado con hechos durante este curso escolar. Numerosos profesores afirman que la frase que más se ha oído entre ellos este curso ha sido: “Ahora sí que se puede trabajar”. Pero son muchos también los que nos preguntamos si cuando acabe la pandemia, habremos aprendido algo de ella o si todo volverá a la desastrosa situación anterior y parece, desgraciadamente, que todo apunta a lo segundo. Cabe preguntarse por qué.

Hay que destacar que en este atípico curso escolar se ha mejorado el rendimiento escolar de los alumnos y alumnas, se ha reducido el absentismo y se ha mejorado el índice de satisfacción en general de la comunidad educativa.   Paradójicamente una pandemia ha demostrado que la mejora de la calidad de la enseñanza y del rendimiento escolar del alumno pasa necesariamente por la contratación de más docentes que posibilite una sustancial disminución de la ratio alumnos por aulas, además de que se consolide un sistema educativo haciéndolo ajeno a las coyunturas políticas.

Bien, contratar a más profesional y como consecuencia bajar la ratio conlleva un grave “problema” para los gestores políticos: se tiene que gastar más dinero en Educación. Y ahí radica precisamente el problema, entenderlo como un gasto y no como una inversión, acostumbrados a que la Educación siempre sea puesta en segundo plano y cuando hay una crisis, esta siempre es utilizada como excusa para recortar en este sector, destinando ese dinero a otros asuntos, gastándolo en cosas que realmente no son tan importantes y no comprendiendo que la Educación es uno de los pilares del futuro de nuestra sociedad y, por tanto, debe ser prioritario hacer inversiones en ella para cualquier Gobierno con un poco de sentido común.

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