Manuela: del infierno a la libertad

Vivía con miedo. Miedo de verlo por el barrio, de que viniera a la escuela de enfermería, que era mi espacio seguro, y armara un escándalo, me pegara o insultara a mis compañeros. Tenía miedo de salir sola por si él estaba cerca.

Por Isabel Ginés | 15/09/2024

Cuéntame, ¿cómo comenzó tu relación con él?

Lo conocí cuando tenía 16 años en el barrio y ambos íbamos al mismo instituto. Al principio era amable y cariñoso. Nos hicimos amigos dentro del grupo con el que salíamos los fines de semana y poco a poco nos fuimos enamorando.

¿Cuándo empezaste a notar los primeros signos de control o maltrato?

Al principio no me di cuenta, pero él era celoso y yo, al ser joven, lo veía como algo normal. Comencé a vestirme de manera más “normal” porque él odiaba que se me viera carne porque iba provocando y a salir menos con mis amigas porque él decía que debíamos pasar tiempo juntos. Poco a poco, fui perdiendo muchas amistades. Él decía que me amaba y que no quería perderme, que vernos mucho afianzaba el amor, me daba detalles de bombones, chucherías, planes diferentes y me llamaba siempre después de quedar para asegurarse de que había llegado a casa y que no estaba con amigas o con otro. Yo lo vi normal y no lo era. El quería controlar todo. Controlaba cuando salía, donde y con quien y siempre quería que estuviéramos juntos.

¿Hubo algún incidente en particular que te marcó?

Sí, hubo varios. Recuerdo un sábado que quería estar con mis amigas y él se enfado mucho; me empujó y fue la primera vez que vi esa ira en su rostro. Me dijo que no lo quería y que prefería estar con otros antes que con él. En otra ocasión, llevé una falda que él consideró demasiado corta y me llamó «puta,» diciendo que solo quería enseñárselo todo a los demás. Que era una zorra y me hizo cambiarme, cogió las tijeras y rompió la falda. Luego miro mi armario me hizo una limpieza por mi bien y me llevó de compras diciendo que el cuidaba de mí.

Me contaste que querías estudiar enfermería, lo cual significaba un cambio importante en tu vida. ¿Cuáles fueron los momentos más duros que enfrentaste durante ese tiempo?

Siempre quise ser enfermera, y para estudiar tenía que ir a una escuela que estaba a media hora de mi casa en bus. Muchas veces, después de las clases, salía con mis compañeros a tomar una cerveza. Al principio, él no decía nada, pero con el tiempo empezó a insinuar que seguramente estaba ligando con otros, que iba a conocer a alguien más allí y lo dejaría. Me lloraba que saliera menos. Incluso llegó a decirme que se suicidaría si lo dejaba.

Esto hizo que, en lugar de salir 3 o 4 veces por semana, redujera mis salidas a solo 2. Recuerdo un día en particular, un jueves, cuando mis compañeros y yo íbamos a cenar. Él no quería que fuera, pero yo insistí en que sí lo haría.

Entonces, apareció en su coche y me dijo que tenía una cena especial para celebrar porque había sacado un 10 en una asignatura. Era mentira. Lo hizo solo para evitar que fuera a la cena con mis compañeros.

¿Tú y tus amigas se daban cuenta de lo que estaba ocurriendo en la relación?

Sí, mis amigas me decían que él me manipulaba, que era muy celoso y que no me dejaba vivir. Yo solía justificarlo diciendo que era inseguro y que no pasaba nada. Pero cuando quería salir a tomar cervezas, él empezó a aparecer en la universidad para ver con quién estaba. Pasaba con su coche, miraba, y luego se iba. Eso me hacía sentir muy mal e incómoda.

No podía seguir así; me sentía vigilada. Me llamaba al móvil al salir de clase, cuando decía que estaba en la biblioteca por si mentía, cuando llegaba al bus y cuando llegaba a casa. Controlaba mis horarios, no le gustaba que saliera con mis amigas y me revisaba la ropa. No tenía libertad. Un día le dije que no iba a ir a un partido con él porque era el cumpleaños de Sofía, mi amiga se siempre, y me dio una bofetada y me tiró al suelo. Me dijo que seguro iba a ese cumpleaños por algún hombre, que era una puta y que lo iba a dejar. Cogí mis cosas, le dije que se acabó, y me fui. Él vino llorando detrás y me agarró del brazo con fuerza. Yo le pedí que me soltara. Salió un vecino y le dijo que me dejara ir.

Me mandó flores cada día, aparecía en la universidad con ellas, lloraba en el portal de mi casa. Cuando yo iba a algún lado, él venía llorando. Y al final, le perdoné. Estuvimos bien durante varios meses, pero un día fui de cervezas con mis amigos de enfermería y no llegué a casa a cenar con él, aunque habíamos quedado solo para vernos pero el dijo que había comprado pizzas. Me llamó puta y me preguntó si me había follado a otro, y me dijo que me atropellaría algún día. Si le dejaba me atropellaba y si estaba con otro nos mataba a los dos. Me empujó contra la pared y me dio un puñetazo. Me volví a ir y lo dejé. En esa época yo me culpaba y dudaba de mí, pero ahora ya no.

¿Cómo te hacía sentir cuando él te culpaba o te hacía dudar de tus decisiones?

Me hacía sentir mal conmigo misma. Cuando me criticaba por usar una falda corta, decía que era para que no me violaran o abusaran de mí. Si me impedía salir con alguien, decía que lo hacía porque conocía a esa persona y que solo quería sexo conmigo. Me comía la cabeza con esas cosas y todo era un pretexto para controlarme, según él, para protegerme.

¿Recuerdas alguna ocasión en la que trataste de poner límites? ¿Cómo reaccionó él?

Sí, cuando le dije que no permitiría que me pusiera una mano encima. Que le dejaría. La primera vez apareció llorando con flores. Me pegó pero luego me comentó que yo le había puesto nervioso que él no era así. En otra ocasión, en el instituto, le dije que iba a salir con mis amigas cuando quisiera, y él golpeó la pared e hizo un agujero. Se alteró y empezó a decir que eso era porque no lo amaba, que quería dejarlo y que sin mí no podía vivir. No asumía que yo tenía más personas en mi vida. Para él, yo era suya y solo suya.

¿Cuáles fueron las formas de control o violencia que viviste y cómo te afectaron en tu día a día tras dejarle?

Vivía con miedo. Miedo de verlo por el barrio, de que viniera a la escuela de enfermería, que era mi espacio seguro, y armara un escándalo, me pegara o insultara a mis compañeros. Tenía miedo de salir sola por si él estaba cerca. De ir hasta al Mercadona por si el aparecía. Sentía que me vigilaban. Cruzaba la calle con miedo por si me atropellaba.

¿Qué impacto tuvo la situación en tu autoestima y en tu manera de ver el mundo?

Me hizo dudar de mí misma. Pensaba que tal vez yo no lo quería como él decía que me quería a mí. Y era injusta con él por no dar más amor o ceder. Que, el tenía razón, al usar ropa “más normal”, tal vez estaba evitando problemas. Que quizás salir tanto teniendo novio no estaba bien. Sentía que debía ser suya y atenderme solo a él, porque decía que lo hacía sufrir y que él no era malo, que me amaba, me daba flores y se preocupaba por mí.

¿Qué cosas perdiste o dejaste de hacer por culpa de la relación abusiva?

Perdí amigas que se cansaron de verme siempre en la misma situación. De anular quedadas o quedar y el apareciera a vigilar. De que las mirara mal p comentarios de “viste de puta” “menuda amiga más guarra” Perdí amigos porque tenía miedo de que él les hiciera daño, ya que llegó a amenazar a dos de ellos diciendo que me abrazaban mucho, me cuidaban mucho y que hablaban mucho conmigo, y que los iba a atropellar.

¿Qué te motivó a finalmente buscar ayuda o salir de la relación?

Fue cuando me pegó y casi me rompió la nariz. Me cuesta contarlo… Me dio un golpe en la nariz y me tiró al suelo. Yo le dije que lo dejaba, y al día siguiente apareció en mi casa con flores y bombones. Le dije que no volvía, y él me suplicó diciendo que me necesitaba, que me amaba y que llevábamos seis años juntos, que yo era el amor de su vida. Le dije que no, y me tiró los bombones a la cara. Golpeó la puerta y le hizo un agujero, luego golpeó varios muebles. Yo tuve miedo y quería echarlo. Entonces se giró, me dio un puñetazo y me partió el labio. Me cogió del pelo, me tiró al suelo y empezó a darme patadas. Por mis gritos, una vecina llamó a la policía y se lo llevaron. Le denuncié por maltrato y le pusieron una orden de alejamiento. Me costó volver a hacer vida normal. Mi padre, que es un santo, me dejaba en la escuela de enfermería y me recogía, pidiendo permiso a su jefe para salir antes y llegar tarde. Mis amigas me hicieron planes y estuvieron a mi lado, y poco a poco, después de varios meses, logré volver a hacer vida normal.

¿Cómo fue el proceso de salir de la relación y qué desafíos enfrentaste?

Fue muy difícil, tenía miedo de que me matara, de que me atropellara como había prometido, y de que se suicidara y la gente me culpara. Saber que no merecía eso me llevó años de terapia.

¿Cómo te has sentido desde que dejaste la relación y qué pasos has dado para sanar?

Estoy en terapia con una psicóloga y me siento más libre. Ahora puedo hacer planes, vestir como quiero, hacer amigos y salir a tomar algo sin miedo. Me siento libre, ya no me siento vigilada ni resentida.

¿Qué consejo le darías a alguien que está pasando por una situación similar?

Si a la primera te dicen «no te vistas así» o te llaman «puta,» que no lo pienses y te vayas. Solo irá a peor. El maltrato empieza con comentarios y restricciones, luego viene el aislamiento y la culpa, y más adelante el maltrato verbal hasta que llega al físico. Hay que salir a tiempo.

¿Cómo ves la situación de la violencia doméstica hoy en día?

Está peor que nunca. Cada semana asesinan a una mujer. Muchas chicas jóvenes ven en relaciones abusivas algo atractivo, como si los celos extremos fueran una muestra de amor y protección, y no se dan cuenta del peligro. No hay suficientes medidas para proteger a las mujeres que sufren violencia y muchas están amenazadas de muerte expuestas porque saben que no están protegidas. Las protecciones y medidas no funcionan bien, y siguen asesinándonos.


Números de ayuda:

  • Teléfono de atención a víctimas de violencia de género: 016 (Disponible las

24 horas del día, no deja rastro en la factura)

  • Teléfono de emergencia (en caso de peligro inminente): 112
  • Línea de atención emocional: 900 500 100 (para apoyo psicológico y emocional)

1 Comment

  1. Lo peor de todo es que al principio las víctimas no se dan cuenta de que lo son por las ideas pseudo-romanticas con que educa a las mujeres. Luego viene la etapa de aguantar por la familia o por no tener donde ir o medios de subsistencia…Hay que despertar. La violencia verbal es violencia, los celos son violencia, la falta de respeto es violencia…Es difícil pero cuanto antes se corte, mejor.

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo no será publicada.




 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.