Creo que si quisiera dejar algún mensaje es que la poesía puede ser accesible para todos, pero para ello hacen falta recursos como espacios, tiempo y personas dispuestas a implicarse en ello.
Por Isabel Ginés | 20/09/2024
En un mundo marcado por la inmediatez y la sobrecarga de información, la poesía puede parecer un arte distante para muchos jóvenes. Sin embargo, para María, una joven poeta con una trayectoria creciente, la poesía es una herramienta poderosa que ofrece algo más profundo. «La poesía puede ofrecer acompañamiento, empatía y diversión».
María es talento, dulzura, simpática y conocimiento.
Para mi es el futuro de la poesía en todas sus formas y como mujer alguien en quien creer.
En esta entrevista, María deja claro que la poesía no solo tiene cabida en la vida de los jóvenes, sino que puede ser una herramienta poderosa para entenderse a sí mismos y al mundo que les rodea.
María, en un mundo que se mueve tan rápido, ¿qué crees que puede ofrecer la poesía a los jóvenes de hoy?
Creo que puede ofrecerles acompañamiento, empatía, diversión.
¿Cómo empezaste a leer poesía y cómo recomiendas empezar?
Empecé a leer gracias a dos amigas del instituto que leían poesía. Nos pasábamos lo que íbamos pillando por casa o por redes: Bécquer, Gloria Fuertes, Salinas… Ahora lo pienso y normalmente eran poetas centrados en el amor. No creo que haya una manera en sí para empezar, creo que con que un texto te dé ganas de seguir leyendo ya es suficiente.
Muchos jóvenes sienten que la poesía es algo distante o difícil de entender. ¿Cómo describirías la poesía a alguien que no lee poesía?
Lo que más le valoro a la poesía es el impacto que puede causar. Cuando abro el bloque de poesía con los alumnos de escritura creativa, me gusta sacar este fragmento de Hasta que nos duelan las costillas de Javier Navarro-Soto Egea: “La creación de imágenes capaces de / golpear / como un guante de boxeo pero también de provocar / sensaciones bellas como los interminables días de verano / ¿acaso no va de eso la poesía?”
Para ti, ¿qué hace que un poema sea realmente poderoso? ¿Es la forma, el contenido, la emoción? ¿Qué es lo que no puede faltar en un poema?
Creo que en un buen poema, forma y fondo van siempre de la mano. Yo valoro muchísimo la capacidad de abrir posibilidades, de plantear caminos que aún desconozco.
¿Qué pueden descubrir los jóvenes sobre sí mismos y sobre el mundo al leer poesía?
Yo pienso que afortunadamente nunca somos tan especiales como nos sentimos, sino que las personas nos parecemos bastante entre nosotras. Encontrar un texto que trate una vivencia parecida nos ayuda a entendernos y a saber que no estamos solos ante una emoción.
¿Cómo recomiendas a los jóvenes acercarse a la poesía? ¿Es mejor empezar con los clásicos, con poetas contemporáneos, o quizás con algo más personal y propio?
Ahora mismo llevo un taller sobre creación poética para adolescentes junto a Laura Rodríguez donde precisamente apostamos por tomar como modelos a poetas jóvenes actuales porque creemos que puede resultar estimulante leer a personas con las que comparten preocupaciones e imaginario. No creo que esta sea la única manera (no creo que haya en sí una manera), pero sí creo que habría más lectores de poesía si no estuviera tan arraigada la idea de que la poesía es lo que se da en los planes de estudios en los institutos y ya.
¿Qué te mueve a escribir poesía en lugar de otros géneros? ¿Hay algo que la poesía te permita expresar que otras formas de escritura no consiguen?
Pues creo que es una cuestión de tiempo. Me interesa muchísimo la narrativa, pero creo que te pide una constancia que yo no puedo darle. Me resulta más sencillo escribir un poema y volver a él cuando pueda para trabajarlo.
¿Cómo es tu método de escritura? Qué te inspira, dónde sueles escribes…
Normalmente escribo por impacto, es decir, se me abre una idea y me pongo con ella. Luego puedo pasarme meses sin escribir, no soy nada rutinaria con la escritura. Como escribo según me llega, pues escribo donde me toque: en casa, en el trabajo, en el transporte… He llegado a meterme en el baño de un bar a escribir porque no quería que se me olvidara una idea.
Tus poemas han aparecido en revistas, periódicos, páginas especializadas y antologías desde muy joven. ¿Qué sientes cuando ves tu trabajo publicado y cómo manejas las expectativas externas hacia tu obra?
Lo “bueno” de que la poesía sea un poco nicho es que no estás tan expuesta, o al menos yo nunca me he sentido así. Sí que alguna vez me ha sorprendido cuando he conocido a alguien y ya me ubicaba o había leído algo mío, pero no suelo pensar en las expectativas externas porque aún me cuesta un poco creerme que a alguien le interese lo que hago.
¿Cómo afecta tu experiencia de vida y tu identidad a la forma en que escribes y lo que eliges escribir?
Bueno, yo soy una persona queer que ha sido educada en un ambiente muy católico y creo que esto vertebra toda mi vida, incluida la escritura. Recuerdo leer Actos impuros, de Ángelo Néstore, antes de empezar a escribir y pensar yo quiero hacer esto, yo quiero hablar de la mirada de los otros sobre mí.
¿Qué sueños o metas tienes para el futuro de tu escritura y tu carrera como poeta? ¿Hay algún mensaje que esperas dejar a través de tu poesía?
No suelo pensarme como escritora, sino más bien como filóloga (supongo que es porque es lo que me da de comer), así que creo que mis aspiraciones están bastante ligadas a esto. Me gusta la docencia, impartir talleres, la divulgación literaria… Creo que si quisiera dejar algún mensaje es que la poesía puede ser accesible para todos, pero para ello hacen falta recursos como espacios, tiempo y personas dispuestas a implicarse en ello.
Cuando escribes, ¿piensas en el lector o es un proceso más introspectivo y personal? ¿Cómo influye la posibilidad de ser leída por otros en lo que decides escribir?
No pienso en el lector porque me cuesta pensar que me vayan a leer durante el proceso de escritura. Creo que suelo estar demasiado absorta como para pensar en alguien que no sea yo mientras escribo. Afortunadamente ahí están las amigas y las editoras, que te dan una mirada externa y te hacen separarte y tomar conciencia de que vas a ser leída.
¿Cómo equilibras la vulnerabilidad de escribir sobre experiencias personales con la exposición pública de tus poemas?
Creo que no lo equilibro porque no suelo tener conciencia sobre esto hasta que me hacen este tipo de preguntas y digo ups. Entonces me siento bastante expuesta, pero creo que la poesía no deja de ser una ficción más, aunque haya material autobiográfico solo nosotros conocemos como lo utilizamos y qué forma le damos en el texto.
¿Hay algún momento de tu vida en el que sientas que la poesía te salvó o cambió tu perspectiva de una manera significativa?
No creo que la literatura tenga la capacidad de salvarnos, pero sí de hacer que nos sintamos menos solos. Publicar en antologías o revistas me ha descubierto otras poéticas, pero también me ha dado muchísimas amistades.
¿Qué le dirías a la María que comenzó a escribir poesía si pudieras hablar con ella hoy?
Que va a descubrir que hay muchas formas de hacer poesía, pero creo que eso es algo que solo se aprende con tiempo y estando dispuesta a leer incluso a quienes más distintos nos parecen.
Un poema que recomiendes:
“¿Por qué escribe usted?”, de Oscar Hahn.
Un poema al que vuelvas:
“Cuando compre un espejo para el baño”, de Idea Vilariño. Es una especie de lugar seguro para mí.
Recomendéis una poeta o un poeta o ambos:
Tienen estéticas muy distintas, pero Juan de Salas y Elisa Fernández me fascinan.
Un libro que te haya gustado o marcado últimamente:
Solo quería bailar, de Greta García. Hacía tiempo que no tenía esta sensación de estar en un bar con gente y estar pensando “quiero irme a casa ya para poder seguir leyendo”. Desde entonces mi ejemplar va rulando por las casas de mis amigas.
Una frase
“Conjugar es mentir, y yo me creo”. Berta García Faet.
Entrevista muy completa y como siempre Isabel nos da ideas para profundizar en el tema.