Marín al redil, por ahora

Por Puño en alto

Ahora sí, ahora todo parece indicar que el chico de los recados de la Junta de Andalucía, Juan Marín, también conocido como “El Torrijas”, va a ser incluido en el núcleo duro de lo que queda de Cs de Inés Arrimadas, después del desastre de las mociones de censuras murcianas, de las elecciones anticipadas de Madrid y de la OPA hostil que el PP ha desatado contra la formación naranja.

Que Marín acepte ahora, demuestra el poco o el escaso respeto que se tiene a sí mismo. Es algo que ha caracterizado a este personaje desde su inicio en la escena pública y continuó durante sus años de concejal en el ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda de cogobierno con el PSOE de Irene García y Víctor Mora.

Esta supuesta deferencia de Arrimadas con Marín dista muy mucho de un reconocimiento a su labor política dentro de Cs, todo lo contrario. El Torrijas, no ha sido, y a buen seguro, no sigue siendo, santo de devoción de la catalana, como tampoco lo fue de Rivera al considerarlo poco fiable. Hay que recordar que Marín ha recibido no pocas desautorizaciones por ambos mandatarios naranjas, la última de manera inmisericorde por parte de Arrimadas, cuando el sanluqueño manifestó públicamente que no descartaba una candidatura única PP-Cs para las próximas elecciones autonómicas andaluzas.

La decisión de Arrimadas hay que enmarcarla en la desconfianza y para tenerlo atado en corto, no por díscolo, sino más bien, porque conoce que Marín, con tal de seguir viviendo de la política es capaz de pactar con quien sea y al precio de quien sea. Ya lo hizo en su pasado como munícipe, lo volvió a hacer con Susana Díaz y lo sigue haciendo con Moreno Bonilla.

El miedo que atenaza a Marín es que en unas circunstanciales elecciones andaluzas quede relegado a la irrelevancia al ser sobrepasado por Vox y de ahí que en su día propusiera lo de la candidatura única PP-Cs, porque es la mejor forma de garantizar tener silla en el consejo gobierno andaluz. Una de sus máximas es que con las cosas de comer no se juega.

Cuando desde el PP han manifestado tener las puertas abiertas a los militantes y cargos de Cs, sabían lo que estaban diciendo y por qué lo decían. Una propuesta de aliento al transfuguismo de este calibre no se hace si no se tiene la certeza que caerá en terreno abonado. Todo hace pensar que habrá un reguero continuo de deserciones en el seno de Cs. El otrora partido que se autoproclamaba de regeneración de la política, está quedando del partido de todo por la pasta. ¿Dónde estará situado el nivel ético y moral de compromiso de los militantes y cargos de Cs, si un personaje como Cantó resulta hasta coherente?

Después de la foto de Colón y el fracaso de Rivera, la upeydización de Cs era la historia de una muerte anunciada y las desnortadas decisiones a la desesperada de Inés Arrimadas tras el batacazo electoral en Catalunya, no ha hecho más que precipitarla. El llamamiento del PP al transfuguismo, siendo uno de los firmantes del acuerdo antitransfuguismo, solo se puede hacer desde un partido que aún entiende la corrupción política como modus vivendi, hacia otro partido donde hay potenciales tránsfugas capaces de corromperse y Marín por su trayectoria tiene todas las papeletas cuando menos de parecerlo (ha pasado por cuatro partidos y otros que no le dejaron entrar) y de ahí la decisión de Arrimadas de incluirlo, junto a otros, en su nuevo redil exclusivo de tomas de decisiones, no por su valiosas aportaciones, sino para controlarlo de cerca.

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