En este trabajo estudiamos las previsiones sobre el papel de la mujer que planteó María Lluria para cuando terminase la Gran Guerra y que plantean aspectos que, en parte, la historiografía ha confirmado.
María Vinyals y Ferrés o María Lluria (1875-1940) fue una mujer de intensa vida y compromiso como escritora, periodista, defensora de los derechos de la mujer y por su defensa del socialismo. Las ideas que queremos analizar de esta autora se contienen en El Socialista en su número de 12 de enero de 1917.
Es conocido el protagonismo económico y social de la mujer en la Gran Guerra, especialmente en el mundo del trabajo. En Francia el aumento del empleo femenino fue evidente. Si en las fábricas metalúrgicas no llegaban a las dieciocho mil mujeres empleadas antes de la guerra, en 1917 eran unas trescientas mil, para pasar a ser unas cuatrocientas veinticinco mil al año siguiente. Alemania casi duplicó el número de trabajadoras en el período bélico. Las trabajadoras se hicieron cargo del transporte público (los tranvías), del servicio postal, la atención de heridos y mutilados, y entraron masivamente en las fábricas de armamento. Esta presencia fue un factor importante, cuando no decisivo, a favor de la lucha de la emancipación de la mujer en Europa. Las sociedades empezaron a comprender la importancia del trabajo femenino fuera del hogar y constataron que el esfuerzo de las mujeres había sido fundamental para la guerra y, en el caso aliado, para el triunfo. No podía pasar mucho tiempo sin que se les reconociesen sus derechos políticos como ciudadanas.
El artículo en El Socialista se titulaba “La mujer después de la guerra”. Al parecer, la autora ya había explicado la cuestión de la expansión femenina que la guerra había provocado en los países beligerantes, demostrando, frente a los detractores de los derechos de la mujer, que la mujer poseía la aptitud que se le negaba para desempeñar todos los oficios masculinos sin excepción, y que lo había hecho sin preparación previa alguna en circunstancias harto complejas para ellas por la incertidumbre ante los ausentes y, en muchos casos, cuando se encontraba criando hijos.
El propósito del artículo era tratar una cuestión compleja, precisamente relacionada con esta casi masiva incorporación de la mujer al mundo laboral, pero cuando acabase el conflicto bélico. Al tener un puesto de trabajo en la fábrica o en el taller, con un salario más alto que el que recibía antes de la contienda, la mujer había demostrado que podía resolver por sí misma muchos de los problemas y cuestiones de la vida que antes eran de incumbencia exclusiva masculina. Había adquirido independencia, en suma, un hábito de disponer de su vida y de la familia que tendría, en principio, que renunciar cuando regresase su marido, padre o hermano, a los que había sustituido no solamente en el trabajo sino en todos los asuntos familiares internos y externos, aunque esto no cambiaría mucho si el hombre que regresaba se encontraba en malas condiciones físicas, como los mutilados que, como bien sabemos, fueron un porcentaje muy alto de los que volvieron con vida de los frentes. En todo caso, la situación de la mujer se complicaría porque aumentaría la carga familiar y tendría en casa una especie de “censor familiar” que la fiscalizaría. Pero el problema mayor se encontraría en el lugar de trabajo al regresar los titulares de los oficios, a los que las mujeres habían reemplazado. La autora se preguntaba, ¿debía la mujer buscar otro empleo?
Más interrogantes. En los casos de hogares donde el hombre combatiente regresara sano, ¿debía la mujer abandonar su puesto de trabajo?, ¿si el marido consentía en que mantuviese su empleo, toleraría la independencia de criterio adquirida por la mujer durante los años de la guerra, con nuevas formas de pensar y actuar? Como vemos, María Lluria planteaba los problemas no sólo laborales, sino de las mentalidades y de las relaciones entre hombres y mujeres en todas sus dimensiones.
Para la autora, el hombre era el que tenía que cambiar al terminar la guerra, ya que debía entender todo lo que la mujer había aprendido en esos años, especialmente a valerse por sí misma. El hombre debía contar ya con la existencia de compañeras en el mismo nivel en el ámbito laboral, porque ahora, además, eran muchas más que en el pasado.
La mujer del futuro ya contaba con las herramientas, consciente de su valor y fuerza, de sus derechos, para luchar por su puesto de trabajo, y que había alcanzado gracias a su esfuerzo.
Sobre María Vinyals puede consultarse el Diccionario Biográfico del Socialismo Español, el Diccionario de Mulleres Galegas, y el trabajo de Silvia Cernadas, Unha muller para a Historia: María Vinyals, marquesa de Ayerbe, en la obra de Miguel García et allí (ed.), As mulleres na historia de Galicia, Santiago, (2012).
Se el primero en comentar