¿Los machos no rezan?

Por Daniel Seixo

«Diane tenía razón, el mundo está cambiando, la música está cambiando, las drogas están cambiando. Incluso los hombres y las mujeres están cambiando. Dentro de mil años ya no habrá tíos ni tías, sólo gilipollas.»

Trainspotting

«El amor sea sin hipocresía; aborreciendo lo malo, aplicándolo a lo bueno.»

Romanos 12:9

Querido Luis Argüello,

Debe usted disculparme la tardanza en mi respuesta a sus últimas declaraciones como secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, pero estos últimos meses para mí han sido complicados. No creo sea menester entrar en estas páginas en demasiados detalles, pero digamos a modo de «disculpa» por mi tardanza, que incluso quienes pretendemos explicar en nuestros textos un mundo demasiado cambiante e impersonal, en ciertas ocasiones nos perdemos sin remedio en su inmensidad.

El motivo de mi zozobra no es otro que el amor. Bendita bendición y cruel destino en ocasiones pensará usted, después de todo en ese mismo sentimiento es en el que su «empresa» deposita todas sus esperanzas de cara al futuro de la humanidad. Y precisamente por ese motivo, me sorprende y alarma una vez más el obtuso sentido de las declaraciones de un alto miembro de la Curia eclesiástica, señalando sin motivo aparente al colectivo LGTBI como a un ente diferente o alejado de la condición global de la humanidad como hijxs de Dios.

Vayamos directamente al grano, desconozco los recovecos de su concepción profesional  a la hora de considerar a un individuo homosexual como un hombre no enteramente varón. Desconozco su razonamiento y me cuesta llegar a comprender que un compañero o una compañera en este largo viaje que es la vida, se vea privado de desarrollar libremente su espiritualidad por el único motivo de amar a una persona del mismo sexo. No voy a entrar en los detalles o la lógica de que alguien del colectivo LGTBI quiera abrazar al catolicismo, pero le hablaré con total sinceridad, usted y los suyos son libres de imponer las normas que les venga en gana en ese club privado que se han montado. Pueden considerar la homosexualidad como una moda, negarse a admitir en sus sacramentos a una persona que ama por considerar que lo hace a la persona incorrecta, hablar de sodomía, pecado o incluso predicar desde sus púlpitos la incomprensión al colectivo LGTBI. Ustedes pueden hacer lo que les plazca -siempre y cuando se adecuen a las normas del estado de derecho- pero con ello simplemente continuarán demostrando eternamente no haber entendido nada del supuesto mensaje de su jefe.

Hasta ahora la intolerancia y la sin razón de la historia ha comprendido y aceptado casi sin demasiados prejuicios las locuras y el politiqueo con el que sus propios verdugos interpretaron las palabras de Dios, pero los tiempos han cambiado, los miedos han desaparecido. Le aseguro señor Luis Argüello, que en sus parroquias ahora mismo caminan cientos de mujeres y hombres que aman, hombres y mujeres que desde el amor luchan por un futuro mejor, por una vida para ellos y para los suyos. Me importa bastante poco si quienes se aman son dos hombres, dos mujeres, un hombre y una mujer, varias personas a la vez…, me resulta indiferente la orientación sexual de cualquier pareja. Pero personalmente, creo que todos ellos le agradecerían que no los tratase como a bichos raros o a personas no aptas para sentir la fe por sus sentimientos. En una sociedad en la que cientos de parejas sufren, en la que cientos de mujeres son asesinadas por un amor falso, en una sociedad en la que la crueldad y el engaño es confundido con el amor. No creo que la máxima preocupación de Dios sea que dos hombres o dos mujeres lleguen a amarse de verdad.

En un mundo en el que el amor escasea y cada día es más complicado de mantener por la presión de nuestras propias vidas, el mensaje de intolerancia de su iglesia hace ya tiempo que no tiene cabida. Sé que ha intentado rectificar -sin hacerlo realmente por otra parte- pero tómelo usted como una señal de los tiempos. Tarde o temprano, para aquellos que lo deseen, también la iglesia será un lugar que no discrimine por razones de sexo, orientación sexual o la forma de vivir nuestra sexualidad. Mientras tanto, ustedes serán los únicos que no vean el mismo sufrimiento, el mismo gozo, la misma intensidad en el amor sea este entre los sexos que sean. Tenga fe verdadera en eso que tanto predican ustedes señor Argüello, después de todo, usted sabe lo que es mantener un amor incondicional a un hombre, si es que no se han equivocado con el sexo de su jefx claro.

«Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados«

Pedro 4:8

P.D. La concepción clásica de un hombre enteramente varón, a veces es demasiado aburrida. Incluso para los heterosexuales como yo,por eso un consejo, déjenos vivir  y vivan.

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